lunes, 6 de junio de 2011

Corazón Sangrante, Alma Rota X










Ignorando en el calor que desprendían los alimentos colocados en bandejitas, tomó entre sus dedos una pequeña crepe, sopló para evitar que quemara los labios de la princesa cuando acercó la delicia francesa a estos que se abrieron suavemente permitiendo que la comida inundara su boca con el cremoso sabor del queso camembert, después cerró sus dientes entorno a un dado de jamón masticándolo con curiosidad que fue rápidamente sustituida por el placer de aquel extraño manjar, aunque no duró mucho pues al terminar de tragar, casi de inmediato sintió como una finísima tajada enrollada de cecina invadía su boca, era delicioso, jamás había probado nada igual a aquel embutido que según le contó el hombre que lo alimentaba, era de vaca, tras los aperitivos apenas tocados por el de rizos castaños degustaron el segundo plato compuesto por tagliatelle con salsa de queso y pequeños trocitos de carne picada especiada, era un plato realmente delicioso y nada pesado por lo que la princesa lo degustó muy a gusto tratando de ignorar como la lengua de Kamijo recorría las comisuras de sus labios y su barbilla robándole pedazos de pasta en ocasiones, sabía que su dueño no iba a aguantar mucho más tiempo sin tocarle más a fondo, pues en aquel momento ya toca sus muslos por sobre la ropa con gesto desesperado pero no esperaba que no le dejara llegar a los postres, como de hecho ocurrió, sin poder aguantar más el sentir las redondas nalgas de su princesa sobre su erección, Kamijo tomó en brazos al rubio mientras se levantaba y prácticamente corrió con él hasta dejarse caer sobre la cama encima de su pequeño, aunque asegurándose de colocar sus manos sobre el colchón para no aplastar al hermoso joven que después de todo lo que había vivido a su lado, solo miró sus pupilas de hielo mostrando en sus propios ojos la confusión que lo embargaba y es que a pesar de haber decidido lo que haría una vez estuviera junto al mafioso de nuevo, al mirar sus ojos azules se le había olvidado completamente. Con suavidad levantó ligeramente la fina tela bordada que componía el bajo del kimono revelando las pálidas y siempre suaves piernas de su adorado, mientras tanto Klaha, al terminar de comer, se había retirado a su habitación para terminar de colocar las piezas de la cama, sin embargo cuando llegó, encontró a Közi sentado sobre el colchón que ya estaba colocado sobre el armazón con las sábanas perfectamente colocadas en un tono esmeralda oscuro que combinaba con el color del barniz que recubría la madera de la que estaba formada la base del lecho, el hombre de rizos rojos como la luz mortecina del atardecer levantó la mirada para observar los hermosos ojos negros del joven ex policía que tenía ante sí, con un sencillo gesto le indicó que se acercara, orden que el moreno acató por miedo a las represalias que podría haber contra Mana, Közi palmeó el colchón a su lado haciendo que el otro se sentara con renuencia, con cuidado, como si no quisiera asustar a su obligado amante, soltó el estrechísimo cinturón que mantenía la yukata blanca prestada en su sitio provocando que la tela se abriera revelando la piel usualmente delicada y pálida que en aquel momento se hallaba magullada, por la propia mano de aquel que devoraba con la mirada el delicioso cuerpo del de los cabellos negros que instintivamente comenzó a temblar, sin embargo el pelirrojo lo acarició con una delicadeza inusual en él deslizando la tela por sus hombros descubriendo sus hombros, no obstante, a continuación, se levantó retirando su camisa a la que pronto acompañaron sus pantalones en el suelo, pues a pesar de que había armado la cama aún no había ningún mueble más en el cuarto. Sus acciones propiciaron que el moreno levantara sus rodillas hasta pegarlas a su pecho en un gesto de defensa que hizo sonreír a Közi que se acercó lentamente echando hacia atrás las sábanas e introduciéndose entre ellas tras retirar también los bóxers, después hizo un gesto hacia Klaha que lo observaba todavía asustado.
-Vamos a ver si he ensamblado bien este chisme, ¿te parece? Venga, te prometo que no te haré nada, le prometí a Gackt que te cuidaría si te portabas bien y lo estás haciendo. Solo quiero dormir la siesta contigo.-
Con aspecto renuente se acercó hasta el de cabellos rizados que lo acogió entre sus brazos retirando la prenda por completo y haciendo que se tumbara a su lado, luego acarició sus mechones de seda negra dejándolos escurrir entre las yemas de sus dedos, después lo hizo acurrucarse contra sí y cerró los ojos besando la frente del hombre que ya se había dormido. Las manos iban y venían por su cuerpo haciéndolo temblar y es que las caricias expertas de Kamijo sabían por donde dejarse caer para despertar su deseo, la princesa removió sus piernas sobre la cama dejando más espacio para que su dueño continuara prodigándole aquel delicioso toque mientras que sus manos forcejeaban con los diminutos y endiablados botones del hermoso y elaborado chaleco de Kamijo, que al parecer no quería dejar de rodear el torso de su portador, el joven rubio finalmente se hartó arrancando los diminutos enganches que habían logrado enfadarlo, después retiró la prenda hacia a tras mientras besaba los labios del hombre que en aquel momento soltaba el obi descubriendo su pálido y delicado cuerpo totalmente indefenso ante sus avances nada castos. Cuando los dedos de su dueño alcanzaron su erección, la princesa emitió un gruñido gutural a la vez que arrancaba la camisa de pliegues azul, notando como los dientes del hombre desgarraban su gargantilla negra para poder acceder a la piel aterciopelada de su cuello, los dientes del de ojos de hielo pasaron por su garganta como los de un vampiro dejando marcas de posesión a las que la víctima respondió clavando sus uñas rasguñando por completo la espalda fuerte de Kamijo que correspondió a las acciones de su princesa con sonidos profundos salidos directamente de su garganta, el placer que sentía era casi animal por lo que al mayor no le importó en absoluto cuando el hermoso rubio le dio la vuelta subiéndose sobre él y comenzando a frotarse contra él. Hizaki estaba perdido por la pasión que la piel de su dueño desprendía y es que no podía controlarse, las caricias, los besos y los gemidos se entre mezclaban mientras su cuerpo se mojaba más y más, cuando sintió la dura erección del hombre pugnando contra la firme tela del pantalón de vestir sobre el que estaba sentado deslizó su propio pene gimiendo en el proceso, después abrió la bragueta y bajó el bóxer acariciando la erección de Kamijo mojándose con el líquido preseminal provocando un fuerte grito del hombre justo antes de que moviera sus piernas colocándolas a la altura de las caderas comenzando a penetrarse él mismo, los gemidos resonaron en la habitación cuando los cuerpos se convirtieron en uno, el colchón comenzó a moverse cada vez más rápido gracias al ritmo impuesto por la princesa que ansiosa deseaba la liberación, para Yuuji era como un sueño ver a su hermoso rubio sobre él disfrutando y haciéndole disfrutar, por lo que cuando sintió contraerse el firme interior de su Hizaki estrangulando su miembro se dejó ir liberando también las palabras que llevaba tiempo guardando.
-Te amo.-
El joven rubio gimió fuertemente cuando su interior fue invadido por la cálida semilla de Kamijo pero cuando su declaración llegó a los oídos del hermoso muchacho de ojos de azabache, este no pudo evitar retirarse sorprendido, puso una mano en su pecho notando como su corazón latía más rápido de lo normal y no sabía si era por el reciente sexo o por las palabras pronunciadas por el hombre que en aquel momento se incorporaba en el lecho, Yuuji tendió una mano a la princesa que sin embargo se acomodó la ropa como pudo y salió corriendo de allí empujando a un sorprendido Atsushi que en aquel momento entraba al cuarto, el moreno observó como su amigo se tapaba con la sábana negando con la cabeza, con una mano enredada en las ondas castañas de su cabello.
-¿Qué ha ocurrido para que tu princesa huyera así?-
-La he fastidiado Atsu, como no tienes ni idea.-
-¿Y no irás a buscarlo?-
-Es mejor que esté solo durante un rato, de todas formas ahora debemos solucionar el tema de la vacante en las fuerzas del orden.-
El de larga melena oscura asintió saliendo de la habitación esperando a que Kamijo terminara de ponerse presentable, después de que Klaha fuera incluido en el plantel de muchachos de la casa, en la policía metropolitana había quedado una vacante que sin duda debía ser cubierta por alguien afín para evitar un nuevo riesgo de seguridad similar a la desencadenada por el moreno que en aquel momento comenzaba a despertar notando el cuerpo de su torturador privado abandonar las sábanas, Közi tenía trabajo que hacer para Gackt por lo que había decidido dejar a su moreno al cargo del resto del montaje de la habitación, pronto llegarían otros dos muchachos más que lo ayudarían por lo que no se preocupó y salió dejándolo solo, pero de hecho al cabo de un rato por la puerta aparecieron Yoshiki y Jasmine. Los dos jóvenes se habían retirado a la habitación del hermoso rubio para hablar aunque ninguno tenía muchas ganas de revolver el pasado, sin embargo el de hermosos rizos castaños, que se había tumbado sobre el edredón azul limpio del compañero de su hermano no podía contener sus preguntas, nunca había tenido nada parecido a una familia, desde que su hermano nació lo que había sido un matrimonio feliz se desmembró, la repentina muerte de su madre por complicaciones post parto había provocado que su padre cayera en la bebida sin prestar atención a sus dos hijos que lo necesitaban, finalmente en una fatídica noche de junio había muerto quemado vivo en casa por culpa de un cigarro mal apagado, ante la mirada horrorizada de su hijo mayor que había ido a comprar y los llantos del hermoso bebé de grandes ojos azules que se acababa de quedar sin infancia y sin hogar, durante unos segundos parpadeó para regresar a la realidad limpiándose una imperceptible lágrima tratando de que Yoshiki no la viera, no quería preocupar de más al joven, aunque finalmente se armó de valor.
-Yoshi-chan…-
-¿Si? ¿Qué ocurre Jasmine-san?-
-Yo siempre me lo he preguntado, pero nadie de aquí me ha sabido dar una respuesta satisfactoria… ¿co…cómo es tener una familia?-
El rubio tomó entre sus dedos un largo mechón ondulado retorciéndolo varias veces sin poder creer lo que escuchaba, no podía pensar que había alguien que no supiera lo que era tener alguien que te quisiera y se preocupara, entonces se dio cuenta de que no era tan desgraciado como había creído porque si bien había perdido a sus padres, por lo menos alguna vez había sabido lo que se sentía cuando alguien te amaba y te cuidaba, al ver la curiosidad repleta de tristeza en los enormes ojos castaños de su amigo no pudo evitar sentirse partícipe de su pena y a la vez muy egoísta por no haberse parado a pensar en el pasado de sus amigos que probablemente había sido mucho más trágico que el suyo. Abrazó fuertemente a Jasmine besando sus mejillas suavemente, después le sujetó el rostro con ambas manos mirando de nuevo aquellas hermosas pupilas marrones.
-Nosotros somos una familia, Kaya-chan, Hizaki-chan, Teru-kun, Hide, Mana-san y tú nos cuidáis haciendo que realmente seamos una familia.-
Jasmine solo sonrió agradeciendo a Yoshiki su hermoso y generoso gesto.
En ese instante uno de los muchachos del servicio del interior de la casa les avisó de que debían ayudar al nuevo privado a terminar su instalación por lo que ambos muchachos bajaron hasta la puerta semi oculta situada en el rellano entrando por ella descubriendo al hombre joven desnudo en la cama mientras avergonzado trataba de alcanzar la yukata blanca que reposaba en el suelo arrugada, con la elegancia que le caracterizaba el hermoso joven de delicados caracolillos de cobre extendió su finísima mano de largos dedos tomando la prenda y extendiéndola hacia el hombre para luego hacer un gesto a su compañero, ambos se volvieron mientras Klaha se colocaba la prenda, aún no tenía más ropa que aquella por lo que no debía descuidarla, una vez que estuvo listo indicó a los muchachos que podían volverse, sin embargo cuando vio la cara del de largos cabellos dorados se quedó sin palabras.
-¿Tú…tú eres Hayashi Yoshiki?-
No supo cómo reaccionar, miles de preguntas se agolparon en la mente del penúltimo integrante de la casa y es que no entendía de qué podía conocerle aquel antiguo policía puesto que pese a haber vivido en un barrio conflictivo nunca había tenido encontronazos con la ley.
-Sí, ¿por qué?-
-Conocí a tus padres, su muerte fue lo que me trajo hasta Sakurai, aunque al parecer todo ha sido en vano, ese…se saldrá con la suya de nuevo.-
Lo miró sorprendido, cada vez tenía todo menos sentido, ¿a sus padres?
-A mis padres… Pero, ¿cómo es posible?-
-Esto te resultará difícil de asumir supongo, pero ellos…-
Suspiró cogiendo fuerzas para lo que iba a decir, no sabía cómo expresarlo para hacer el menor daño emocional posible al chiquillo, aunque tampoco era una de esas noticias que se comunican cada día, finalmente se armó de valor.
-Ellos…traficaban para Sakurai Atsushi y lo estafaron.-
-¿Traficaban? ¿Es una broma? Porque si es así no tiene ninguna gracia.-
-No es ninguna broma Yoshiki, ellos distribuían el mejor caballo de las afueras de Shinjuku, sin embargo decidieron aumentar su comisión tratando de estafar a Sakurai, fue por eso que decidió asesinarlos, no fue tu culpa.-
Al sentir la mano del ex policía sobre su hombro derecho sintió como si le quitaran un gran peso de encima, la información era pésima y sin embargo le aliviaba, era mejor que llevar sobre su conciencia la muerte de tus progenitores. Con cuidado, aún dolido por la información recibida retiró la mano de su hombro caminando hasta las cajas de muebles que alguien había dejado a la entrada, comenzó a desembalar los armarios y mesillas con ayuda de Yuu que enseguida lo acompañó, juntos comenzaron a hacer la distribución adecuada de los muebles para que no se estorbaran unos a otros, como un autómata Klaha se movió de un lado para otro sin prestar atención a lo que ocurría allí, poco a poco sus pensamientos fueron ocupados por el brillo de unos hermosos y grandes ojos negros llenos de lágrimas, no podía ser, no podía, cerró los ojos recordando una vez más aquella horrible noche, los hombre de aquel despreciable habían obligado a sus padres llegar al salón, a arrodillarse frente a ellos, después les habían disparado obligando a Manabu-chan y a él mirar, entonces la pistola se dirigió hacia él y un dolor atroz recorrió su cuerpo, cayó sin fuerzas sobre la alfombra sintiendo como la vida huía de su cuerpo, cerró los ojos tratando de desterrar las imágenes de su mente, entonces lo vio todo claro y pese a que era imposible todo cobraba sentido ahora, corrió como alma que lleva el diablo dejando atónitos a los muchachos que le ayudaban con la boca abierta, corrió hasta el nuevo salón donde presentía que Mana se encontraba, había algo dentro de él que se lo decía como una especie de premonición, no, más bien como una especie de conexión con el otro moreno, cuando lo vio no pudo seguir conteniendo sus lágrimas, al verle los enormes ojos negros, tan negros y hermosos como los suyos le imitaron llorando con desconsuelo y alegría a la vez, cualquiera habría dicho que eso no era posible, sin embargo en aquel caso lo era, no hicieron falta las palabras, ambos se fundieron en un abrazo, Klaha besó las mejillas del joven reconociendo la suave piel pálida mientras que el más joven acariciaba su espalda, mucho más grande y fuerte de lo que la recordaba. Por primera vez en casi quince años Mana rió feliz, por primera vez desde la noche de la desgracia se sintió en casa, porque su casa era donde su familia se encontraba. Masaki oyó su nombre pronunciado por primera vez en muchos años y se maravilló lo bien que sonaba en los labios de su hermano, aun llorando pero sin rastro de la amargura solo fue capaz de susurrar “por fin” no había razón alguna para empañar el hermoso momento, con aquella frase tan simple todo lo que se tenían que decir quedaba expresado, por fin se veían, por fin sabían que el otro estaba vivo, por fin se reencontraban, por fin volvían a estar unidos, y ambos estaban seguros de que ya nunca los separarían. Mana sabía que nunca más estaría solo y Klaha por fin se daba cuenta de que no había fallado cuando había irrumpido en el complejo de Sakurai, porque siempre había sabido que prefería a su hermano por encima de todo incluso por encima de la libertad.

Emiru lloraba sintiendo con la sangre goteaba por sus muslos hasta la sábana, a su lado Machi, uno de sus compañeros de habitación y Hero un muchachito del cuarto de al lado trataban de consolarlo y curarlo, Kazumi había cumplido como había prometido tomándole, pero jamás se lo había esperado de semejante manera, el hombre le había obligado a ponerse a cuatro patas como un repugnante animal, tras forzarlo a realizar una mamada, se colocó la mano en la boca tratando de evitar que el vómito saliera despedido sin embargo sus intentos resultaron infructuosos y los restos de comida, semen y bilis salieron despedidos de su boca manchando el suelo y las sábanas, con un suave paño húmedo, el hermoso pelirrojo de ojos verdes que respondía al nombre de Machi, limpió las comisuras de los labios del doliente conteniendo sus propias arcadas al ver las marcas de golpes, arañazos y mordiscos en la piel del pequeño castaño, no tenía ni un solo hueco libre de moratones, una lágrima escurrió de sus ojos, Mayu-sama también le había violado la primera vez, sin embargo no había sido virgen por lo que no podía ni imaginar el dolor que aquello producía y produciría en el joven que en ese momento sollozaba entre sus brazos aferrándose a él como si fuera su bote salvavidas, ninguno de los dos prestó atención a Hero que silenciosamente caminó hasta la salida del cuarto, se dirigió hacia la ventana de la sala donde estaba el botiquín, observó el ventanuco rectangular por el que apenas entraba la luz, se subió como pudo a un mueble blanco , rompió la ventana con el botiquín y escurrió su pequeño cuerpo fuera, en aquel momento solo quería huir de aquel horrible y despreciable lugar para siempre. Cuando Machi consiguió que Emiru se durmiera buscó a Jaejoon para que le ayudara a terminar de limpiar el cuerpo magullado y sangrante, pero al no encontrarlo recordó al chico que le había cosido al herida de la muñeca, caminó hacia las habitaciones de los privados aun sabiendo que si subía se ganaría un castigo, sin embargo la integridad de su amigo era más importante, no obstante cuando estaba a punto de subir las escaleras en busca de Yoshiki se dio de bruces contra el joven líder de los muchachos de Sakurai que se ocupaban del interior de la casa, Ryoushin iba acompañado por otro joven, este de cabello rubio que tenía al igual que él un fajín rodeando su cintura, sin embargo, indicando que se trataba del líder de los muchachos que cuidaban del exterior pues era de color azul, el chico que respondía al nombre de Yui lo miró con el interés grabado en sus ojos oscuros y pasó a su lado despidiéndose de Ryoushin con un gesto, después el joven le miró con gesto interrogante esperando una explicación que pronto se produjo, sin embargo, con el objetivo de no romper la norma de Sakurai-sama, fue el mismo guardián quien avisó al amante de su jefe. Yoshiki se sorprendió enormemente cuando uno de los jóvenes de su dueño, el mismo que le había ido a buscar el otro día cuando tenía que cenar con el dueño del complejo, aunque al ver la urgencia de la que le avisaba, no puso trabas y bajó rápidamente tomando los útiles necesarios del botiquín para curar, al igual que la vez anterior Machi observó como el muchacho se ponía los guantes de látex, luego desinfectó las heridas y aplicó cremas sobre los morados colocando suaves gasas por encima para impedir infecciones, con mucho cuidado procedió a limpiar el ano sangrante mientras el pelirrojo desviaba la mirada, sin embargo Ryoushin ya había visto e incluso sufrido muchas violaciones a lo largo de su vida por lo que no dejo de observar ni siquiera un instante como los dedos cubiertos de plástico del amante de Sakurai-sama se manchaban de la sangre del pequeño que en sueños se removía llorando, cuando por fin terminó, el hermoso rubio de largos cabellos se quitó los guantes tirándolos a un recipiente especial de color amarillo que Ryoushin le ofreció para a continuación tapar con el edredón a Emiru dejándolo bajo el cuidado de Machi mientras que se vio en la obligación de seguir a su vigilante de vuelta a la habitación de Klaha, pero antes de entrar agarró el fuerte brazo del joven que le acompañaba y le miró profundamente a sus ojos castaños oscuros.
-¿Por qué sirves a Sakurai-sama? He visto en tus ojos que lo que le ha ocurrido a Emiru te desagrada tanto como a mí.-
-La vida es mucho más complicada de lo que parece, joven Yoshiki, no todo es blanco o negro, siempre hay decenas de tonos de gris.-
Desde las pantallas de su despacho a donde se había dirigido después de que su amigo se vistiera, Atsushi con Kamijo al lado, sonrió al escuchar la declaración de su muchacho, aun podía recordar cuando lo había sacado de una de las muchas peleas ilegales que se desarrollaban al norte del país, había visto algo especial en los ojos de aquel chico, algo que le había hecho convencerse de que podría serle útil aunque ni él mismo lo creía, en ese momento debía de reconocer lo erróneo de su intuición, el muchacho era en efecto, muy útil. Asagi sonrió al ver a su líder sentado observando a Ryoushin, colocó la mano en uno de los reposabrazos de cuero del asiento del mayor y entonces habló.
-Lo educaste bien Atsushi.-
-Teniendo en cuenta el lugar de donde lo saqué no me extraña que prefiera esta vida, aunque últimamente me doy cuenta de que cada vez más le empiezo a perder, cada vez odia más lo que ocurre aquí y desprecia lo que hace aquí, siento que pronto intentará algo y no precisamente a mi favor.-
-Si tan seguro estás por qué no le detienes.-
-Porque espero a ver si tiene valor suficiente, tal vez sea el único que pueda detenerme, quién sabe.-
Esta vez fue el de cabellos castaños y ojos de hielo el que hablo con una sonrisa sarcástica en la cara.
-¿De veras lo crees?-
Atsushi sonrió suspirando, las cosas habían cambiado tanto en los últimos meses que ya no sabía en qué creer, sin embargo siempre había creído que era mejor esperar a ver como se desarrollaban las cosas antes de actuar porque hacerlo sin pensar era peligroso, aguardaría.

El pequeño Jaejoon corría aterrado por las calles de Tokio, si los hombres que lo perseguían lo atrapaban sabía que podía darse por muerto, tras ver la horrible violación sufrida por su amigo más reciente, Emiru, no había podido evitar entrar en pánico y había escapado como había podido por una ventana aprovechando su delgadez casi extrema, en ese momento sus delicados pies descalzos golpeaban el suelo de las calles iluminadas y abarrotadas de la capital, el miedo hacía que apartara a empujones a los viandantes mientras miraba hacia atrás para observar la distancia a la que estaban los hombres, no tenía ni idea de a dónde dirigirse porque jamás en su vida había pisado aquella ciudad, del contenedor metálico en el que había llegado desde Corea, le habían metido en una furgoneta con los cristales tintados con otros muchachos a los que no entendía, probablemente chinos, les habían llevado hasta la casa y una vez allí sus ojos habían sido vendados para impedir que vieran posición la entrada , sin embargo el desconocimiento no impedía que girara y corriera por cada calle que veía, sin embargo dada su incapacidad para orientarse no pudo evitar que los dos jóvenes del servicio de Sakurai-sama lo atraparan tomándolo en vilo, se retorció como una serpiente moribunda. Chilló y arañó a sus captores tratando de llamar la atención de la gente que pasaba, buscando su ayuda, pero estos se limitaron a ignorarle, los que más hicieron solo lo observaron con pena y es que todos sabían reconocer a aquellos hombres y nadie se atrevía a hacerles frente, otros simplemente no se preocupaban por un niño extranjero sin hogar. Hero lloró desconsoladamente mientras su pequeño cuerpo era inmovilizado en el interior de una furgoneta negra, uno de los hombres se colocó unos guantes de cuero mientras el otro tomaba entre sus manos su cuello inmovilizando su cabeza contra el suelo, después en la calla solo se oyeron los gritos desesperados del muchacho que inútilmente trataba de conservar su dignidad.
Media hora más tarde una suburban negra aparcó frente a la segunda puerta trasera de la casa-prisión que Sakurai Atsushi regentaba, de ella sacaron a un muchacho bajito y delgado con los ojos vendados por un trapo negro empapado de lágrimas, también tenía marcas en las mejillas y en la zona de las piernas que se le veían, estaba tan magullado que necesitó ayuda para andar. Cuando Kalm y Kang Ta lo vieron, negaron con la cabeza, no se podía escapar de Sakurai Atsushi-sama.
La hermosa princesa rubia que había huido hasta un pequeño altillo situado en uno de los almacenes de la primera planta miraba por la diminuta ventana que solo le mostraba el cielo, las lágrimas se deslizaban por su cara pero no podía explicar por qué, solo continuaba llorando secándose en las mangas del kimono y sorbiéndose los mocos sin dejar de mirar las blancas nubes que empañaban la pureza del azul del cielo, en esa situación fue como lo encontró Kaya que tras comer se había encontrado con Juka que abandonaba la casa, el de cabellos de plata le había susurrado al oído que por la noche le daría un regalo especial, no habían tardado mucho por la prisa que guiaba al de los ojos de mercurio líquido pero había sido suficiente para intrigar al hermoso albino que con una mano en el pecho se había apoyado en la pared tratando de acallar los latidos desenfrenados de su corazón, después suspiró tomando la decisión de buscar a la princesa para contarle lo que acababa de ocurrir, corrió a la habitación que compartían pero esta se hallaba vacía, en la de Jasmine tampoco había nadie mientras que en la de Hide y Teru estaban los dos pequeños durmiendo tras la comida por lo que prefirió no despertarlos, en la habitación de Klaha pudo oír las voces preocupadas de su hermano y Yoshiki mientras movían los muebles de un lado para otro, asomó la cabeza preguntando por Hizaki sin embargo no recibió ninguna respuesta satisfactoria pues ninguno de los chicos lo había visto después de que se fuera para reunirse con Kamijo, algo abatido caminó hasta la planta baja donde entró en el nuevo salón, allí se encontró con Mana que se hallaba abrazado a Klaha llorando con paso silencioso se alejó sin tener intención alguna de interrumpir el bello momento que los dos pelinegros compartían, pero al volverse se encontró con Teru que tenía cara de sueño y agarraba un pequeño muñeco de E.T. en su brazo derecho, llevaba un pijama celeste y su cabello bicolor estaba muy alborotado, con voz suave le preguntó por Jasmine que era el que le cantaba cuando no podía dormir sin embargo estaba ocupado por lo que le tocó a él tararear una simple canción infantil que a pesar de lo sencilla que era hizo las delicias del adolescente al que jamás habían cantado en su casa. Acarició el flequillo oscuro de Teru antes de besar su frente para despedirse durante un instante y salió del cuarto sin hacer ruido con cuidado de no despertar a los nuevos durmientes, bajó mirando en todos los cuartos que encontró a su paso, sin éxito, cuando estaba a punto de darse por vencido recordó aquel pequeño altillo en el que el bello rubio solía esconderse para pensar cuando Kamijo-sama lo dañaba, alegre por haber encontrado la solución corrió con todas sus fuerzas hasta llegar allí encontrándose con su amigo deshecho en lágrimas, subió con él tras apartar los numerosos objetos que llenaban aquel almacén y que la princesa había colocado para ocultarse a modo de parapeto, gateó hacia él dada la diminuta amplitud del lugar y lo rodeó con sus brazos lo mejor que pudo sintiendo como el rubio, que durante años había permanecido imperturbable mostrando una valentía digna de los grandes guerreros de la antigüedad, dejaba de lado su valor llorando como un bebé adolorido, y él no sabía qué hacer ni como consolarlo, él mismo tuvo que contener las lágrimas como tantas veces había hecho el muchacho entre sus brazos sintiéndose impotente.
-¿Qué ha ocurrido Hizaki-hime?-
-Me ha dicho que me ama.-
Respondió el joven entre sollozos ante la mirada atónita de su amigo y compañero albino que, habiendo esperado toda su vida por oír esas palabras de la boca de Juka no podía entender qué era lo que tenía tan consternado a Hizaki.
-¿Eso es malo?-
El hermoso rubio lo observó como quien mira a un extravagante gasterópodo fosilizado del pleistoceno medio aunque casi al instante se dio cuenta de que debía ser menos duro con el bello albino que solo trataba de ayudarle.
-La verdad es que cada vez sé menos que hacer con mi vida, con Kamijo, con lo que siento, solo…-
Cerró los ojos apartándose suavemente de Kaya, y cuando los abrió de nuevo solo vio el cielo tan claro como los ojos de su acompañante.
-…solo quiero ser como el halcón que vuela en libertad.-
El valor de la princesa había regresado fuera lo que fuera lo que le deparaba el futuro.

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