martes, 9 de agosto de 2011

Love Will Be Born Again






Completamente solo en el amplio campo observó las flores ya secas del mes pasado, no las había cambiado aún, se agachó apenas un momento tomando una de ellas entre sus manos, mirándola, estaba tan seca como su corazón.





Los pétalos de la rosa marchita bailaron ante su cara, dispersándose en el viento, mientras sus dedos abandonaban el tallo seco dejándolo caer, junto con los restos de las lágrimas que llenaban su cara. Nunca había sentido nada parecido por nadie, nunca había amado de aquella manera, ni sufrido tanto. Aunque era algo que jamás había pedido…todo ese dolor, un dolor tan inexplicable, tan fuerte, aquella agonía que le acompañaba cada mañana, cada tarde y cada noche, la agonía que le hacía perder las ganas de vivir. Sin embarco cuando pensaba en él sus ojos se seguían iluminando, su sangre se seguía acelerando y su corazón seguía amando su recuerdo.
No puedo vivir sin ti, simplemente no puedo… no quiero olvidar el brillo de tus ojos, la amabilidad de tu sonrisa y la calidez de tu voz. No quiero despertar un día y descubrir que ya no te echo de menos.





Se negaba a aceptarlo, temía olvidar su cara, el sabor de sus labios, temía incluso olvidar que le había amado tanto. Se arrodilló acariciando la piedra helada con una mano, mientras el viento continuaba revolviéndole el cabello. Porque realmente no deseaba dejar de sufrir, su dolor era la constatación de su humanidad, era lo que protegía el recuerdo de aquel por el que habría dado la vida entera.





Miró hacia el cielo gris de tormenta, pensando en si estaría siendo observado desde allí arriba, pues estaba seguro de que él solo podía haberse convertido en un ángel.
Con lentitud sacó las flores frescas de debajo del abrigo colocándolas, arrojando por fin las antiguas a un lado, las rosas rojas brillaron sobre la piedra oscura, haciéndole recordad sus labios siempre curvados en una cándida sonrisa.





No quiero decir adiós, temo perder lo poco que me queda de ti, jamás había amado hasta que te vi, y sé que jamás amaré ahora que te has ido, pero me asusta convertir mi dolor en una rutina y olvidar por qué sufro.





Era por él, solo por él, como siempre había sido, siempre se había tratado de ellos dos, de sus sueños y de su futuro, que ahora estaba roto, no quedaba nada a lo que agarrarse y se sentía tan solo, necesitaba tenerle de nuevo, abrazar su cuerpo delgado y cálido, necesitaba aferrarse a su amor. Lo necesitaba tanto, cada parte de él gritaba deseando volver a su lado, y ni siquiera podía soportar verle entre sus sueños convertidos en pesadillas, simplemente no podía vivir sin él.
Cuanto habría dado por ser él, habría entregado cada parte de sí mismo si así hubiera podido salvarle, habría renunciado a su propia humanidad solo por verle una vez más.
Su recuerdo todavía le llenaba el corazón, mientras, completamente solo en aquel gigantesco campo azotado por el viento, aun pensaba en él, aferrándose a los recuerdos que desgarraban su alma, viéndolos como su única salvación.





Ahora solo puedo decir que te amo, como siempre he hecho, te amo como jamás he amado, te amo porque fuiste él primero y el último, el único en mi corazón. Necesito tu amor y tu presencia para hacerme fuerte. El dolor de haberte perdido rompió mi alma, pero no acabó con la esperanza. Porque necesito creer que algún día nos volveremos a ver…porque aunque pasen miles de años, aunque olvide hasta tu rostro y el calor de tu cuerpo contra el mío, aunque olvide la felicidad de estar junto a ti y los momentos que aun hoy, cuando estoy envuelto por la tristeza, me hacen sonreír, hay algo que jamás cambiará, y es que te amo.





El tiempo pasa y mientras espero volverte a ver, el amor renace de nuevo.

lunes, 18 de julio de 2011

El Amor en una Lata de Judías







El amor en una lata de judías

Hacían apenas dos días desde que había regresado a Japón con el grupo después de la gira mundial pero no por ello había conseguido descansar algo pues los conciertos en suelo patrio se sucedían, en unos pocos días sería el final de la gira pero apenas podría disfrutar de su tiempo libre pues pronto comenzaría el tour nacional, sacudió la cabeza tratando de dejar de pensar en que iba a estar fuera de casa mucho, mucho tiempo. De hecho, por esa causa estaba comprando a tan altas horas de la noche, en su nevera no había absolutamente nada y cuando por fin había conseguido regresar había descubierto horrorizado que no tenía qué cenar.
Caminó por entre las estanterías del minimarket en busca de una simple lata de judías de soja, pues los huevos ya los tenía bajo un brazo, sonrió al ver que tan solo quedaba una bendiciendo su suerte por poder alcanzarla, sin embargo cuando extendió el brazo para cogerla su mano chocó con otra de finos y bellos dedos por los que pudo reconocer a su dueño, sobre todo cuando este, con su suave y deliciosa voz casi gritó su nombre -¡Kamijo-san!-
Había salido del estudio a media noche tras un agotador ensayo con Yui y Ryou-chan en busca de una lata de simples judías de soja y algún que otro producto para un estofado lamentando no haber tenido tiempo para hacer la comprar antes. Sin demasiadas ganas se había tenido que desviar ligeramente de su camino para pasar por una tienda que estuviera abierta las veinticuatro horas del día, una vez allí primero fue a la carnicería donde adquirió unas piezas de cordero a muy buen precio, luego pasó por la zona de las verduras frescas prestando especial atención a los puerros y finalmente fue a por las judías, sin embargo al llegar al pasillo pudo ver que tan solo había una lata y no iba a dejar que aquel tipo con desmesuradas gafas de sol se la arrebatara, por lo que se acercó rápidamente hasta él impidiendo que tomara el recipiente, no obstante cuando se giró pudo reconocerlo –¡Kamijo-san!-
El aludido le sonrió tendiéndole caballerosamente la lata, haciéndole sonrojar, luego le abrazó cariñosamente como siempre hacía –Kaya-chan, me alegro mucho de verte, debí llamarte al llegar tal y como prometí, pero estaba tan agotado… además no quise molestarte, debes de andar ocupado con el tour Voyager Rose.- Pero el más joven sonrió estrechando un poco más el cuerpo del otro vocalista –Tu sabes que nunca molestas.- Kamijo rió contento de haber encontrado la relajante presencia de Kaya y acarició el cabello azabache deleitándose con su suavidad, entonces se le ocurrió una gran idea -¿Por qué no vienes a mi casa? Creo que queda más cerca de aquí que la tuya y así los dos podremos cenar judías.
La dulce princesa cantante asintió contento, después pagaron sus compras y se dirigieron al palacio del príncipe donde pudieron descansar un rato antes de preparar un sencillo estofado con la carne y las verduras de Kaya, comieron hasta hartarse pues ambos habían malcomido a la hora del almuerzo, después se sentaron sobre uno de los blandos sillones del agradable salón del cantante de Versailles, donde este se recostó tratando de hallar la postura en que su espalda no doliera, el moreno al verlo sin decir nada se acercó comenzando a apretar los hombros de su compañero de profesión notando como poco a poco cómo este se iba relajando más y más, aunque de pronto se levantó -¿Por qué no vamos a un lugar más relajado? Ven, te mostraré mi habitación.- después lo llevó la mano a un elegante cuarto en el que destacaba una enorme cama de matrimonio cubierta por una colcha de color azul que pronto fue apartada revelando las sábanas negras sobre las que Kamijo se tendió tras quitarse la camisa para que el dulce moreno trabajara mejor, este también se quitó la chaqueta quedando solo con una ajustada camiseta negra, luego continuó con su masaje un rato más, hasta que el rubio se giró rápidamente robándole un beso.
Kaya lo observó muy sorprendido pero no por ello le disgustó el contacto, de hecho respondió con otro beso a los labios de Kamijo que tan solo lo abrazó fuertemente profundizando más en la boca del hermoso bailarín, al terminar se miraron a los ojos pero de nuevo fue el mayor el que tomó la iniciativa –Te quiero Kaya, y quiero que tengamos algo más especial que una simple amistad, lo quiero todo de ti y quiero darte cada parte de mi ser.- El dulce joven de enormes ojos negros y voluptuosos labios lo miró sorprendido pues realmente no había esperado ser correspondido -¿De veras me amas? No es una broma cruel ¿verdad?-
Kamijo acarició su mejilla con cuidado –Jamás se me pasaría por la cabeza hacer una cosa tan cruel, te amo Kaya, y mis sentimientos son sinceros te lo aseguro, solo quiero saber si quieres intentarlo conmigo.- Este se lanzó a sus brazos con un grito de felicidad besándolo con pasión, entonces mientras notaba como su pantalón era desabrochado por las hábiles manos de Kaya a la vez que sus labios se ocupaban de despertar sus sentidos al rozar la piel de su cuello a Kamijo solo se le ocurrió una cosa que decir –Lo tomaré como un sí.-

lunes, 6 de junio de 2011

Corazón Sangrante, Alma Rota X










Ignorando en el calor que desprendían los alimentos colocados en bandejitas, tomó entre sus dedos una pequeña crepe, sopló para evitar que quemara los labios de la princesa cuando acercó la delicia francesa a estos que se abrieron suavemente permitiendo que la comida inundara su boca con el cremoso sabor del queso camembert, después cerró sus dientes entorno a un dado de jamón masticándolo con curiosidad que fue rápidamente sustituida por el placer de aquel extraño manjar, aunque no duró mucho pues al terminar de tragar, casi de inmediato sintió como una finísima tajada enrollada de cecina invadía su boca, era delicioso, jamás había probado nada igual a aquel embutido que según le contó el hombre que lo alimentaba, era de vaca, tras los aperitivos apenas tocados por el de rizos castaños degustaron el segundo plato compuesto por tagliatelle con salsa de queso y pequeños trocitos de carne picada especiada, era un plato realmente delicioso y nada pesado por lo que la princesa lo degustó muy a gusto tratando de ignorar como la lengua de Kamijo recorría las comisuras de sus labios y su barbilla robándole pedazos de pasta en ocasiones, sabía que su dueño no iba a aguantar mucho más tiempo sin tocarle más a fondo, pues en aquel momento ya toca sus muslos por sobre la ropa con gesto desesperado pero no esperaba que no le dejara llegar a los postres, como de hecho ocurrió, sin poder aguantar más el sentir las redondas nalgas de su princesa sobre su erección, Kamijo tomó en brazos al rubio mientras se levantaba y prácticamente corrió con él hasta dejarse caer sobre la cama encima de su pequeño, aunque asegurándose de colocar sus manos sobre el colchón para no aplastar al hermoso joven que después de todo lo que había vivido a su lado, solo miró sus pupilas de hielo mostrando en sus propios ojos la confusión que lo embargaba y es que a pesar de haber decidido lo que haría una vez estuviera junto al mafioso de nuevo, al mirar sus ojos azules se le había olvidado completamente. Con suavidad levantó ligeramente la fina tela bordada que componía el bajo del kimono revelando las pálidas y siempre suaves piernas de su adorado, mientras tanto Klaha, al terminar de comer, se había retirado a su habitación para terminar de colocar las piezas de la cama, sin embargo cuando llegó, encontró a Közi sentado sobre el colchón que ya estaba colocado sobre el armazón con las sábanas perfectamente colocadas en un tono esmeralda oscuro que combinaba con el color del barniz que recubría la madera de la que estaba formada la base del lecho, el hombre de rizos rojos como la luz mortecina del atardecer levantó la mirada para observar los hermosos ojos negros del joven ex policía que tenía ante sí, con un sencillo gesto le indicó que se acercara, orden que el moreno acató por miedo a las represalias que podría haber contra Mana, Közi palmeó el colchón a su lado haciendo que el otro se sentara con renuencia, con cuidado, como si no quisiera asustar a su obligado amante, soltó el estrechísimo cinturón que mantenía la yukata blanca prestada en su sitio provocando que la tela se abriera revelando la piel usualmente delicada y pálida que en aquel momento se hallaba magullada, por la propia mano de aquel que devoraba con la mirada el delicioso cuerpo del de los cabellos negros que instintivamente comenzó a temblar, sin embargo el pelirrojo lo acarició con una delicadeza inusual en él deslizando la tela por sus hombros descubriendo sus hombros, no obstante, a continuación, se levantó retirando su camisa a la que pronto acompañaron sus pantalones en el suelo, pues a pesar de que había armado la cama aún no había ningún mueble más en el cuarto. Sus acciones propiciaron que el moreno levantara sus rodillas hasta pegarlas a su pecho en un gesto de defensa que hizo sonreír a Közi que se acercó lentamente echando hacia atrás las sábanas e introduciéndose entre ellas tras retirar también los bóxers, después hizo un gesto hacia Klaha que lo observaba todavía asustado.
-Vamos a ver si he ensamblado bien este chisme, ¿te parece? Venga, te prometo que no te haré nada, le prometí a Gackt que te cuidaría si te portabas bien y lo estás haciendo. Solo quiero dormir la siesta contigo.-
Con aspecto renuente se acercó hasta el de cabellos rizados que lo acogió entre sus brazos retirando la prenda por completo y haciendo que se tumbara a su lado, luego acarició sus mechones de seda negra dejándolos escurrir entre las yemas de sus dedos, después lo hizo acurrucarse contra sí y cerró los ojos besando la frente del hombre que ya se había dormido. Las manos iban y venían por su cuerpo haciéndolo temblar y es que las caricias expertas de Kamijo sabían por donde dejarse caer para despertar su deseo, la princesa removió sus piernas sobre la cama dejando más espacio para que su dueño continuara prodigándole aquel delicioso toque mientras que sus manos forcejeaban con los diminutos y endiablados botones del hermoso y elaborado chaleco de Kamijo, que al parecer no quería dejar de rodear el torso de su portador, el joven rubio finalmente se hartó arrancando los diminutos enganches que habían logrado enfadarlo, después retiró la prenda hacia a tras mientras besaba los labios del hombre que en aquel momento soltaba el obi descubriendo su pálido y delicado cuerpo totalmente indefenso ante sus avances nada castos. Cuando los dedos de su dueño alcanzaron su erección, la princesa emitió un gruñido gutural a la vez que arrancaba la camisa de pliegues azul, notando como los dientes del hombre desgarraban su gargantilla negra para poder acceder a la piel aterciopelada de su cuello, los dientes del de ojos de hielo pasaron por su garganta como los de un vampiro dejando marcas de posesión a las que la víctima respondió clavando sus uñas rasguñando por completo la espalda fuerte de Kamijo que correspondió a las acciones de su princesa con sonidos profundos salidos directamente de su garganta, el placer que sentía era casi animal por lo que al mayor no le importó en absoluto cuando el hermoso rubio le dio la vuelta subiéndose sobre él y comenzando a frotarse contra él. Hizaki estaba perdido por la pasión que la piel de su dueño desprendía y es que no podía controlarse, las caricias, los besos y los gemidos se entre mezclaban mientras su cuerpo se mojaba más y más, cuando sintió la dura erección del hombre pugnando contra la firme tela del pantalón de vestir sobre el que estaba sentado deslizó su propio pene gimiendo en el proceso, después abrió la bragueta y bajó el bóxer acariciando la erección de Kamijo mojándose con el líquido preseminal provocando un fuerte grito del hombre justo antes de que moviera sus piernas colocándolas a la altura de las caderas comenzando a penetrarse él mismo, los gemidos resonaron en la habitación cuando los cuerpos se convirtieron en uno, el colchón comenzó a moverse cada vez más rápido gracias al ritmo impuesto por la princesa que ansiosa deseaba la liberación, para Yuuji era como un sueño ver a su hermoso rubio sobre él disfrutando y haciéndole disfrutar, por lo que cuando sintió contraerse el firme interior de su Hizaki estrangulando su miembro se dejó ir liberando también las palabras que llevaba tiempo guardando.
-Te amo.-
El joven rubio gimió fuertemente cuando su interior fue invadido por la cálida semilla de Kamijo pero cuando su declaración llegó a los oídos del hermoso muchacho de ojos de azabache, este no pudo evitar retirarse sorprendido, puso una mano en su pecho notando como su corazón latía más rápido de lo normal y no sabía si era por el reciente sexo o por las palabras pronunciadas por el hombre que en aquel momento se incorporaba en el lecho, Yuuji tendió una mano a la princesa que sin embargo se acomodó la ropa como pudo y salió corriendo de allí empujando a un sorprendido Atsushi que en aquel momento entraba al cuarto, el moreno observó como su amigo se tapaba con la sábana negando con la cabeza, con una mano enredada en las ondas castañas de su cabello.
-¿Qué ha ocurrido para que tu princesa huyera así?-
-La he fastidiado Atsu, como no tienes ni idea.-
-¿Y no irás a buscarlo?-
-Es mejor que esté solo durante un rato, de todas formas ahora debemos solucionar el tema de la vacante en las fuerzas del orden.-
El de larga melena oscura asintió saliendo de la habitación esperando a que Kamijo terminara de ponerse presentable, después de que Klaha fuera incluido en el plantel de muchachos de la casa, en la policía metropolitana había quedado una vacante que sin duda debía ser cubierta por alguien afín para evitar un nuevo riesgo de seguridad similar a la desencadenada por el moreno que en aquel momento comenzaba a despertar notando el cuerpo de su torturador privado abandonar las sábanas, Közi tenía trabajo que hacer para Gackt por lo que había decidido dejar a su moreno al cargo del resto del montaje de la habitación, pronto llegarían otros dos muchachos más que lo ayudarían por lo que no se preocupó y salió dejándolo solo, pero de hecho al cabo de un rato por la puerta aparecieron Yoshiki y Jasmine. Los dos jóvenes se habían retirado a la habitación del hermoso rubio para hablar aunque ninguno tenía muchas ganas de revolver el pasado, sin embargo el de hermosos rizos castaños, que se había tumbado sobre el edredón azul limpio del compañero de su hermano no podía contener sus preguntas, nunca había tenido nada parecido a una familia, desde que su hermano nació lo que había sido un matrimonio feliz se desmembró, la repentina muerte de su madre por complicaciones post parto había provocado que su padre cayera en la bebida sin prestar atención a sus dos hijos que lo necesitaban, finalmente en una fatídica noche de junio había muerto quemado vivo en casa por culpa de un cigarro mal apagado, ante la mirada horrorizada de su hijo mayor que había ido a comprar y los llantos del hermoso bebé de grandes ojos azules que se acababa de quedar sin infancia y sin hogar, durante unos segundos parpadeó para regresar a la realidad limpiándose una imperceptible lágrima tratando de que Yoshiki no la viera, no quería preocupar de más al joven, aunque finalmente se armó de valor.
-Yoshi-chan…-
-¿Si? ¿Qué ocurre Jasmine-san?-
-Yo siempre me lo he preguntado, pero nadie de aquí me ha sabido dar una respuesta satisfactoria… ¿co…cómo es tener una familia?-
El rubio tomó entre sus dedos un largo mechón ondulado retorciéndolo varias veces sin poder creer lo que escuchaba, no podía pensar que había alguien que no supiera lo que era tener alguien que te quisiera y se preocupara, entonces se dio cuenta de que no era tan desgraciado como había creído porque si bien había perdido a sus padres, por lo menos alguna vez había sabido lo que se sentía cuando alguien te amaba y te cuidaba, al ver la curiosidad repleta de tristeza en los enormes ojos castaños de su amigo no pudo evitar sentirse partícipe de su pena y a la vez muy egoísta por no haberse parado a pensar en el pasado de sus amigos que probablemente había sido mucho más trágico que el suyo. Abrazó fuertemente a Jasmine besando sus mejillas suavemente, después le sujetó el rostro con ambas manos mirando de nuevo aquellas hermosas pupilas marrones.
-Nosotros somos una familia, Kaya-chan, Hizaki-chan, Teru-kun, Hide, Mana-san y tú nos cuidáis haciendo que realmente seamos una familia.-
Jasmine solo sonrió agradeciendo a Yoshiki su hermoso y generoso gesto.
En ese instante uno de los muchachos del servicio del interior de la casa les avisó de que debían ayudar al nuevo privado a terminar su instalación por lo que ambos muchachos bajaron hasta la puerta semi oculta situada en el rellano entrando por ella descubriendo al hombre joven desnudo en la cama mientras avergonzado trataba de alcanzar la yukata blanca que reposaba en el suelo arrugada, con la elegancia que le caracterizaba el hermoso joven de delicados caracolillos de cobre extendió su finísima mano de largos dedos tomando la prenda y extendiéndola hacia el hombre para luego hacer un gesto a su compañero, ambos se volvieron mientras Klaha se colocaba la prenda, aún no tenía más ropa que aquella por lo que no debía descuidarla, una vez que estuvo listo indicó a los muchachos que podían volverse, sin embargo cuando vio la cara del de largos cabellos dorados se quedó sin palabras.
-¿Tú…tú eres Hayashi Yoshiki?-
No supo cómo reaccionar, miles de preguntas se agolparon en la mente del penúltimo integrante de la casa y es que no entendía de qué podía conocerle aquel antiguo policía puesto que pese a haber vivido en un barrio conflictivo nunca había tenido encontronazos con la ley.
-Sí, ¿por qué?-
-Conocí a tus padres, su muerte fue lo que me trajo hasta Sakurai, aunque al parecer todo ha sido en vano, ese…se saldrá con la suya de nuevo.-
Lo miró sorprendido, cada vez tenía todo menos sentido, ¿a sus padres?
-A mis padres… Pero, ¿cómo es posible?-
-Esto te resultará difícil de asumir supongo, pero ellos…-
Suspiró cogiendo fuerzas para lo que iba a decir, no sabía cómo expresarlo para hacer el menor daño emocional posible al chiquillo, aunque tampoco era una de esas noticias que se comunican cada día, finalmente se armó de valor.
-Ellos…traficaban para Sakurai Atsushi y lo estafaron.-
-¿Traficaban? ¿Es una broma? Porque si es así no tiene ninguna gracia.-
-No es ninguna broma Yoshiki, ellos distribuían el mejor caballo de las afueras de Shinjuku, sin embargo decidieron aumentar su comisión tratando de estafar a Sakurai, fue por eso que decidió asesinarlos, no fue tu culpa.-
Al sentir la mano del ex policía sobre su hombro derecho sintió como si le quitaran un gran peso de encima, la información era pésima y sin embargo le aliviaba, era mejor que llevar sobre su conciencia la muerte de tus progenitores. Con cuidado, aún dolido por la información recibida retiró la mano de su hombro caminando hasta las cajas de muebles que alguien había dejado a la entrada, comenzó a desembalar los armarios y mesillas con ayuda de Yuu que enseguida lo acompañó, juntos comenzaron a hacer la distribución adecuada de los muebles para que no se estorbaran unos a otros, como un autómata Klaha se movió de un lado para otro sin prestar atención a lo que ocurría allí, poco a poco sus pensamientos fueron ocupados por el brillo de unos hermosos y grandes ojos negros llenos de lágrimas, no podía ser, no podía, cerró los ojos recordando una vez más aquella horrible noche, los hombre de aquel despreciable habían obligado a sus padres llegar al salón, a arrodillarse frente a ellos, después les habían disparado obligando a Manabu-chan y a él mirar, entonces la pistola se dirigió hacia él y un dolor atroz recorrió su cuerpo, cayó sin fuerzas sobre la alfombra sintiendo como la vida huía de su cuerpo, cerró los ojos tratando de desterrar las imágenes de su mente, entonces lo vio todo claro y pese a que era imposible todo cobraba sentido ahora, corrió como alma que lleva el diablo dejando atónitos a los muchachos que le ayudaban con la boca abierta, corrió hasta el nuevo salón donde presentía que Mana se encontraba, había algo dentro de él que se lo decía como una especie de premonición, no, más bien como una especie de conexión con el otro moreno, cuando lo vio no pudo seguir conteniendo sus lágrimas, al verle los enormes ojos negros, tan negros y hermosos como los suyos le imitaron llorando con desconsuelo y alegría a la vez, cualquiera habría dicho que eso no era posible, sin embargo en aquel caso lo era, no hicieron falta las palabras, ambos se fundieron en un abrazo, Klaha besó las mejillas del joven reconociendo la suave piel pálida mientras que el más joven acariciaba su espalda, mucho más grande y fuerte de lo que la recordaba. Por primera vez en casi quince años Mana rió feliz, por primera vez desde la noche de la desgracia se sintió en casa, porque su casa era donde su familia se encontraba. Masaki oyó su nombre pronunciado por primera vez en muchos años y se maravilló lo bien que sonaba en los labios de su hermano, aun llorando pero sin rastro de la amargura solo fue capaz de susurrar “por fin” no había razón alguna para empañar el hermoso momento, con aquella frase tan simple todo lo que se tenían que decir quedaba expresado, por fin se veían, por fin sabían que el otro estaba vivo, por fin se reencontraban, por fin volvían a estar unidos, y ambos estaban seguros de que ya nunca los separarían. Mana sabía que nunca más estaría solo y Klaha por fin se daba cuenta de que no había fallado cuando había irrumpido en el complejo de Sakurai, porque siempre había sabido que prefería a su hermano por encima de todo incluso por encima de la libertad.

Emiru lloraba sintiendo con la sangre goteaba por sus muslos hasta la sábana, a su lado Machi, uno de sus compañeros de habitación y Hero un muchachito del cuarto de al lado trataban de consolarlo y curarlo, Kazumi había cumplido como había prometido tomándole, pero jamás se lo había esperado de semejante manera, el hombre le había obligado a ponerse a cuatro patas como un repugnante animal, tras forzarlo a realizar una mamada, se colocó la mano en la boca tratando de evitar que el vómito saliera despedido sin embargo sus intentos resultaron infructuosos y los restos de comida, semen y bilis salieron despedidos de su boca manchando el suelo y las sábanas, con un suave paño húmedo, el hermoso pelirrojo de ojos verdes que respondía al nombre de Machi, limpió las comisuras de los labios del doliente conteniendo sus propias arcadas al ver las marcas de golpes, arañazos y mordiscos en la piel del pequeño castaño, no tenía ni un solo hueco libre de moratones, una lágrima escurrió de sus ojos, Mayu-sama también le había violado la primera vez, sin embargo no había sido virgen por lo que no podía ni imaginar el dolor que aquello producía y produciría en el joven que en ese momento sollozaba entre sus brazos aferrándose a él como si fuera su bote salvavidas, ninguno de los dos prestó atención a Hero que silenciosamente caminó hasta la salida del cuarto, se dirigió hacia la ventana de la sala donde estaba el botiquín, observó el ventanuco rectangular por el que apenas entraba la luz, se subió como pudo a un mueble blanco , rompió la ventana con el botiquín y escurrió su pequeño cuerpo fuera, en aquel momento solo quería huir de aquel horrible y despreciable lugar para siempre. Cuando Machi consiguió que Emiru se durmiera buscó a Jaejoon para que le ayudara a terminar de limpiar el cuerpo magullado y sangrante, pero al no encontrarlo recordó al chico que le había cosido al herida de la muñeca, caminó hacia las habitaciones de los privados aun sabiendo que si subía se ganaría un castigo, sin embargo la integridad de su amigo era más importante, no obstante cuando estaba a punto de subir las escaleras en busca de Yoshiki se dio de bruces contra el joven líder de los muchachos de Sakurai que se ocupaban del interior de la casa, Ryoushin iba acompañado por otro joven, este de cabello rubio que tenía al igual que él un fajín rodeando su cintura, sin embargo, indicando que se trataba del líder de los muchachos que cuidaban del exterior pues era de color azul, el chico que respondía al nombre de Yui lo miró con el interés grabado en sus ojos oscuros y pasó a su lado despidiéndose de Ryoushin con un gesto, después el joven le miró con gesto interrogante esperando una explicación que pronto se produjo, sin embargo, con el objetivo de no romper la norma de Sakurai-sama, fue el mismo guardián quien avisó al amante de su jefe. Yoshiki se sorprendió enormemente cuando uno de los jóvenes de su dueño, el mismo que le había ido a buscar el otro día cuando tenía que cenar con el dueño del complejo, aunque al ver la urgencia de la que le avisaba, no puso trabas y bajó rápidamente tomando los útiles necesarios del botiquín para curar, al igual que la vez anterior Machi observó como el muchacho se ponía los guantes de látex, luego desinfectó las heridas y aplicó cremas sobre los morados colocando suaves gasas por encima para impedir infecciones, con mucho cuidado procedió a limpiar el ano sangrante mientras el pelirrojo desviaba la mirada, sin embargo Ryoushin ya había visto e incluso sufrido muchas violaciones a lo largo de su vida por lo que no dejo de observar ni siquiera un instante como los dedos cubiertos de plástico del amante de Sakurai-sama se manchaban de la sangre del pequeño que en sueños se removía llorando, cuando por fin terminó, el hermoso rubio de largos cabellos se quitó los guantes tirándolos a un recipiente especial de color amarillo que Ryoushin le ofreció para a continuación tapar con el edredón a Emiru dejándolo bajo el cuidado de Machi mientras que se vio en la obligación de seguir a su vigilante de vuelta a la habitación de Klaha, pero antes de entrar agarró el fuerte brazo del joven que le acompañaba y le miró profundamente a sus ojos castaños oscuros.
-¿Por qué sirves a Sakurai-sama? He visto en tus ojos que lo que le ha ocurrido a Emiru te desagrada tanto como a mí.-
-La vida es mucho más complicada de lo que parece, joven Yoshiki, no todo es blanco o negro, siempre hay decenas de tonos de gris.-
Desde las pantallas de su despacho a donde se había dirigido después de que su amigo se vistiera, Atsushi con Kamijo al lado, sonrió al escuchar la declaración de su muchacho, aun podía recordar cuando lo había sacado de una de las muchas peleas ilegales que se desarrollaban al norte del país, había visto algo especial en los ojos de aquel chico, algo que le había hecho convencerse de que podría serle útil aunque ni él mismo lo creía, en ese momento debía de reconocer lo erróneo de su intuición, el muchacho era en efecto, muy útil. Asagi sonrió al ver a su líder sentado observando a Ryoushin, colocó la mano en uno de los reposabrazos de cuero del asiento del mayor y entonces habló.
-Lo educaste bien Atsushi.-
-Teniendo en cuenta el lugar de donde lo saqué no me extraña que prefiera esta vida, aunque últimamente me doy cuenta de que cada vez más le empiezo a perder, cada vez odia más lo que ocurre aquí y desprecia lo que hace aquí, siento que pronto intentará algo y no precisamente a mi favor.-
-Si tan seguro estás por qué no le detienes.-
-Porque espero a ver si tiene valor suficiente, tal vez sea el único que pueda detenerme, quién sabe.-
Esta vez fue el de cabellos castaños y ojos de hielo el que hablo con una sonrisa sarcástica en la cara.
-¿De veras lo crees?-
Atsushi sonrió suspirando, las cosas habían cambiado tanto en los últimos meses que ya no sabía en qué creer, sin embargo siempre había creído que era mejor esperar a ver como se desarrollaban las cosas antes de actuar porque hacerlo sin pensar era peligroso, aguardaría.

El pequeño Jaejoon corría aterrado por las calles de Tokio, si los hombres que lo perseguían lo atrapaban sabía que podía darse por muerto, tras ver la horrible violación sufrida por su amigo más reciente, Emiru, no había podido evitar entrar en pánico y había escapado como había podido por una ventana aprovechando su delgadez casi extrema, en ese momento sus delicados pies descalzos golpeaban el suelo de las calles iluminadas y abarrotadas de la capital, el miedo hacía que apartara a empujones a los viandantes mientras miraba hacia atrás para observar la distancia a la que estaban los hombres, no tenía ni idea de a dónde dirigirse porque jamás en su vida había pisado aquella ciudad, del contenedor metálico en el que había llegado desde Corea, le habían metido en una furgoneta con los cristales tintados con otros muchachos a los que no entendía, probablemente chinos, les habían llevado hasta la casa y una vez allí sus ojos habían sido vendados para impedir que vieran posición la entrada , sin embargo el desconocimiento no impedía que girara y corriera por cada calle que veía, sin embargo dada su incapacidad para orientarse no pudo evitar que los dos jóvenes del servicio de Sakurai-sama lo atraparan tomándolo en vilo, se retorció como una serpiente moribunda. Chilló y arañó a sus captores tratando de llamar la atención de la gente que pasaba, buscando su ayuda, pero estos se limitaron a ignorarle, los que más hicieron solo lo observaron con pena y es que todos sabían reconocer a aquellos hombres y nadie se atrevía a hacerles frente, otros simplemente no se preocupaban por un niño extranjero sin hogar. Hero lloró desconsoladamente mientras su pequeño cuerpo era inmovilizado en el interior de una furgoneta negra, uno de los hombres se colocó unos guantes de cuero mientras el otro tomaba entre sus manos su cuello inmovilizando su cabeza contra el suelo, después en la calla solo se oyeron los gritos desesperados del muchacho que inútilmente trataba de conservar su dignidad.
Media hora más tarde una suburban negra aparcó frente a la segunda puerta trasera de la casa-prisión que Sakurai Atsushi regentaba, de ella sacaron a un muchacho bajito y delgado con los ojos vendados por un trapo negro empapado de lágrimas, también tenía marcas en las mejillas y en la zona de las piernas que se le veían, estaba tan magullado que necesitó ayuda para andar. Cuando Kalm y Kang Ta lo vieron, negaron con la cabeza, no se podía escapar de Sakurai Atsushi-sama.
La hermosa princesa rubia que había huido hasta un pequeño altillo situado en uno de los almacenes de la primera planta miraba por la diminuta ventana que solo le mostraba el cielo, las lágrimas se deslizaban por su cara pero no podía explicar por qué, solo continuaba llorando secándose en las mangas del kimono y sorbiéndose los mocos sin dejar de mirar las blancas nubes que empañaban la pureza del azul del cielo, en esa situación fue como lo encontró Kaya que tras comer se había encontrado con Juka que abandonaba la casa, el de cabellos de plata le había susurrado al oído que por la noche le daría un regalo especial, no habían tardado mucho por la prisa que guiaba al de los ojos de mercurio líquido pero había sido suficiente para intrigar al hermoso albino que con una mano en el pecho se había apoyado en la pared tratando de acallar los latidos desenfrenados de su corazón, después suspiró tomando la decisión de buscar a la princesa para contarle lo que acababa de ocurrir, corrió a la habitación que compartían pero esta se hallaba vacía, en la de Jasmine tampoco había nadie mientras que en la de Hide y Teru estaban los dos pequeños durmiendo tras la comida por lo que prefirió no despertarlos, en la habitación de Klaha pudo oír las voces preocupadas de su hermano y Yoshiki mientras movían los muebles de un lado para otro, asomó la cabeza preguntando por Hizaki sin embargo no recibió ninguna respuesta satisfactoria pues ninguno de los chicos lo había visto después de que se fuera para reunirse con Kamijo, algo abatido caminó hasta la planta baja donde entró en el nuevo salón, allí se encontró con Mana que se hallaba abrazado a Klaha llorando con paso silencioso se alejó sin tener intención alguna de interrumpir el bello momento que los dos pelinegros compartían, pero al volverse se encontró con Teru que tenía cara de sueño y agarraba un pequeño muñeco de E.T. en su brazo derecho, llevaba un pijama celeste y su cabello bicolor estaba muy alborotado, con voz suave le preguntó por Jasmine que era el que le cantaba cuando no podía dormir sin embargo estaba ocupado por lo que le tocó a él tararear una simple canción infantil que a pesar de lo sencilla que era hizo las delicias del adolescente al que jamás habían cantado en su casa. Acarició el flequillo oscuro de Teru antes de besar su frente para despedirse durante un instante y salió del cuarto sin hacer ruido con cuidado de no despertar a los nuevos durmientes, bajó mirando en todos los cuartos que encontró a su paso, sin éxito, cuando estaba a punto de darse por vencido recordó aquel pequeño altillo en el que el bello rubio solía esconderse para pensar cuando Kamijo-sama lo dañaba, alegre por haber encontrado la solución corrió con todas sus fuerzas hasta llegar allí encontrándose con su amigo deshecho en lágrimas, subió con él tras apartar los numerosos objetos que llenaban aquel almacén y que la princesa había colocado para ocultarse a modo de parapeto, gateó hacia él dada la diminuta amplitud del lugar y lo rodeó con sus brazos lo mejor que pudo sintiendo como el rubio, que durante años había permanecido imperturbable mostrando una valentía digna de los grandes guerreros de la antigüedad, dejaba de lado su valor llorando como un bebé adolorido, y él no sabía qué hacer ni como consolarlo, él mismo tuvo que contener las lágrimas como tantas veces había hecho el muchacho entre sus brazos sintiéndose impotente.
-¿Qué ha ocurrido Hizaki-hime?-
-Me ha dicho que me ama.-
Respondió el joven entre sollozos ante la mirada atónita de su amigo y compañero albino que, habiendo esperado toda su vida por oír esas palabras de la boca de Juka no podía entender qué era lo que tenía tan consternado a Hizaki.
-¿Eso es malo?-
El hermoso rubio lo observó como quien mira a un extravagante gasterópodo fosilizado del pleistoceno medio aunque casi al instante se dio cuenta de que debía ser menos duro con el bello albino que solo trataba de ayudarle.
-La verdad es que cada vez sé menos que hacer con mi vida, con Kamijo, con lo que siento, solo…-
Cerró los ojos apartándose suavemente de Kaya, y cuando los abrió de nuevo solo vio el cielo tan claro como los ojos de su acompañante.
-…solo quiero ser como el halcón que vuela en libertad.-
El valor de la princesa había regresado fuera lo que fuera lo que le deparaba el futuro.

lunes, 21 de marzo de 2011

¡¡Piratas!! XI y X





Capítulo 10: Sigue a tu corazón

El muchacho rubio se movía con una destreza difícil de igualar, su cuerpo actuaba con la flexibilidad de un junco mecido por el viento pero la fuerza de un potente árbol, el hermoso sable de empuñadura carmesí que sostenía entre sus dedos parecía una extensión de su hábil brazo, su atuendo, compuesto por un ajustado pantalón negro, unas botas de cuero marrones y una camisa blanca sujeta por un fajín púrpura y dos brazaletes de cuero negros, unidos al pañuelo también negro atado a la cabeza para mantener en su lugar la larga melena dorada, terminaban de darle un aspecto hermoso e imponente, su sombrero yacía olvidado en el suelo por lo que a punto estuvo de ser pisado cuando los cuatro hombres se lanzaron hacia él, sin embargo no constituían un gran reto por lo que saltó ágilmente cercenando el cuello de uno de ellos al describir un arco circular con su sable tomando impulso así, para parar la estocada de su compañero al que rápidamente arrebató el arma ensartándolo en ella, a pesar de sus esfuerzos sus enemigos se reagrupaban por lo que tomando en una mano su propio sable y en la otra la cimitarra que le había arrebatado a uno de sus oponentes se dispuso a hacerles frente en solitario, o al menos fue en solitario hasta que una alta figura negra se situó a su lado con una pistola y un sable militar en ambas manos, el sujeto retiró su capa dejando libre el largo cabello lacio y negro que había tomado costumbre de llevar suelto, con sus ojos de azabache miró a los también oscuros del muchacho y ambos se sonrieron tratando de apreciar los cambios que habían sufrido en aquellos meses en tan solo una mirada. Tras reconocerse avanzaron hacia sus enemigos rápidamente describiendo hábiles estrategias de esgrima, arte en la cual ambos despuntaban, el moreno lazó la primera estocada mortal impidiendo que el compañero del hombre con el cual su amigo mantenía lucha hiciera daño al susodicho rubio que a su vez, agachándose rápidamente envió un fuerte sablazo circular horizontal abatiendo a tres hombres de un solo golpe, era indudable que a ambos compañeros les habían instruido auténticos maestros del arte de la espada, aunque sin duda alguna debían de tener una larga tradición de espadachines entre sus antepasados, de nuevo el más alto de ambos paró un ataque dirigido a su compañero sin embargo eso le hizo descuidar su retaguardia provocando que recibiera un fuerte golpe en su brazo, pero eso no detenía a alguien de su nivel, por lo que sobreponiéndose al dolor sujeto la hoja que le había herido con la otra mano soltando su propio sable y asestó un fuerte golpe con el puño cerrado goteante de sangre que rompió la mandíbula del que había osado tocarle, cuando el cuerpo de su enemigo tocó el suelo su compañero, el joven rubio acabó con la vida de su último contrincante, y se volvió hacia él con una sonrisa, esperando que hablara, y así lo hizo.
-Estás hermoso de cualquier manera pero te prefiero con vestido.-
Hizaki recogió su sombrero del suelo poniéndoselo con una sonrisa, mientras sentía como Asagi se lo calaba, entonces reparó en el atuendo del moreno, un pantalón de civil de cuero negro con sus antiguas botas militares un poco más ajadas que unos meses antes, una camisa negra amplia sujeta por un chaleco de cuero y la cruz de plata que le había regalado, estaba imponente y muy atractivo, de eso no había la menor duda, sin embargo echaba de menos una cosa.
-Sin uniforme te ves menos tú.-
El Sakurai rió acompañando a su princesa fuera de la taberna que acababan de destrozar, era otra hermosa puesta de sol en el Arrecife del León.
Cuando ambos se sentaron juntos en el muelle para observar los últimos rayos de sol el rubio apoyó su cabeza en el fuerte hombro del moreno que a su vez le rodeó la cintura, Hizaki cerró los ojos recordando lo que había ocurrido unos meses antes y se tocó la espalda doliéndose aún de los latigazos que había recibido, que en aquel momento se habían curado en su mayoría aunque las delgadas cicatrices perduraban.

Se quedó mirando al horizonte hasta mucho después de que la barca partiera, pero de pronto su calma se vio interrumpida por los ruidos de los hombres del pirata moreno que lo habrían de llevar de vuelta al Versailles, estos le miraron furiosos sabiendo que se había llevado a su prisionero, sin embargo no se resistió cuando lo llevaron ante su hermano, sabía que había hecho lo correcto haciendo caso a su corazón pero eso no evitó que le doliera la mirada de decepción que vio en los ojos de hielo cuando le abrieron la espalda del camisón, y la voz de su capitán sonó más dura que nunca cuando decretó su castigo, ya lo había esperado aunque no por eso los treinta latigazos dolieron menos, cuando el primero amorató su piel apretó los dientes con todas sus fuerzas, sin embargo al quinto no fue capaz de contener los gemidos de dolor mientras la dura cuerda de cuero rasgaba su blanca piel y al decimoquinto comenzó a chillar notando la sangre escurrir mojando su ropa, inútilmente se aferraba a las cuerdas a las que había sido atado tratando de aplacar el dolor, la sangre manaba a borbotones de las múltiples heridas abiertas, sin fuerzas cayó de rodillas sin que por ello su hermano, quien le azotaba personalmente, dejara de castigarlo, las lágrimas escurrían por su cara dado el inmenso dolor que sentía en su espalda, era como si le estuvieran clavando hierros candentes con cada golpe, cuando por fin llegó el treinta fue desatado y arrastrado hasta su camarote, sabía que era un privilegio poder dormir en su cama pese a su castigo, una vez que lo arrojaron temblando sobre el lecho su hermano mayor caminó hasta él siendo seguido por Jasmine que lo miró con tristeza y determinación brillando en sus pupilas castañas a partes iguales, Kamijo se acercó sentándose sobre el colchón a su lado mientras que el de hermosos y suaves rizos cobrizos le acariciaba el cabello como si tratara de calmarlo, entonces el mayor habló.
-No entiendo por qué lo has hecho princesa, pero creo que si tu entiendes por qué lo he hecho yo.-
Con la voz rota por los gritos Hizaki asintió, aunque el hecho de entender las razones de su hermano no lo hacía más llevadero.
-Los líderes deben dar ejemplo.-
Con gesto apenado Jasmine se levantó yendo en busca de los utensilios necesarios para curar las heridas de su hermano dejando, de ese modo al mayor y al pequeño a solas como era el deseo de Kamijo que tenía la intención de comprender el por qué de la reacción de la princesa de tal modo que se sentó cerca de él tomando el lugar de su hermano mediano a la hora de acariciar los rizos del bello doncel rubio.
-Me gustaría que me explicaras por qué lo hiciste.-
Hizaki tomó aire sin tener ni idea de cómo explicar lo que le había ocurrido, trató de elegir las palabras de la forma más adecuada, sin embargo no se le ocurría la forma, cuando miró los brillantes pupilas azules de su hermano mayor supo que no toleraría la mentira.
-Yo… no, no sé cómo explicarlo.-
Kamijo le miró con las pupilas brillando de furia y se levantó en un gesto airado, no le había gustado el extraño tinte de emoción que había en la voz de su hermano pequeño, aunque no conseguía como identificarlo, suspiró saliendo del cuarto, sabía que necesitaba calmarse y que solo Kaya podría hacerlo, por lo que se fue a buscarlo. Cuando el portazo resonó en el camarote una lágrima se desprendió de los ojos oscuros de Hizaki que sintió una amarga tristeza, el desprecio de su hermano le había hecho daño.
Kamijo caminó hasta el cuarto de su bello amante embarazado y toda su furia se borró de un plumazo cuando observó el gesto tierno con que el hermoso doncel acariciaba su tripita que pronto comenzaría a formarse mientras tarareaba una hermosa melodía moviendo sus pies desnudos en el aire al compás de la misma, su cuerpo apenas estaba cubierto por una yukata floreada, había dejado suelto su cabello que en los últimos meses había crecido hasta un poco por debajo de los hombros, aunque procuraba recortarlo cuando amenazaba con sobrepasar la largura que rodeaba su cara, le gustaba conservar su aspecto siempre tierno y hermoso, a pesar de todo ese era el único gesto de vanidad que se permitía, había cosas más importantes. Le colocó la mano en el hombro para hacerle notar su presencia, mientras que el de brillantes ojos cobalto y cabellos de platino se dejaba acariciar en la espalda con una sonrisa, al cabo de un rato el hermoso doncel observó como su capitán se arrodillaba frente a él comenzando a acariciar sus pies en un delicado y delicioso masaje que le hizo cerrar los ojos por el placer y el alivio que comenzaba a sentir, alivio pues la tensión que se había acumulado en sus extremidades acompañando al principio de las molestias abdominales, pronto su tripita se haría más grande puesto que estaba en el cuarto mes, cuando Kamijo terminó de acariciar la planta de sus pies se tumbó a su lado apoyando con cuidado la cabeza sobre el vientre que guardaba a sus hijos sintiendo como los finos dedos de su amor jugaban con sus mechones castaños y ondulados, casi reprimió un suspiro tratando de que Kaya no se diera cuenta, pero el hermoso doncel oía mejor de lo que esperaba, y no pudo negarle la explicación que el joven esperaba.
-Es por Hizaki-hime, no sé lo que le ocurre, desde que Atsushi lo sacó de la casa del tal Asagi ha estado extraño, ayer por la noche lo ayudó a escapar, y cuando le pedí explicaciones hace un rato dijo que no sabía por qué lo había hecho, no lo comprendo Kaya, pese a lo caprichoso e incluso molesto que ha sido siempre nunca había hecho nada semejante, siempre ha sabido cuando dejar de molestar y ponerse serio, cuando pensar con la cabeza, y ahora parece que su lado racional se ha ido de paseo.-
Kaya retiró con cuidado el flequillo castaño de la blanca frente de su apuesto amante para ver con claridad sus brillantes ojos claros mientras trataba de elegir las palabras adecuadas para no perturbar el voluble carácter que el de rizos castaños estaba exhibiendo, era como si el capitán estuviera sufriendo los efectos de las hormonas del embarazo.
-Tal vez Hizaki-hime solo está confuso por algo que le dice su corazón.-
-¿¿Su corazón??-
-Bueno Hiza-chan es un doncel que ya tiene una edad apropiada para comenzar a tener sentimientos por hombres, supongo que hace años que tiene el periodo de celo, tal vez solo se sintió algo atraído por el moreno a causa de uno de esos periodos.-
-¿Quieres decir que mi pequeña princesa siente deseos de tener amantes?-
-Va… bueno, ya te he dicho que es normal, además no vivió reprimido como yo, se educó en un entorno en el que se le respetaba y no tenía ningún tipo de limitaciones, en un principio, antes de conocerte y enamorarme, me atrajiste porque representabas un cambio en mi vida, aunque no me gustaba como nos tratabas a Emiru y a mí, eras la libertad en un mundo en el que no tenía derechos, creo que para Hiza-chan es justo al revés, siempre ha sido libre y Asagi le pone límites y lo controla quitándole la responsabilidad de ocuparse de su vida, créeme, se lo que es encontrarte de pronto con el peso de toda tu responsabilidad y el alivio que supone no tener que ocuparte de eso.-
-Yo siempre he sido autosuficiente y nunca he visto la necesidad de ser protegido por nadie.-
-Eso es porque eres un varón, no tienes ni idea de lo que significa ser doncel y saber siempre que no eres libre a causa de tu fertilidad.-
-Supongo que tienes razón, pero eso no evita que haya desobedecido mis órdenes ni cambia el hecho de que no me gusta ese hombre para él, es demasiado viejo.-
Kamijo finalizó su frase con un puchero enfurruñado que lo hacía parecer infantil ante la mirada divertida de su amante que esbozó su bella sonrisa.
-Tú también eres demasiado viejo para mí, según ese planteamiento.-
-¿Estás empeñado en llevarme la contraria?-
-Creí que no te habías dado cuenta.-
Ambos rieron tumbándose en el lecho uno junto al otro, el mal humor se había evaporado sin duda gracias al hermoso Kaya. Jasmine observó con tristeza la mueca de su hermano mientras el orgulloso doncel rubio trataba de contener las lágrimas, el bello moreno de rizos cobrizos sabía que le estaba haciendo daño al frotar fuertemente sus heridas con un cepillo de cerdas duras, pero también sabía que era la única manera de evitar que se le infectaran, cuando terminó aplicó un ungüento a base de miel, hierbas y barro que poseía un extraño color amarronado salpicado de motitas con todas las variantes de tonalidades de verde y rojo, su olor no era muy agradable sin embargo impediría que funcionara desinfectando los rasguñones que cubrían la espalda de Hizaki, después vendó su torso con unos delicados paños de lino que habían conseguido tras atacar un anticuado galeón egipcio, al terminar dio un suave beso en la frente de su hermano limpiándole las lágrimas y arropándolo bien con las mantas, luego salió del cuarto yendo en dirección a su propio camarote donde Yuki se ponía cómodo sobre una de las tres butacas de tapicería violeta que flanqueaban su lecho esperándole, al abrir la puerta Jasmine rió observando a su amante despatarrado sobre uno de los asientos mientras trataba de quitarse las botas sin levantarse, apenas tenían un momento antes de zarpar de nuevo por lo que quería aprovecharlo para estar con su amado doncel que en aquel mismo instante apoyó la suela de su bota en su cadera estirando hasta conseguir retirársela, repitió la acción una segunda vez y se sentó en su regazo sonriendo al sentir las caricias que el duro contramaestre repartía en sus cabellos y en su piel haciéndole sentir el ser más hermoso y querido del mundo, sin duda alguna Yuki sabía usar sus largos dedos a la perfección, no solo para encender su pasión sino para transmitirle con cada uno de los gestos el amor que le tenía, mientras él, el propio Jasmine solo podía cerrar dejándose llevar por su amado. El silencio cómplice se adueñó de la habitación cuando uno los dos ocupantes se durmió en brazos del otro, el moreno de brillante cabellos negros no podía despegar su mirada de las finas líneas que componían la cara del doncel de belleza irreal, sabía que lo amaba y simplemente daría su todo por el si fuera necesario, con mucho cuidado rozó sus labios con los de su superior simulando con su toque la suavidad del vuelo de una mariposa, después tomó el cuerpo curvilíneo entre sus brazos caminando hasta la cama en el mayor silencio posible, lo depositó sobre el colchón y salió del cuarto para dirigir las maniobras de partida, mientras tanto entre las sábanas de seda semitransparente Jasmine se encogió extrañando el calor que Yuki tenía costumbre de proporcionarle con cada uno de sus gestos, ante su movimiento las vaporosas cortinas lilas revolotearon sobre su cara haciendo titilar las sombras que le sol creaba sobre su piel sin que el joven se inmutara, cuando el movimiento de las suaves telas terminó, Jasmine seguía tan dormido como unos segundos antes.
Yuki caminó por la cubierta viendo sorprendido como Teru y Juka trabajaban con sus hombres girando la rueda del ancla para subirla, se acercó al de cabellos plateados pero antes de llegar a donde estaban pudo observar los grilletes que unían los tobillos derechos de ambos al poste que estaban girando, al parecer el capitán les había encontrado utilidad práctica, se volvió comenzando a dar órdenes para que fueran desplegadas las velas, al cabo de un rato su amigo Kamijo salió de su propio camarote colocándose junto a Kalm, el timonel para indicarle rumbo a seguir, enfrente de ellos se abría el camino a las Indias Orientales repletas de barcos mercantes cargados de sedas, especias y objetos exóticos de incalculable valor, además de que el mar de China ofrecía numerosas posibilidades de lucha y dominación ya que no había tanta superpoblación de piratas y corsarios como en el Atlántico. Cuando el barco comenzó a moverse el capitán hizo un gesto en dirección al navío de Sakurai, que también iba en aquella dirección, Atsushi suspiró sonriendo y contestando al gesto de Kamijo, iba en dirección a su esposo y sus hijos, casi no podía esperar a tener al hermoso embarazado entre sus brazos. En el punto al que tanto el Capitán Sakurai como el Capitán L’Espanaye se dirigían la bruma impedía que se viera la luz del amanecer, aunque eso no importó a los marineros que comenzaron a poner en facha el Metamorphoze largando las velas y limpiando la cubierta, a su lado el Dix Inferno era comandado por su legítimo capitán ya que Klaha que había suplicado a su hermano que dejara libre a Mana para que se hiciera cargo del mortífero barco japonés, mientras que él trataba de aprender todo lo posible del hábil moreno que además, se había llevado consigo a Közi para deleite del mediano de los hijos del legendario Hayashi Yoshiki, mientras tanto su madre, el ya nombrado pirata rubio salía a la cubierta de su hijo mayor con el pequeño recién nacido, ya era hora de que el diminuto Miyavi conociera el mar, tomando fuertemente al bebé entre sus brazos lo colocó sobre la baranda del casco para que el niño observara con sus ojos azabaches el apagado azul del mar de aquella zona que sin embargo emocionó al recién nacido que comenzó a emitir incomprensibles balbuceos señalando el agua y las formas que se movían bajo ella con sus diminutos deditos a la vez que agitaba los piececitos cubiertos por patucos de algodón para protegerlos del frío viento que a ratos azotaba a los marineros que hacían moverse aquellos barcos, los patucos que habían sido tejidos por Imai, que secretamente disfrutaba con aquella práctica tan poco acorde con su imponente aspecto de hombre duro y sin sentimientos, combinaban a la perfección por su color azulado con el kimono de bebé con nubes blancas sobre un fondo de color cielo, dado que su pelito apenas había crecido llevaba un gorrito a juego con los patucos que no impedía que mirara a su alrededor con aquellos enormes ojos negros llenos de curiosidad haciendo que Yoshiki estuviera seguro de que si su pequeño tuviera la capacidad de hablar no pararía de hacerlo. Al cabo de un rato el bebé comenzó a llorar desconsoladamente, aunque su llanto no duró mucho ya que casi de inmediato su mamá retiró la parte de arriba de su yukata rosada para darle pleno acceso a sus tetillas repletas de alimento.
A su lado los marineros retiraron la mirada avergonzados por los deseos que el rubio despertaba en ellos con su comportamiento despreocupado y es que el embarazo le había dado un aspecto aún más radiante que de costumbre y una mirada que brillaba bellamente llamando la atención a todos los que se hallaban a su lado, Gackt enternecido por las acciones de su madre se acercó con una sonrisa acariciando la manita de su hermano que ignorándolo, continuó bebiendo la dulce leche que su progenitor le ofrecía, cuando vio a su hijo mayor acercarse y acariciar a Miyavi no pudo menos que acordarse de cuando era el de ojos castaños el que estaba en sus brazos, casi no podía darse cuenta de que habían pasado diecisiete años, casi dieciocho, sus pequeños eran casi adultos, entonces suspiró viendo el hombre en que Gackt se había convertido, era tan parecido a su padre, y no podía evitar sentirse orgulloso del trabajo que tanto Atsushi como él habían realizado, no habían sido tan malos padres al fin y al cabo. El joven de cabellos y ojos castaños al ver la mirada perdida de su madre no pudo menos que imitarle al imaginar los bebes que podría tener con Mana, con el cabello castaño y los ojos negros de su mami o por el contrario con el cabello negro del bello doncel y sus ojos cobrizos aunque tampoco le importaría tener pequeñas copias de Mana correteando por aquí y por allá, lo cierto es que le apetecía tener niñas o donceles más que muchachos, sonrió imaginando a su bello amante con tripita, entonces lo vio dando órdenes de forma casi silenciosa siendo acatado de inmediato, lo cierto era que el joven moreno imponía mucho más que él mismo puesto que tan solo con un gesto o un susurro ya era obedecido, miró la hermosa figura ataviada con un sencillo vestido negro moverse por aquí y por allá en su cubierta repartiendo mandatos hasta que con muchas dificultades consiguieron sacar los dos barcos de las Islas de la Trinidad, una vez volvieron a estar en mar abierto se pusieron en camino del cabo del Erial de los Ángeles donde se aprovisionarían, no estaban muy lejos por lo que pronto avistaron las playas desiertas y kilométricas que lo componían, el puerto uno de los pocos que los piratas respetaban, entonces Yoshiki decidió bajar en una de las barcas para bañarse con su pequeño en las cálidas aguas de brillante color cobalto, se deslizó hasta el agua desnudo acompañado por Mana y Klaha que chapotearon con el delicado Miyavi enseñándolo a nadar pero por supuesto con cuidado para evitar cualquier peligro. Ciertamente no estuvieron mucho tiempo más en el agua pronto sería la hora de comer de los mayores.

Atsushi observó el delicioso plato que Toshi había preparado sorprendido ante la versatilidad del segundo de su amor, el moreno de cortos cabellos se había visto obligado a meterse entre fogones ya que el cocinero había resultado herido en la incursión, lo cierto era que Deyama no sabía cocinar muchos platos pero bordaba los tallarines fritos con verduras, era una de las pocas cosas que su madre había sabido cocinar sin quemar y de las que se había alimentado en sus primeros años, la vida de un niño pequeño en un puticlub no era fácil pero su progenitora siempre se había esforzado por otorgarle la mayor calidad de vida posible, pero su muerte por culpa de la sífilis no le había dejado en muy buena posición, la mayor parte de las prostitutas no querían encargarse de otra boca más que alimentar, aunque la abuela, una anciana que tenía fama de bruja en el pueblucho pero que solía ayudar a su mamá de vez en cuando, se había encargado de él enseñándole todo lo que sabía hasta que lastimosamente ella también había fallecido, entonces sí que se había quedado solo en el mundo, pero se había negado a quedarse en aquella aldea dejada de la mano de dios en la que nadie le quería, en la que a nadie importaba, por lo que una noche, había robado un pequeño pesquero haciéndose a la mar, alimentándose del pescado crudo que pescaba, después había llegado el día, una terrible tormenta se había abatido sobre él destruyendo el pequeño barco y lanzándolo al mar, unos pocos días después su cuerpo casi ahogado había aparecido en las playas de un puerto inglés que los piratas comandados por la Capitana Hayashi estaban saqueando, entonces un muchacho con aspecto de niña se había encontrado con él obligándole a usar una espada para defenderse de él, sin embargo jamás había empleado un arma semejante por lo que su oponente simplemente sonrió cuando lo desarmo haciéndole quedar como un idiota, pero aquel día por primera vez en su vida el destino estaba de su parte ya que el muchacho tras darle un beso en los labios le había arrastrado hasta el barco de su madre donde, tras unos cuantos meses de entrenamiento, se había convertido en su protector. Atsushi le puso una mano en el hombro para hacer que su mente regresara a la realidad después de que se perdiera en los recuerdos, sonrió sin decirle que él había sido el primero en besar a Yoshiki aunque fuera el otro moreno el dueño del corazón del rubio, el se conformaba por tener un lugar en el corazón de su capitán aunque no fuera el principal, cuando todos alzaron sus copas no retiró su sonrisa, siempre había sido de la opinión de que si realmente amabas a alguien lo mejor que podías hacer por él, la mayor prueba de amor, era dejarle ser feliz, aunque fuera con otra persona.

Hizaki despertó cuando el sol le dio directamente en el rostro, a juzgar por el sonido que hizo su estómago cuando se movió debía pasar del mediodía, llevaba más de dos días allí tumbado sin salir de la habitación como castigo por lo que cuando se dio cuenta de que ese día si podría escapar de aquellas cuatro paredes, se levantó tratando de no moverse mucho para no dañarse la espalda más de lo que ya la tenía y tras vestirse con un cómodo kimono con flores verdes sobre un fondo anaranjado y rojo claro que ató apenas con un delgado cinturón verde oscuro caminó descalzo hasta la cubierta, una vez allí observó como Yuki se llevaba a Teru y Juka de vuelta a los calabozos, sin embargo hizo parar al moreno pidiendo permiso a su hermano para hablar con el de brillantes ojos cobalto, Kamijo se acercó a él mirándole a los ojos, en las pupilas de hielo ya no había ni rastro de decepción ni de ningún otro tipo de sentimiento negativo, abrazó a su pequeña princesa rubia que pronto sería toda una reina y dándole un beso en la frente le dio permiso para hablar con la pulga incordiona de Teru, este fue arrastrado por la princesa hasta su camarote, una vez allí soltó los grilletes que unían los pies de prisionero y lo hizo sentar en la silla de corte francés con tapicería de flores que había frente a su cama, donde él se sentó, sin saber muy bien que decir los dos jóvenes se miraron en silencio hasta que el rubio lo rompió con un suspiro antes de hablar.
-Yo… yo no sé cómo explicar lo que siento, el otro día besé a Asagi cuando lo ayudé a escapar, pero ahora, cuando te he visto he sentido que no puedo cerrar los ojos y olvidarme de ti, porque cuando lo hago siempre apareces en mi mente.-
Teru examinó el gesto compungido de la cara de la princesa, era tan bello… y sabía que aunque doliera no podía dejar de amar al hermoso doncel que le miraba triste esperando una respuesta, y solo podía darle la que llevaba guardando en su corazón toda la vida.
-Te amo Hizaki, solo necesito saber que tú me correspondes, aunque no sea con todo tu corazón, solo con la mitad de él seré feliz.-
La princesa se echó a llorar emocionado al escuchar aquellas palabras y se lanzó a los brazos de su prisionero, antiguo captor, fundieron sus labios pegando sus cuerpos, abrazándose con pasión, deseando ser uno solo, el de cabellos bicolor soltó el kimono de su amor sintiendo como el harapo que se suponía era su camisa era arrancado, en ese instante alzó al rubio entre sus brazos conduciéndole hasta la cama donde con mucho cuidado para no dañar su espalda más de lo que ya estaba, lo tumbó, luego él mismo se quitó los pantalones mostrando su fuerte cuerpo blanco, con sus manos ligeramente rasposas por el trabajo acarició los muslos de su amor causándole escalofríos mientas con los labios recorría su cuello oyendo los deliciosos y excitantes gemidos que terminaron de despertar su miembro, abandonó los muslos subiendo hacia las nalgas, con una acarició el pene de Hizaki mientras con la otra preparaba su entrada ya húmeda, el de largos rizos de oro sentía que todo aquello era muy rápido, sin embargo sabía que no podía echarse atrás, amaba al hombre que en aquellos momentos besaba su pecho e introducía los dedos en su interior y confiaba en él, sabía que Teru no le haría daño, por lo que lo agarró por los hombros obligándolo a sentarse en el lecho y dándole un profundo y apasionado beso, se sentó sobre él en un giro pasional que encantó al joven que lo miró a los ojos, las pupilas negras de Hizaki tenían un brillo de lujuria que lo hizo descontrolarse. Con lentitud dado el miedo que tenía de dañarlo, comenzó a invadir la cavidad virgen del doncel que gritó de dolor ante la invasión, el amiguito de Teru era más grande de lo que se suponía, hundió sus uñas en la espalda del de los ojos cobalto aplacando el dolor y poco a poco este comenzó a remitir, cuando se consideró listo, el doncel comenzó a impulsarse con sus rodillas hacia arriba y hacia abajo casi gritando al sentir la fricción en su interior, dado que era su primera vez no duró mucho, e inmediatamente después de que la punta del grueso y duro pene de Teru rozara su próstata se corrió entre los dos vientres apretando inconscientemente su ano logrando que el propio Teru llenara su interior, agotados descansaron el uno sobre el otro hasta que recuperaron el aliento, entonces se miraron a los ojos, ambos sabían lo que pasaba por la mente de cada uno, pero era algo que debían hacer, se lavaron el uno al otro rápidamente mientras el de sonrisa de niño ayudaba a vestirse a su amado, suspiró antes de correr a la cocina a por las provisiones que el otro necesitaría, mientras tanto Hizaki-hime preparó una pequeña embarcación tratando de hacer el menor ruido posible, en aquel momento serían los cambios de guardia por lo que no había nadie en cubierta, cuando Teru subió dejó la bolsa con la comida sobre el casco de la pequeña embarcación y abrazó al que se había llevad su primera vez, ambos se besaron apasionadamente.
-No tardes mi amor.-
-Pase lo que pase, nunca olvides que te amo Teru, te amo.-
-Lo sé mi pequeña princesa, ahora vete, sé que es lo que tu corazón necesita.-
Hizaki se subió a la barca colocando una muda de ropa que era lo último que le faltaba, mientras tanto el de ojos azules deslizó las cuerdas bajando a su amor hasta el agua, cuando el bote tocó la superficie azulada se oyó un fuerte ruido que hizo salir a los marineros a ver qué era lo que ocurría para que se oyeran aquellos chapoteos.
Kamijo sonreía satisfecho oyendo los gemidos y gritos de su hermano mientras era poseído por Teru en su camarote, había dejado que se vieran por aquella precisa razón. Kaya miraba incrédulo aún el anillo con un rubí engastado en platino que el capitán del Versailles le había regalado al pedirle la mano, había sido una pedida hermosa y memorable, el de rizos castaños le había ofrecido una rosa en cuyo centro estaba el anillo y con suaves palabras en francés le había susurrado al oído la frase de pedida a la que él había respondido en el mismo idioma a pesar de que su francés era bastante malo, sin embargo aquello había parecido complacer a su amado que en aquel momento se reía con una mueca psicópata que daba miedo.
-¿Por qué te ríes así?-
-Oh, mi plan ha salido de maravilla.-
-¿Tu plan?-
-Sí, he dejado que Hiza-chan viera a Teru porque sabía que ocurriría esto.-
-¿Sabías que se acostarían? Pensé que eso te disgustaría, ¿no es Teru uno de tus enemigos?-
-Sí, lo sabía y no me disgusta porque la otra alternativa es realmente mi enemigo, Teru es solo el mal menor.-
Kaya negó con la cabeza al ver la mueca calculadora que el de ojos de hielo exhibía.
-Puede que no me creas cuando te digo esto pero no puedes controlar los sentimientos de tu hermano, sería mejor que lo aceptaras ahora antes de decepcionarte…-
El bello embarazado estaba a punto de continuar hablando cuando un fuerte golpe resonó fuera del camarote, era como si alguien hubiera lanzado un bote, pero nadie había dado la orden, la pareja salió corriendo de su cuarto tal y como hicieron los marineros y lo que vieron les dejó anonadados, al menos a Kamijo, su hermano montado en el eslabón perdido entre el barco y el bote comenzaba a remar hacia babor, mientras Teru, el que al parecer lo había dejado marchar, corría subiéndose al bauprés para verle partir, el capitán se acercó a la baranda de proa siendo seguido por su prometido que le puso una mano en el brazo.
-No te diré que te lo advertí, aunque creo que debes darte cuenta de una cosa y es que es indudable que Teru representa su amor infantil, despreocupado y tierno, mientras Asagi es el amor adulto, doloroso y comprometido, no puedes cambiar el corazón de tu hermano, Yuuji, la princesa tiene un corazón tan grande que no puede ser llenado por un solo hombre, debes comprenderlo para dejarlo ser feliz.-
Kaya acarició la espalda de su futuro esposo apoyándose en él con un gesto frágil que subyugó al capitán de la más bella fragata de la historia de Francia, este suspiró viendo como la pequeña embarcación en la que iba Hizaki se alejaba con las últimas luces del día, probablemente llegaría a su destino dentro de unas cuantas semanas, para entonces el de cabellos de platino ya tendría barriguita.

Cuando sintió los brazos fuertes rodeando su cuerpo aún tembloroso por los recuerdos, respiró en paz, se sentía tranquilo y completo, calmado y a salvo, apoyó su cabeza en el hombro acariciando los lacios mechones del color del carbón, cuando miró al horizonte ya oscurecido echó de menos los ojos cobalto que se habían llevado su virginidad, sabía que los necesitaba a ambos, en ese momento solo una parte de su corazón estaba llena, pero tenía miedo, miedo de perderlos, se acurrucó un poco más contra el pecho fornido por el ejercicio del antiguo contralmirante y pronunció las palabras que llevaban ardiéndole en la garganta durante más tiempo del que podía contar, desde que los había conocido a ambos se había dado cuenta de que en algún día tendría que pronunciarlas en una situación como aquella, aunque nunca lo había reconocido antes sí mismo, y entonces las dejó ir.
-Solo no me dejes mi amor.-








Capítulo 11: La tormenta perfecta I

Kaya se sujetó el vientre llorando de emoción cuando sintió la primera patadita de los bebés y se sentó como pudo en la cubierta, después soltó el obi dejando que la yukata se abriera ligeramente, lo suficiente como para poder tocar directamente su propia piel notando más cerca los suaves golpecitos en el borde de su abultado vientre, se limpió las lágrimas solo para sentir como nuevas tomaban su lugar, mojando su cara de nuevo, mientras tanto a su alrededor los marineros no podían evitar girar su cara para observar al hermoso doncel cuyo embarazo solo conseguía hacerle ver más especial y hermoso, al cabo de un rato se acercó a él Jasmine con una sonrisa radiante arrodillándose a su lado, le agarró los suaves dedos con delicadeza para retirar su mano para poder acariciar él mismo la suave piel en un gesto de ternura que llenó de emoción tanto al bello doncel rubio como a Yuki que observa a su amor con una sonrisa, Jasmine sintió que se emocionaba al notar las pataditas de aquellos piececitos diminutos, después ayudó al embarazado a levantarse, sujetando la yukata para que no se le abriera, evitando así, que mostrara su desnudez, lo condujo suavemente hasta la proa hasta llegar casi a la altura en que el moco estaba atado al bauprés, ambos se sentaron en la baranda bien sujetos a los cabos para no caerse, dejaron sus pies colgar sintiendo las salpicaduras de agua salada mojándolos y refrescándolos, rieron sintiendo el viento hacerles cosquillas mientras el hermoso joven de rizos cobrizos pasaba su brazo izquierdo por encima del hombro del prometido de su hermano, adoraba a aquel bello rubio de ojos cobalto que había conseguido ganarse con su dulzura el corazón de Kamijo.
-¿Sabéis ya que nombre vais a poner a los pequeños cuando nazcan?-
Kaya le miró con la sorpresa brillando en sus ojos, lo cierto era que ni Kamijo ni él se lo habían planteado aún.
-Pues todavía no lo hemos pensado, aunque supongo que sería algún nombre francés, pero claro depende de si son niños o niñas.-
Jasmine asintió sabiendo que el hermoso joven embarazado tenía razón, aunque ya tenía algo en mente para sorprender a su hermano, era lo menos que podían hacer recordando el apego que había tenido por su madre cuando había sido un niño, de hecho era un buen tributo a la mujer que lo había cuidado pese a que era el hijo de la amante de su marido, la mujer siempre había sido un ángel para él y se lo merecía. Por un único segundo el hermoso doncel de ojos de chocolate comenzó a pensar en lo que le había cuidado tras la pronta y repentina muerte de su madre, él siempre se había sentido solo cada vez que Jade se marchaba en alguna misión para su padre, François Kamijo pero al saber que iba a volver se consolaba, aunque también ayudaba la presencia de su hermano mayor, pero una vez que la bella Jade de mirada verdosa falleció fue la verdadera señora Kamijo quien, con sus largo cabello castaño y sus ojos melancólicos pero valientes, se ocupó de él como si fuera el fruto de su propio vientre. Suspiró dándose cuenta de que había dejado de lado a Kaya que lo miraba con la curiosidad reflejada en sus ojos azul cielo, le colocó la mano en el brazo con un cariñoso gesto y sonrió.
-Perdóname Kaya me he perdido en los recuerdos, creo que si hay una niña deberás llamarla Laura, pero no le digas a Kami que te he dicho nada, haz como que ha sido idea tuya.-
El hermoso jovencito sonrió, aquel nombre sonaba muy hermoso, le gustaba, aunque no había entendido muy bien por qué había dicho aquello su acompañante.
-¿Por qué dices eso?-
-Laura era el nombre de su madre, la quería mucho porque fue quien le crió, y a mí también, nuestro padre solía pasar largos periodos navegando en este barco y no tenía tiempo para nosotros.-
-¿Tú no eres hijo de la misma mamá que Kamijo?-
Kaya le miró asombrado, en el ambiente en que él se había criado reconocer que se era bastardo era una de las mayores vergüenzas a las que un joven podía exponerse, pero el fuerte doncel pirata en aquel momento lo miraba extrañado ignorando el mar profundamente azulado que parecía correr bajo sus pies, y es que para el de rizos castaños las relaciones extramatrimoniales eran perfectamente normales.
-No, mi madre era una sirvienta de Laura, se llamaba Jade porque tenía los ojos verdes, me habría gustado tenerlos de ese color y no oscuros como mi padre…-
Durante un momento se quedó en silencio sin saber muy bien que decir, como continuar, pero no tardó demasiado en hallar las palabras adecuadas de nuevo.
-…Ella era medio india medio española, ¿sabes? Según me contó, mi abuelo era un colono Leonés, por eso soy un poco más moreno que mis hermanos, aunque el cabello lo saqué de mi padre François, espero que mis pequeños sobrinitos también tengan el cabello rizado aunque me gustaría que tuvieran el cabello castaño como Kami y la sonrisa tan hermosa como la tuya.-
Kaya abrazó conmovido al que pronto sería su hermano mayor procurando no moverse en exceso para no caer por la borda, después el mayor acaricio su cabello a la altura de la nuca provocándole cosquillas y haciéndole reír, no pasó mucho antes de que la risa del bello joven de cabello castaño acompañara a la suya, sin embargo al cabo de un rato no pudieron seguir perdiendo el tiempo allí, ya que se internaban en una zona de corrientes y el viento estaba cambiando de fuerza, Kalm sostenía firmemente el timón con ayuda de Teru y Juka que sujetaban con fuerza la vela mayor moviéndola para que el viento no la desgarrara, el segundo de abordo llevó al embarazado al camarote del capitán para mantenerlo a salvo, después retornó a cubierta donde comenzó a guiar a los marineros que comenzaban a trepar por los cabos hasta las velas para afianzarlas, a su lado Yuki guiaba a los que sujetaban las mercancías en la bodega, un mínimo desprendimiento podría hacer que el barco volcara. En medio de la bruma que se había formado mientras se acercaban a las islas de la Trinidad Kamijo desplegó su catalejo tratando de reconocer entre las diversas formas, el navío del capitán Sakurai que iba muy por delante de ellos, sin embargo las olas le hacían imposible ver nada, en apenas unos minutos habían comenzado a inundar la cubierta.
-¡Achicad el agua!! ¡No dejéis que comience a inundarse el Versailles o moriremos todos!!-
Mientras tanto en el interior del camarote del capitán Kaya no podía dejar de llorar, metido en la cama tapado hasta la cabeza, se abrazaba el abultado vientre aterrado, nunca en toda su vida había pasado un miedo tan terrible, entonces la puerta se abrió y el joven sin ver nada chilló asustado, cuando el hombre lo destapó simplemente lo abrazó contra su camisa completamente empapada, los ojos castaños brillaron con fuerza cuando un relámpago iluminó el oscuro día cuyo cielo tenebroso parecía competir con la noche más cerrada, con cuidado le hizo soltar una mano de su vientre examinándolo él con gesto experto, al fin y al cabo era lo más parecido a un médico que había en aquel barco.
-Tranquilo Kaya, los bebés están bien, solo algo revueltos como su mamá, pero son fuertes y no les ocurrirá nada, el tiempo me ha enseñado que hace falta mucho más que una tormenta para quitar de en medio a un Kamijo, y ahí dentro hay al menos dos.-
-Gracias por venir Ryoushin, tenía mucho miedo.-
-En la bodega no tenía nada que hacer pero he recordado que era tu primera tormenta a bordo, la primera vez siempre es la peor, aún recuerdo la mía y te aseguro que no mantuve ni la mitad de aplomo que tu, de hecho creo que incluso manché mis pantalones.-
Kaya simplemente apoyó su rubia cabeza en el hombro del joven que comenzó a acariciar su tripa y su espalda a la vez logrando que poco a poco dejara de llorar recuperando la calma.
-¿Por qué eres tan amable? Hiza-chan dijo que habías tratado de matarle.-
Cuando Ryoushin suspiró tristemente, Kaya se arrepintió al instante de lo que acababa de decir, sin embargo el mayor comenzó a hablar exhibiendo un gesto resignado que nadie vio.
-No importa, es lógico que todos piensen eso de mi, todos lo hacen, lo han hecho siempre, supongo que tendré que empezar desde el principio. –
El joven tomó aire antes de continuar, estaba recordando cosas que hacía mucho que creía haber olvidado.
-Mi padre era un herrador de Manchester aunque por las tardes trabajaba en los astilleros, donde murió tras un ataque pirata, mi madre cosía para una dama de la alta sociedad que vivía en una gran casa al otro lado de la costa, en una zona algo alejada donde todos los ricos habitaban, pero eso no es importante, lo auténticamente importante es que pasábamos hambre, mi madre era explotada por aquella desgraciada incluso cuando perdió a su segundo hijo, y yo no lo podía consentir, o eso creía con mi mente infantil por lo que una noche entré a robar en la mansión con la mala fortuna de que el esposo volvía a casa tras varios meses en alta mar, pero era un buen hombre y me dejó ir con la condición de que me alistara, el capitán Nelson me cambió la vida, consiguió hacerme un hombre, aunque no un caballero.
El problema llegó cuando el Versailles atacó el puerto en que me hallaba destinado, parte de los escombros me atraparon pero un muchacho me salvó, cuando desperté Hizaki-hime me había curado, pero cuando supe lo que era no me pude contener, sabía que él no había matado a mi padre pero el odio era más fuerte que cualquier otra cosa y le disparé a bocajarro con su propia pistola, lo siguiente que recuerdo fue la tortura a la que Kamijo-sama me sometió, sin embargo Hizaki-sama intercedió por mi vida convirtiéndome en su sirviente. Supongo que aún te preguntarás por qué soy amable contigo ¿verdad? Resulta que con todo lo que ha pasado no sé si te acordarás, pero la primera vez que nos vimos me defendiste, entonces me caíste bien y eso no ha cambiado, además eres un doncel embarazado.-
Kaya le sonrió apretando su antebrazo tatuado, lo cierto era que el hombre realmente parecía una buena persona, y se sentía a salvo sabiendo que en la tripulación de su prometido había gente como él. Entonces, cuando la puerta se abrió dando paso a un Kamijo más que mojado, el joven inglés se levantó saludando con un gesto al capitán que le dio las gracias con un leve asentimiento, después el de ojos de hielo se acercó a su dulce amante con una sonrisa pues la tormenta había pasado y el barco estaba más o menos intacto, cuando llegó a su altura el doncel se lanzó a sus brazos susurrándole que tenía demasiado miedo, no solo por los bebés, sino también por él.
-Temía tanto perderte Kami, te amo tanto que no sé qué haría si murieras, no sé si podría criar a los pequeños yo solo mi amor.-
Kamijo lamentó, en ese momento más que nunca, el tener que atender las labores de un capitán, pues debería haber sido él quien consolara a su pequeño ángel y no Ryoushin, pero simplemente lo abrazó con fuerza, como si quisiera fundirse con el rubio en un solo ser, sin querer soltarlo jamás.
-Estoy seguro de que serías muy capaz de seguir adelante sin mí, mi amor, eres muy valiente Kaya, muy valiente y estoy muy orgulloso de que me ames, de que me hayas aceptado pese a lo mal que te traté al principio, quiero que sepas mi dulce prometido que moriré por ti si es necesario, y que espero que aceptes ser mi esposo en la ceremonia que, tal y como le he pedido, Atsushi se ha comprometido a oficiar cuando nos encontremos con su familia.-
-No creo merecer lo de valiente, pero tienes razón en una cosa, te amo y seguiré adelante por ti ocurra lo que ocurra en el futuro. Si quiero casarme contigo cuando nos encontremos con el clan Sakurai, quiero ser tuyo por toda la eternidad, porque mi corazón siempre te pertenecerá mi pirata, mi capitán, mi amor.-
Con lágrimas en los ojos Kamijo lo hizo salir del camarote, mostrándole el cielo del atardecer, límpido, de un brillante tono carmesí.
-Bienvenido al mar de China mi amor, este es mi regalo de bodas, todo un mar que conquistaré para ti.-
Kaya se echó reír emocionado y le abrazó, aunque una parte de su ser no pudo dejar de pensar en la princesa, pues el rojo era su color, y se preguntó lo que el bello rubio de rizos de oro estaría haciendo en aquel instante, realmente deseaba que viera la boda.
Mirando el rojo amanecer que se producía junto a las costas del Virreinato de Nuevo México Hizaki sonrió envolviendo su cuerpo en una delicada prenda de muselina rosada que mostraba sus bellas formas más de lo que las ocultaba para deleite del hombre que se le acercó por detrás pasando sus cálidas manos por sobre sus hombros causándole escalofríos, giró su cabeza recibiendo un casto beso en la mejilla, y es que el hombre aún guardaba sus modales, pero la hermosa y pícara princesa iba a conseguir que pronto los perdiera, entonces Hizaki se giró hacia Asagi dándole uno de los besos más apasionados que ambos habían vivido en sus cortas vidas. Cuando cayeron sobre el suelo de la pequeña embarcación que tripulaban esta estuvo a punto de volcar, pero a ninguno de los dos les importó solo se entregaron a su amor.

domingo, 30 de enero de 2011

El baile de los Vampiros II




II. Mi amado pintor


Tumbado en la cama con un simple camisón blanco no podía dejar de acariciar sus tirabuzones rubios ni de pensar en el bello pintor que había conocido la noche anterior, aquel misterioso hombre hacía latir su corazón mucho más fuerte de lo que había latido nunca, se dio la vuelta en el lecho sin lograr encontrar la postura adecuada y finalmente, hastiado consigo mismo se levantó caminando hasta la ventana y la abrió de un golpe recordando cómo sus labios casi habían tocado los del rubio que lo había salvado, el cabello de aquel hombre era tan brillante como la luz del sol que aún no se ponía, entonces se acordó de su vestido que aún estaba tirado en la silla en vez de colgado en el maniquí correspondiente para que no se arrugara, con delicadeza agarró la fina tela aterciopelada caminando hacia la figura de madera, al colgar el vestido observó con asombro como un papel se deslizaba desde la falda hasta el suelo, se agachó tomándolo entre sus dedos y pudo ver sorprendido una fina aguja que estaba coronada con una perla negra, debía de ser lo que había prendido el pliego de pergamino a la tela, lo abrió viendo una elaborada y hermosa letra cursiva que decía así “Piazza dei Popolo, Palazzo Kamijo, mañana al anochecer gran baile de máscaras”.

Hizaki miró por la ventana observando cómo los tenues rayos mortecinos del atardecer comenzaban a ya a ocultarse, ciertamente ese día había decidido acostarse pronto porque necesitaba descansar pero una parte de si le impedía olvidar la invitación que aún sostenía entre sus dedos, finalmente se convenció de ir y corrió hasta el armario, ya era tarde, por lo que las sirvientas debían de estar atendiendo la reunión de su padre, no las molestaría, escogió un vestido negroazulado que dejaba sus hombros al descubierto, en el borde de estos una línea de finas perlas de río brillaban en su nacarada magnitud, mientras que en el centro un zafiro cuadrado iba engastado en un fino broche de plata tallado, el cuerpo era muy ajustado resaltando su cintura estrecha y estaba completamente bordado en un color azul pálido muy próximo al blanco creando hermosos dibujos florales que ayudaban a resaltar su figura, la falda se abría a los lados en el mismo color que el cuerpo con idénticos bordados en toda su superficie excepto en el bajo, de donde parecían brotar bellos e intrincados rosales espinados, el resto de la falda eran tres capas superpuestas de encaje negro sobre una de tul semitransparente azul oscuro, las mangas comenzaban siendo acuchilladas justo en los hombros hasta la mitad del brazo donde un hermoso lazo gris perla daba paso a una zona ajustada que terminaba con varias capas de encaje que se abrían hasta casi la mitad de la palma de su mano desde los antebrazos, se calzó unos botines de ante negros por encima de las medias ajustadas también de color negro y para terminar su atuendo se arregló el cabello en un elegante moño que dejaba ver la belleza de sus rizos los cuales sujetó con varios broches de diamantes con forma de pequeñas estrellas, después ató una gargantilla de terciopelo negro en cuyo centro había una rosa azul con un pequeño zafiro redondo a su cuello, apenas se maquilló, solo aplicó un poco de color en el párpado móvil para acentuar el tamaño de sus ojos, una vez que se consideró listo tomó entre sus dedos enguantados su antifaz negro que poseía dos plumas del mismo color en el lado derecho y delicados cristalitos en los bordes, bajó hasta el estudio de su padre despidiéndose de él, aunque el hombre como siempre, apenas le hizo caso, ni siquiera le había regañado la noche anterior por llegar tarde, a su madre ni le dijo adiós, y salió de la casa observando sorprendido al gondolero del día anterior esperándole en su barca, el hombre del sombrero calado le hizo un gesto para que montara mientras comenzaba a remar –He estado esperándoos mucho tiempo, aunque al final me alegro de que hayáis decidido venir, vuestra ausencia habría apenado al señor en grado sumo.-

El joven rubio asintió con una suave sonrisa sin saber muy bien que decir y comenzó a mirar a su alrededor tratando de llenar el vacío que el silencio provocaba, aunque para alivio suyo no tardaron mucho en llegar, y fue el propio barquero quien le ayudó a bajar, al sentir como agarraba su mano pudo notar que sus dedos desprendían el mismo frio helador que los de su señor, tímidamente entró en el salón de baile del enorme y majestuoso Palazzo que estaba repleto de gente, todos parecían apartarse a su paso, como si fuera especial, entonces se dio cuenta de que era el único que no se había puesto el antifaz apresurándose a corregir su error. En ese mismo instante la suave música del cuarteto de cuerda dejó de sonar dando paso al Vals del Emperador, que anunció la llegada del dueño de la casa. Kamijo miró a su alrededor reconociendo al instante la delicada figura de su hermoso Hizaki aunque se paró durante un segundo observando a sus invitados uno a uno, todos portaban sus mejores galas, pero sin duda ninguno estaba tan radiante como el bello rubio, bajó los escalones despacio disfrutando de la sensación de ser el centro de atención, luego se acercó a su amado, tomó la elegante mano y la besó sacándolo a bailar al ritmo que cada vez tomaba más fuerza.

Hizaki observó anonadado como el pintor se acercaba a él, ambos iba conjuntados en los colores, la chaqueta larga del hombre era completamente negra y bordada enteramente en hilo de plata, sus pantalones de cuero negro ajustados iban sujetos a la altura de la cintura por un fajín de seda azul que hacía resaltar la camisa negra de encaje cuyas chorreras se abrían levemente mostrando parte de su pecho blanco que tan solo estaba adornado con una cruz de plata con zafiros engastados, las botas tenían algo más de tacón que las del día anterior y sus enganches de plata iban unidos con finas cadenas dobles, su cabello al igual que la vez anterior estaba peinado hacia atrás aunque sus labios parecían más rojos y sus pupilas más brillantes cuando lo miró hacia arriba al besar su mano. Lo cierto era que el antifaz resaltaba el color tanto de unos como de otros, pues su tono negro y plateado hacía que tanto el rojo como el verdiazul se potenciaran hipnóticamente.
Casi de inmediato la música del vals cobro intensidad a la vez que el anfitrión y su pareja abrían el baile siendo seguidos del resto de parejas de la fiesta, Hizaki pudo sentir los fríos dedos de aquel seductor en su cintura mientras que él ponía su mano en el hombro fuerte del hombre que le sonrió comenzando a dar vueltas suavemente.

Cuando la hermosa música terminó el joven rubio sintió como tiraba de él hasta una sala lateral tan hermosamente decorada como el salón de baile, aunque sin espejos por doquier, algo que agradó al chico de aspecto femenino, aunque el tiempo de asombro ante la riqueza del artista acabó pronto cuando sintió las manos del propio pintor subir por su torso desde atrás, confuso miró al frente viendo la imagen que el único espejo de la sala le devolvía y no pudo evitar sorprenderse ante lo sensual que le resultaba aquella situación. Kamijo besó su cuello con devoción antes de hablar –He retrasado mi aparición por ti, no podía soportar la idea de recibir a mis invitados y que tu no estuvieras, ya no soporto más esta agonía, deseo convertirte en mi modelo, pintarte y perpetuar tu belleza.- el de grandes ojos de azabache se giró mirando sorprendido al pintor, no podía creer lo que oía –Tan solo hace un día que nos conocemos y ya me tuteas.- Yuuji sonrió poniéndose de rodillas ante su hermoso ángel -Y aun así siento que te conozco de toda la vida, por favor, no me obligues a suplicar, porque soy capaz de hacerlo para obtener tu favor aunque ello hiera mi orgullo.-

Se sintió enternecido por las elegantes y amables palabras de las que era objeto, tiró del hombre para evitar que continuara con las rodillas en el frío suelo de mármol –Seré tu modelo.- El pintor sonrió feliz al escuchar la respuesta afirmativa –No puedo esperar para plasmar tu figura en mi lienzo, ven sígueme, te llevaré a mi estudio de inmediato.- Hizaki asintió abrumado por el despliegue de devoción que sufría, aunque también notó un cosquilleo en el estómago que le hizo mostrar su bella sonrisa. Al llegar al estudio el invitado pudo ver diversos lienzos desperdigados por todas partes y varios caballetes sosteniendo obras inacabadas, la que más le llamó la atención fue la que estaba justo delante de un diván cubierto de telas de seda roja, pues se parecía a las vistas que cualquier ángel podría observar en las mansiones celestiales del Señor.

El artista le indicó que se sentara en el mueble, después se quitó la chaqueta para no mancharla arrojándola a un lado para luego arrodillarse de nuevo, solo que esa vez agarró sus pies soltando los botines, con cuidado le bajó el vestido, soltó sus cabellos y retiró la gargantilla, finalmente, sin mediar palabra comenzó a bajar sus medias pero él por fin fue capaz de reaccionar deteniéndolo, no obstante no pudo resistirse a la sensual petición del hombre –Por favor, permíteme mostrar tu belleza en plenitud.- después este continuó bajando la última prenda que protegía su cuerpo de la desnudez, aunque antes de verle cerró los ojos como un buen caballero tendiéndole una de las telas, le ordenó que se tumbara en el diván tras ofrecerle una manzana roja que Hizaki inocentemente mordió, aunque este hecho solo logró potenciar el efecto que Kamijo pretendía imprimir a su obra, mientras la música seguía sonado en el piso inferior.

El rubio apenas despegaba la vista de la hermosa figura inocente que tenía ante sí mientras perfilaba con su pincel cada curva, cada línea de aquel cuerpo perfecto, una vez terminó tras varias horas en las que ya casi se había hecho de día tomó con cuidado el cuadro llevándolo a su habitación, para hacer lo mismo a continuación, con el cuerpo dormido de su modelo que posó en el lecho de sábanas negras, se abrió un poco más la camisa bajándose las mangas que previamente había remangado y soltó el fajín arrojándolo sin ningún cuidado sobre una silla tapizada en azul, después comenzó a acariciar los cabellos rizados y rubios hasta que logró que el muchacho despertara suavemente, acarició así mismo sus hombros y piernas en gestos seductores que subyugaron a Hizaki que, al fin y al cabo, era nuevo en aquel mundo oscuro que Kamijo le estaba comenzando a mostrar, aquel mundo de seducción y pasión, entonces su maestro oscuro le miró sonriendo -¿Qué tal has dormido?- contestó con la voz aún somnolienta –Estupendamente, aunque me gustaría saber cuanto a pasado, debo volver a casa de todas formas.-

Continuó acariciándolo mientras lo levantaba y situaba frente a un espejo de cuerpo entero, despertando poco a poco su lujuria por primera vez, pero no le contestó, solo le hizo girar la cabeza para que observara la pintura, en el centro estaba él, con el pubis apenas cubierto por una fina tela que insinuaba las formas de su secreto más oculto, en su mano izquierda sujetaba una manzana mordida y al fondo el paisaje del paraíso lo decía todo –No te das cuenta amor mío, eres un ángel que incita a la lujuria, pues no hay nadie más bello que tú, ni más puro, ningún demonio podría tentar tanto a los hombres como el deseo de poseer un ser celestial, sin embargo a mí nadie podría tentarme más que tú, ni siquiera le mismo Dios.- El rubio se inquietó por las blasfemias que su pintor pronunciaba aunque no pudo evitar sentirse alagado, entonces se dio cuenta de que realmente no quería alejarse de él y siguió escuchándole –Seré tu ángel de la oscuridad si me aceptas mi amor.-

Entonces Hizaki vio como los rojos labios se separaban mostrando unos agudos colmillos a la vez que las pupilas verdiazules brillaban con deseo y amor, en ese instante Hizaki lo tuvo claro, el ardor que había sentido en su pecho durante aquellos días no podía significar otra cosa, lo amaba y el muchacho rubio cerró los ojos para abrirlos de nuevo mirando su reflejo atrapado en los brazos de su vampiro, después le ofreció su cuello. Kamijo mordió la blanca piel observando las pupilas negras reflejadas en el puro cristal. Los ángeles de la oscuridad se habían unido, en el piso de abajó la música no dejaba de sonar, pues el príncipe de los Vampiros tenía a su princesa y todo el pueblo celebraba.