domingo, 30 de enero de 2011

El baile de los Vampiros II




II. Mi amado pintor


Tumbado en la cama con un simple camisón blanco no podía dejar de acariciar sus tirabuzones rubios ni de pensar en el bello pintor que había conocido la noche anterior, aquel misterioso hombre hacía latir su corazón mucho más fuerte de lo que había latido nunca, se dio la vuelta en el lecho sin lograr encontrar la postura adecuada y finalmente, hastiado consigo mismo se levantó caminando hasta la ventana y la abrió de un golpe recordando cómo sus labios casi habían tocado los del rubio que lo había salvado, el cabello de aquel hombre era tan brillante como la luz del sol que aún no se ponía, entonces se acordó de su vestido que aún estaba tirado en la silla en vez de colgado en el maniquí correspondiente para que no se arrugara, con delicadeza agarró la fina tela aterciopelada caminando hacia la figura de madera, al colgar el vestido observó con asombro como un papel se deslizaba desde la falda hasta el suelo, se agachó tomándolo entre sus dedos y pudo ver sorprendido una fina aguja que estaba coronada con una perla negra, debía de ser lo que había prendido el pliego de pergamino a la tela, lo abrió viendo una elaborada y hermosa letra cursiva que decía así “Piazza dei Popolo, Palazzo Kamijo, mañana al anochecer gran baile de máscaras”.

Hizaki miró por la ventana observando cómo los tenues rayos mortecinos del atardecer comenzaban a ya a ocultarse, ciertamente ese día había decidido acostarse pronto porque necesitaba descansar pero una parte de si le impedía olvidar la invitación que aún sostenía entre sus dedos, finalmente se convenció de ir y corrió hasta el armario, ya era tarde, por lo que las sirvientas debían de estar atendiendo la reunión de su padre, no las molestaría, escogió un vestido negroazulado que dejaba sus hombros al descubierto, en el borde de estos una línea de finas perlas de río brillaban en su nacarada magnitud, mientras que en el centro un zafiro cuadrado iba engastado en un fino broche de plata tallado, el cuerpo era muy ajustado resaltando su cintura estrecha y estaba completamente bordado en un color azul pálido muy próximo al blanco creando hermosos dibujos florales que ayudaban a resaltar su figura, la falda se abría a los lados en el mismo color que el cuerpo con idénticos bordados en toda su superficie excepto en el bajo, de donde parecían brotar bellos e intrincados rosales espinados, el resto de la falda eran tres capas superpuestas de encaje negro sobre una de tul semitransparente azul oscuro, las mangas comenzaban siendo acuchilladas justo en los hombros hasta la mitad del brazo donde un hermoso lazo gris perla daba paso a una zona ajustada que terminaba con varias capas de encaje que se abrían hasta casi la mitad de la palma de su mano desde los antebrazos, se calzó unos botines de ante negros por encima de las medias ajustadas también de color negro y para terminar su atuendo se arregló el cabello en un elegante moño que dejaba ver la belleza de sus rizos los cuales sujetó con varios broches de diamantes con forma de pequeñas estrellas, después ató una gargantilla de terciopelo negro en cuyo centro había una rosa azul con un pequeño zafiro redondo a su cuello, apenas se maquilló, solo aplicó un poco de color en el párpado móvil para acentuar el tamaño de sus ojos, una vez que se consideró listo tomó entre sus dedos enguantados su antifaz negro que poseía dos plumas del mismo color en el lado derecho y delicados cristalitos en los bordes, bajó hasta el estudio de su padre despidiéndose de él, aunque el hombre como siempre, apenas le hizo caso, ni siquiera le había regañado la noche anterior por llegar tarde, a su madre ni le dijo adiós, y salió de la casa observando sorprendido al gondolero del día anterior esperándole en su barca, el hombre del sombrero calado le hizo un gesto para que montara mientras comenzaba a remar –He estado esperándoos mucho tiempo, aunque al final me alegro de que hayáis decidido venir, vuestra ausencia habría apenado al señor en grado sumo.-

El joven rubio asintió con una suave sonrisa sin saber muy bien que decir y comenzó a mirar a su alrededor tratando de llenar el vacío que el silencio provocaba, aunque para alivio suyo no tardaron mucho en llegar, y fue el propio barquero quien le ayudó a bajar, al sentir como agarraba su mano pudo notar que sus dedos desprendían el mismo frio helador que los de su señor, tímidamente entró en el salón de baile del enorme y majestuoso Palazzo que estaba repleto de gente, todos parecían apartarse a su paso, como si fuera especial, entonces se dio cuenta de que era el único que no se había puesto el antifaz apresurándose a corregir su error. En ese mismo instante la suave música del cuarteto de cuerda dejó de sonar dando paso al Vals del Emperador, que anunció la llegada del dueño de la casa. Kamijo miró a su alrededor reconociendo al instante la delicada figura de su hermoso Hizaki aunque se paró durante un segundo observando a sus invitados uno a uno, todos portaban sus mejores galas, pero sin duda ninguno estaba tan radiante como el bello rubio, bajó los escalones despacio disfrutando de la sensación de ser el centro de atención, luego se acercó a su amado, tomó la elegante mano y la besó sacándolo a bailar al ritmo que cada vez tomaba más fuerza.

Hizaki observó anonadado como el pintor se acercaba a él, ambos iba conjuntados en los colores, la chaqueta larga del hombre era completamente negra y bordada enteramente en hilo de plata, sus pantalones de cuero negro ajustados iban sujetos a la altura de la cintura por un fajín de seda azul que hacía resaltar la camisa negra de encaje cuyas chorreras se abrían levemente mostrando parte de su pecho blanco que tan solo estaba adornado con una cruz de plata con zafiros engastados, las botas tenían algo más de tacón que las del día anterior y sus enganches de plata iban unidos con finas cadenas dobles, su cabello al igual que la vez anterior estaba peinado hacia atrás aunque sus labios parecían más rojos y sus pupilas más brillantes cuando lo miró hacia arriba al besar su mano. Lo cierto era que el antifaz resaltaba el color tanto de unos como de otros, pues su tono negro y plateado hacía que tanto el rojo como el verdiazul se potenciaran hipnóticamente.
Casi de inmediato la música del vals cobro intensidad a la vez que el anfitrión y su pareja abrían el baile siendo seguidos del resto de parejas de la fiesta, Hizaki pudo sentir los fríos dedos de aquel seductor en su cintura mientras que él ponía su mano en el hombro fuerte del hombre que le sonrió comenzando a dar vueltas suavemente.

Cuando la hermosa música terminó el joven rubio sintió como tiraba de él hasta una sala lateral tan hermosamente decorada como el salón de baile, aunque sin espejos por doquier, algo que agradó al chico de aspecto femenino, aunque el tiempo de asombro ante la riqueza del artista acabó pronto cuando sintió las manos del propio pintor subir por su torso desde atrás, confuso miró al frente viendo la imagen que el único espejo de la sala le devolvía y no pudo evitar sorprenderse ante lo sensual que le resultaba aquella situación. Kamijo besó su cuello con devoción antes de hablar –He retrasado mi aparición por ti, no podía soportar la idea de recibir a mis invitados y que tu no estuvieras, ya no soporto más esta agonía, deseo convertirte en mi modelo, pintarte y perpetuar tu belleza.- el de grandes ojos de azabache se giró mirando sorprendido al pintor, no podía creer lo que oía –Tan solo hace un día que nos conocemos y ya me tuteas.- Yuuji sonrió poniéndose de rodillas ante su hermoso ángel -Y aun así siento que te conozco de toda la vida, por favor, no me obligues a suplicar, porque soy capaz de hacerlo para obtener tu favor aunque ello hiera mi orgullo.-

Se sintió enternecido por las elegantes y amables palabras de las que era objeto, tiró del hombre para evitar que continuara con las rodillas en el frío suelo de mármol –Seré tu modelo.- El pintor sonrió feliz al escuchar la respuesta afirmativa –No puedo esperar para plasmar tu figura en mi lienzo, ven sígueme, te llevaré a mi estudio de inmediato.- Hizaki asintió abrumado por el despliegue de devoción que sufría, aunque también notó un cosquilleo en el estómago que le hizo mostrar su bella sonrisa. Al llegar al estudio el invitado pudo ver diversos lienzos desperdigados por todas partes y varios caballetes sosteniendo obras inacabadas, la que más le llamó la atención fue la que estaba justo delante de un diván cubierto de telas de seda roja, pues se parecía a las vistas que cualquier ángel podría observar en las mansiones celestiales del Señor.

El artista le indicó que se sentara en el mueble, después se quitó la chaqueta para no mancharla arrojándola a un lado para luego arrodillarse de nuevo, solo que esa vez agarró sus pies soltando los botines, con cuidado le bajó el vestido, soltó sus cabellos y retiró la gargantilla, finalmente, sin mediar palabra comenzó a bajar sus medias pero él por fin fue capaz de reaccionar deteniéndolo, no obstante no pudo resistirse a la sensual petición del hombre –Por favor, permíteme mostrar tu belleza en plenitud.- después este continuó bajando la última prenda que protegía su cuerpo de la desnudez, aunque antes de verle cerró los ojos como un buen caballero tendiéndole una de las telas, le ordenó que se tumbara en el diván tras ofrecerle una manzana roja que Hizaki inocentemente mordió, aunque este hecho solo logró potenciar el efecto que Kamijo pretendía imprimir a su obra, mientras la música seguía sonado en el piso inferior.

El rubio apenas despegaba la vista de la hermosa figura inocente que tenía ante sí mientras perfilaba con su pincel cada curva, cada línea de aquel cuerpo perfecto, una vez terminó tras varias horas en las que ya casi se había hecho de día tomó con cuidado el cuadro llevándolo a su habitación, para hacer lo mismo a continuación, con el cuerpo dormido de su modelo que posó en el lecho de sábanas negras, se abrió un poco más la camisa bajándose las mangas que previamente había remangado y soltó el fajín arrojándolo sin ningún cuidado sobre una silla tapizada en azul, después comenzó a acariciar los cabellos rizados y rubios hasta que logró que el muchacho despertara suavemente, acarició así mismo sus hombros y piernas en gestos seductores que subyugaron a Hizaki que, al fin y al cabo, era nuevo en aquel mundo oscuro que Kamijo le estaba comenzando a mostrar, aquel mundo de seducción y pasión, entonces su maestro oscuro le miró sonriendo -¿Qué tal has dormido?- contestó con la voz aún somnolienta –Estupendamente, aunque me gustaría saber cuanto a pasado, debo volver a casa de todas formas.-

Continuó acariciándolo mientras lo levantaba y situaba frente a un espejo de cuerpo entero, despertando poco a poco su lujuria por primera vez, pero no le contestó, solo le hizo girar la cabeza para que observara la pintura, en el centro estaba él, con el pubis apenas cubierto por una fina tela que insinuaba las formas de su secreto más oculto, en su mano izquierda sujetaba una manzana mordida y al fondo el paisaje del paraíso lo decía todo –No te das cuenta amor mío, eres un ángel que incita a la lujuria, pues no hay nadie más bello que tú, ni más puro, ningún demonio podría tentar tanto a los hombres como el deseo de poseer un ser celestial, sin embargo a mí nadie podría tentarme más que tú, ni siquiera le mismo Dios.- El rubio se inquietó por las blasfemias que su pintor pronunciaba aunque no pudo evitar sentirse alagado, entonces se dio cuenta de que realmente no quería alejarse de él y siguió escuchándole –Seré tu ángel de la oscuridad si me aceptas mi amor.-

Entonces Hizaki vio como los rojos labios se separaban mostrando unos agudos colmillos a la vez que las pupilas verdiazules brillaban con deseo y amor, en ese instante Hizaki lo tuvo claro, el ardor que había sentido en su pecho durante aquellos días no podía significar otra cosa, lo amaba y el muchacho rubio cerró los ojos para abrirlos de nuevo mirando su reflejo atrapado en los brazos de su vampiro, después le ofreció su cuello. Kamijo mordió la blanca piel observando las pupilas negras reflejadas en el puro cristal. Los ángeles de la oscuridad se habían unido, en el piso de abajó la música no dejaba de sonar, pues el príncipe de los Vampiros tenía a su princesa y todo el pueblo celebraba.

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