domingo, 30 de enero de 2011

¡¡Piratas!! IX




Capítulo 9: Ojos azules y pupilas negras, corazón dividido

Ya en su cama Yoshiki había despertado en medio de la noche al oír el llanto de su pequeño recién nacido que hasta hacía unos momentos dormía tranquilamente en su cuna al lado de la cama de su agotada madre que se movió perezosamente tomando al pequeño entre sus brazos sin levantarse del lecho dada la proximidad de la pequeña cama, con cuidado lo meció, al parecer el pequeño Miyavi tenía hambre en mitad de la madrugada, para desgracia de los miembros de la tripulación a los que estaba despertando con la fuerza de sus pulmones, porque el recién nacido de pelito negro y ojos de color castaño como sus papás era sumamente diminuto, sin embargo al parecer los órganos respiratorios ocupaban mayor espacio en su cuerpo del normal, a juzgar por los desgarradores gritos hambrientos que emitía.


Con suavidad, dada la sensibilidad que el parto había provocado en su dermis, desató los botones de la prenda china que había elegido usar para dormir, mostrando sus tetillas hinchadas y coloradas por la leche que se almacenaba en su cuerpo, esta era menor que la de las mujeres, dado lo reducido de los pechos masculinos, sin embargo se producía también con más rapidez y abundancia en el momento mismo de la lactancia para satisfacer las necesidades de los pequeños ávidos de alimento.

Cuando colocó la boquita de su tercer tesoro sobre el pezón sintió de inmediato como esta se cerraba entorno a su fuente alimenticia comenzando a succionar con avidez, haciendo sin saberlo cosquillas a su papá que rió suavemente al ver a su hijito beber la leche cada vez más calmado, con dos dedos acarició el suave pelito del peque que ronroneó sin abandonar su comida, cuando terminó de comer ya satisfecho, lo tomó por las caderitas haciéndole expulsar los gases para que el resto de la noche pudiera dormir y dejar descansar tranquilos a los demás, sin embargo cuando fue a coloca al pequeño de nuevo en la cuna la nostalgia lo invadió haciendo que sostuviera a Miyavi contra su pecho en un gesto de protección maternal que habría enternecido a cualquiera, al sentir los brazos de su mamá rodeándolo y los dedos acariciando su naricita el pequeño gimió adormilado y apretó sus deditos diminutos entorno a la mano, enorme en comparación, del doncel que le había dado a luz, el legendario pirata cantó una delicada nana deseando que su esposo, que tenía mucha mejor voz, estuviera allí a su lado para tararear la inocente y dulce melodía de cuna que acabó de dormir al pequeño, envuelto en una mantita suave de tela color crema con los rebordes azul cielo que lo mantenían calentito en las fría noche de las islas de la Trinidad.


Una cubierta por encima Gackt acariciaba el cuerpo delicado de Mana, que se aferraba a él en busca de calor, ya que no conseguía desterrar el frío de su cuerpo, tal vez por el susto que había pasado al notar a los tiburones nadar a su alrededor, sin embargo al cabo de un rato las suaves manos de Gackt, nada que ver con las de los rudos marineros corrientes, lograron calmar su alma, como sus labios habían logrado calmar su corazón. Tras el heroico rescate, la delicada cura y el nacimiento del nuevo componente de la familia Sakurai, su salvador lo había tumbado en las sábanas, después de cambiarlas por unas limpias, comenzando a acariciarlo delicadamente, recorriendo su cuerpo con las yemas de los dedos, haciéndole descubrir sensaciones que jamás había creído poseer, puesto que no se trataba solo de sexo, también era ternura, cariño y preocupación, algo que el hermoso nunca había recibido antes, por lo que por primera vez en su vida durmió feliz sin miedo a los recuerdos.


Közi descansaba tumbado sobre la cama del camarote de Klaha que se veía demasiado vacía sin él entre las lujuriosas sabanas carmesí, se movió hasta quedar boca arriba con las manos bajo la cabeza, aunque al estar en esa posición, cada poco debía soplar para alejar los rebeldes tirabuzones que componían su flequillo, aunque al final se hartó tumbándose de lado, sin prestar atención a que la sábana había quedado atrapada bajo su cuerpo de tal modo que al moverse sus piernas y trasero blancos quedaron al descubierto, cosa que en realidad no le importaba en absoluto, cabía decir que el pelirrojo era un hombre que no tenía vergüenza alguna a la hora de mostrar su cuerpo para deleite de sus amantes pasados y de su amante presente.


Al cabo de un rato, sin poder soportar por más tiempo la inactividad, se levantó sin cubrir sus intimidades y caminó hasta un mueble de donde extrajo una botella y una copa, se sirvió el vino deseando estrechar entre sus brazos el cuerpo delicado del mediano de los Sakurai, deseando que amaneciera pronto para poder tenerlo, y es que en aquellas semanas se había acostumbrado a prodigar caricias al exigente doncel que lo tenía encandilado.


Mientras tanto Klaha también echaba de menos a su prisionero de rizos de de fuego que se había llevado su virginidad, aunque reflexionando se daba cuenta de que no podría habérsela llevado ningún otro, emitió un suspiro perfectamente audible cuando se acurrucó mejor bajo la manta, el suelo no era muy cálido ni cómodo, pero había considerado una descortesía usar la cama de Mana, una falta de respeto hacia el formidable pirata amante además, de su hermano mayor, se tapó hasta la boca pensando en dónde podían estar en ese momento su padre y su tripulación, y antes de cerrar los ojos para abandonarse en brazos de Morfeo su último recuerdo fue para él, el que amaba, Közi, aquel que había puesto su mundo patas arriba, aunque en el fondo se lo agradecía, ahora su vida podía resultar más caótica, pero también más divertida y todo era gracias al segundo de a bordo del Dix Inferno, el pelirrojo más bello de Asia.

Yuki acarició con cuidado el hermoso cuerpo de Jasmine que descansaba sobre el suyo, amaba cada parte de la blanca piel que descansaba sobre su propio cuerpo rozándole suavemente con cada movimiento que hacía para respirar, acarició los delicados tirabuzones cobrizos del hermoso doncel que descansaba entre sus brazos, no podía creer que el amor le hubiera llegado de una forma tan delicada y hermosa, jamás habría imaginado siquiera que pudiera mantener una relación con el hermoso hermano de su capitán.


Había conocido a You desde pequeño, su padre, un importante marino de la flota francesa los había repudiado a su madre y a él abandonándolos a su suerte, la mujer incapaz de tomar un nuevo esposo a casusa de la deshonra se había visto obligada a prostituirse en las calles de la cuidad del amor para conseguir sacara adelante a su hijo, sin embargo al morir esta, el pequeño Yuki que por aquel entonces tenía tan solo cinco años de edad tuvo que dedicarse a robar para poder sobrevivir viviendo en las calles, entonces un día decidió colarse de polizón en uno de los tantos barcos que llegaba hasta las colonias de Luisiana, sin embargo fue descubierto antes de llegar, y el hecho de que fuera un niño no evitó que lo arrojaran al mar. Cuando lo creía todo perdido tras dos días aferrado a un barril de ron vacío apareció el barco, una bella fragata francesa de purísimas líneas claras comandada por una mujer, a bordo estaba él, el delicado doncel más hermoso del planeta.

Había amado sin saberlo a Jasmine desde el primer momento en que le había visto y aún sin saberlo durante todos los días de su vida, jamás podría olvidarse de la sensación que había notado en aquel instante cuando la mano de delicados dedos acarició su mejilla despertándolo con su calidez y suavidad, el hermoso moreno acompañaba a la esposa de su padre y a su propia madre, asistente de esta, junto con su hermano mayor a bordo del Princesse, desde ese momento jamás había sido capaz de dejar de soñar con los brillantes ojos castaños del hermoso doncel que en ese mismo instante comenzó a despertar.


Habían decidido hacer el amor antes de las operaciones que se desarrollarían con el objetivo de rescatar al más joven de los hermanos, como siempre, podía ser la última vez que estuvieran juntos, pero de pronto sintieron como su avance se detenía y ambos se vistieron con rapidez, Jasmine se puso un delicado conjunto de falda y corsé negros con delicado morado en los rebordes, dejaba sus hombros al descubierto por lo que se colocó una cadenita en el cuello para compensar la desnudez de la zona superior de su torso, mientras que Yuki tras ponerse unos pantalones de cuero verde oscuros, se colocó una camisa abierta hasta casi el ombligo de lino egipcio blanco, finalmente tomó un bridecú en el que enfundó su sable, de vez en cuando disfrutaba portándolo a la espalda. Una vez estuvieron listos salieron de la mano a la cubierta encontrándose con los marineros que iban muy ajetreados corriendo de un lado para otro por sobre los largos tablones de madera oscura, enfrente ambos pudieron ver un navío que se acercaba, por lo que se besaron suavemente en los labios antes de correr cada uno a su puesto.


Kamijo dejó que el poderoso navío de los Sakurai se acercara hasta su bella fragata, ignoraba qué hacía allí uno de los piratas legendarios de Asia y antiguo conocido de su padre, sin embargo sabía que tendría alguna clase de relación con su hermano, por lo que necesitaba saber de qué se trataba, ordenó que tendieran la rampa e invitó al capitán de cabello de azabache a subir a bordo, estrecharon las manos a pesar de que el moreno se sorprendió ante lo joven que el nuevo L’Espanaye parecía, sabía que su amigo había muerto hacía años, pero jamás había conocido a su hijo que se parecía más a la madre, al menos físicamente, de eso no había duda alguna, le contó por qué estaba allí oyendo a su vez las explicaciones del joven Kamijo.


-Se llevó a mi hermano Hizaki, ya que el Princesse fue destruido pero al parecer, tanto mi hermano como el capitán Teru fueron apresados por un Capitán de la flota de la Reina que según tengo entendido tiene su base en este puerto, por lo que he venido aquí dispuesto a rescatar a mi hermano a sangre y fuego si es necesario.-


Atsushi asintió, él habría hecho lo mismo por sus hijos o Yoshiki por lo que acordó con el joven de larga cabellera castaña que atacarían juntos, personalmente se encargaría de guiar a su tripulación en tierra para buscar en tierra a su hijo, mientras que una vez solucionado el problema encontraría al joven doncel llamado Hizaki, a la vez que el Versailles atacaría con sus cañones el puerto y la fortaleza, ambos capitanes se tomaron por los antebrazos en un curioso gesto que en el antiguo Egipto había sido una vez el saludo de los guerreros.


Una vez ultimaron los detalles, mientras los dos se preparaban para realizar su parte del acuerdo, la puerta del camarote del capitán se abrió y por ella apareció el joven doncel de brillante cabello de platino con una mano puesta en el vientre que apenas comenzaba a hincharse, se había puesto un delicado vestido vaporoso que le tapaba hasta las rodillas y que apenas se ajustaba a su cuerpo, aunque sus evidentes formas, que ya comenzaban a cambiar hacían que la tela se adaptara a él perfectamente sin que esto llegara a resultar peligroso para el bebé, sus delicados pies se hallaban cubiertos por unas suaves pero abrigadas zapatillas que le cubrían hasta los tobillos y que junto con el vestido creaban un bello conjunto azul pálido y lila, imitando los colores de la hortensia, una de las flores favoritas del chico.


El pirata moreno haciendo gala de su habitual elegancia y cortesía, esa que solo mostraba a sus amigos y aliados, tomó la mano del embarazado besándola según la costumbre francesa, después al ver el brillo en los ojos tan puros y hermosos como el mar sonrió reconociéndolo como el mismo brillo que poseía Yoshiki cuando se quedaba en estado. Se acercó al chico aún sosteniendo su mano pasa susurrarle al oído ante la mirada sorprendida de Kamijo y del joven de cabello plateado que estaba junto a él tras apuntarse a la misión en su grupo.


-En el primer embarazo lo mejor es tomar mucha agua, no andar demasiado a partir del sexto mes y pedir masajes en los pies de vez en cuando, junto con una comida sana por supuesto.-


Kaya que al despertar había decidido salir a investigar el por qué del ruido que había en cubierta encontrándose con un atractivo moreno que galantemente besó su mano, y después le dio un consejo que le dejó perplejo, normalmente debería ser su madre la que hablara con él de esas cosas, sin embargo en la única conversación que había tenido con su progenitora esta se había limitado a advertirle de que debía de ser un hijo obediente, nada más ni siquiera una palabra de amabilidad, aunque desgraciadamente con el tiempo se acostumbró al odio de sus progenitores por lo que sentir de pronto toda aquella atención, por muy desconocido para él que fuera el hombre le hizo recordar que jamás había tenido el cariño de su familia, lo que provocó en él, aún más sensible por causa del embarazo, una angustia que hizo que se echara a llorar desconsoladamente dejando atónitos a los duros piratas allí presentes, incapaz de mantenerse en pie, cayó de rodillas tapándose la boca y cerrando los ojos intentando, sin éxito, contener el llanto, que cayó en pequeñas gotas sobre los oscuros maderos de la cubierta, entonces Atsushi se retiró dejando sitio para que Kamijo se arrodillara junto a su amante al que abrazó con cuidado dejando que sus lágrimas empaparan su camisa, pero eso le daba igual porque no había para él nada más importante que el bienestar del hermoso doncel que portaba a sus hijos en su interior por lo que acariciando su cabello, lo consoló suavemente para después tomarlo entre sus brazos para llevarlo de vuelta al camarote, donde lo tendió otra vez sobre el lecho para que descansara, toda aquella tensión no era buena ni para la madre, ni para los bebes.


Tras arropar perfectamente el delicado cuerpo del gestante se levantó de nuevo para regresar junto a su invitado, sin embargo fue detenido por la delicada y temblorosa mano de su amado que lo obligó a sentarse de nuevo después notó los brazos pálidos de Kaya rodeándole, mientras pegaba su vientre contra su espalda, y oyó la dulce voz suplicándole que no se marchara, no tenía el valor de mirar aquellos puros ojos de cobalto y negarles algo, sin embargo también debía atender a su deber de capitán, por lo que se levantó susurrando que volvería pronto sintiendo como su corazón se rompía al oír los lastimeros hipidos del delicado doncel que no podía dejar de recordar que solo le importaba a los hombres de ese barco, a nadie más. Finalmente logró calmarse recordando cual era su lugar ahora y todo lo que había conseguido en aquellos pocos meses, ahora tenía una familia de verdad y Kamijo debía ir a protegerla, con ese pensamiento cerró los ojos conciliando el sueño de nuevo.


Mientras tanto, de nuevo en la cubierta el capitán de largos cabellos ondulados de tono castaño ordenó que prepararan la artillería mientras entregaba un colgante de madera tallada a su aliado, un colgante que él mismo había tallado para la princesa cuando este había nacido, era un tosco trozo de madera con una delicada P tallada, ya que al ver la carita recién nacida de su hermano no había podido evitar pensar en la de una princesa bebé y con sus tiernos cinco años le hizo aquel pequeño colgante para congraciarse con él, el último integrante de su familia, le dijo a Atsushi que Hizaki lo reconocería y eso bastaba al moreno, de ese modo podría hacer que el hermano de L’Espanaye volver al Versailles.


Los piratas de la tripulación del Heaven’s Heroine desembarcaron como hormigas inundando el puerto silenciosamente, todos vestidos de negro se difuminaban en la noche como espectros en la niebla, rápida y eficazmente diezmaron a los guardias que controlaban los niveles principales poco antes de que los cañones franceses resonaran con fuerza destruyendo la fortaleza y los embarcadero, entonces el grupo que Toshi dirigía sembró el terror por las calles saqueando todo a su paso a la vez que el esposo de su amigo y capitán corría hacia la casa principal, situada, a la usanza inglesa, en una pequeña peña que actuaba como barrera natural, los piratas irrumpieron en el recinto como una horda furiosa que destruyó todo lo que se interpuso en su camino, sin embargo cuando abrieron las puertas principales encontraron al dueño de la misma de pie con gesto serio delate de la gran escalinata principal, con su uniforme impecable y la espada en ristre.
El contralmirante había despertado repentinamente al oír los fuertes cañonazos que resonaron en su puerto, se levantó de la cama poniéndose el uniforme rápidamente, tomando su sable y mirando por la ventana, al parece los bucaneros una vez roto el efecto sorpresa se habían apropiado de antorchas con las que corrían hacia la casa, él mismo corrió hasta la alcoba de Hizaki encerrándole en ella, no sabía si aquellos piratas eran enemigos o simpatizantes del rubio por lo que no se iba a arriesgar a que lo dañaran, mientras bajaba las escaleras pudo oír los golpes en la puerta y los gritos furiosos del joven conocido como la princesa, pero no dijo ni hizo nada más, era por su bien, solo bajó lentamente las escaleras mentalizándose de que tal vez fuera su última batalla, una vez que estuvo frente a la puerta de entrada desenvainó su sable lentamente oyendo el sonido del metal contra la tela y se puso en posición de ataque, mientras tanto, Hizaki un poco más calmado posó su oreja contra la madera de la puerta tratando de averiguar lo que ocurría, pero solo consiguió oír un silencio atronador que en cierto modo lo aterrorizó.


Al entrar Atsushi ordenó a los marineros que se detuvieran, caminando él solo hacia el hombre que tanto se le parecía, con su largo cabello azabache recogido en una coleta y su porte altivo, cruzaron las espadas con habilidad, el joven compensaba su carencia de experiencia con una impresionante imaginación para las fintas, sin embargo no conseguía estar a la altura del capitán Sakurai, aunque aguantaba bastante bien el ritmo para sorpresa de los improvisados espectadores que lo habían apostado todo por su capitán, Asagi consiguió interceptar una estocada directa a su corazón describiendo un arco con su sable, no obstante no estaba preparado para la impresionante fuerza con la que su contrincante giró el filo desviando por completo su finta, mientras tanto, Hizaki que había conseguido forzar la cerradura, corrió hasta las escaleras donde observó la lucha de ambos morenos, llevaba entre sus manos un pequeño abrecartas de plata que se le cayó de la impresión al observar la terrible lucha que los hombres mantenían, a su lado el pequeño gatito adoptado como mascota por el rubio maulló fuertemente acurrucándose contra las piernas de su nuevo amo.


El joven contralmirante giró la cabeza al oír el ruido que la improvisada arma hizo al caer al suelo, tal distracción solo consiguió que un nuevo y fuerte golpe por parte del mayor de ambos hizo que la espada del menor se escapara de entre sus dedos cayendo a varios metros de distancia, Asagi bajó la mirada derrotado cuando sintió la espada del Sakurai en su cuello, pero la levantó de nuevo enfocando sus pupilas de azabache en las idénticas de su progenitor, examinó cada rasgo idéntico que tenían, su madre, una joven noble deshonrada tras la aventura con un pirata, siempre había afirmado que se parecía al hombre que pese a todo jamás había dejado de amar.


El joven no pudo evitar que una lágrima rodara por su blanca mejilla cuando recordó como se había negado a ser como el bucanero que en ese momento probablemente lo mataría, lo había odiado con todas sus fuerzas, por su culpa no había sido nada más que el hijo bastardo de una importante familia de abolengo inglesa detestado por sus parientes que lo veían como una afrenta a su ancestral sangre, ningún muchacho había querido ser su amigo, los pobres porque era rico, los ricos porque no tenía padre, recordó también cuando su madre murió, contando él con ocho años, cuando juró ante su tumba que lo daría todo por hacerle pagar a aquel que la había abandonado sola y enferma, un día después había cogido las escasas pertenencias que podía conservar, dado que al ser un menor no podía heredar, y se marchó a Londres a ser reclutado, no podía dejar de pensar en lo irónico que era, al parecer iba a cumplir su propia palabra, iba a morir en su intento de cobrarse la venganza. Pero Atsushi no fue capaz de hacer un simple movimiento al ver las pupilas de carbón, al fin y al cabo era su hijo.


Cuando Juka irrumpió en el puerto con los hombres de Sakurai-sama solo tenía un objetivo en mente, el muchacho que estaba a su lado ni siquiera se había dado cuenta de su desaparición, era el primer saqueo de Kai por lo que sonreía feliz junto a Ginga, aprovechando su distracción rápidamente se separó del grupo corriendo hasta lo la parte baja del fuerte, lo único que había sobrevivido tras el bombardeo del que había sido presa, y por suerte donde se encontraba el pasillo de los calabozos, una vez allí corrió llamando a su capitán que le respondió sorprendido, al llegar a la celda en cuestión pidió al joven de cabellos bicolor que echara hacia atrás apuntando el cañón de su pistola hacia la cerradura de las verjas de hierro volándola de un disparo, después abrazó a su segundo alegrándose de que hubiera sobrevivido pese a que él lo había dado por muerto, este le tendió al capitán de ojos cobalto su sable en cuyo extremo volvía a estar anudada la cinta celeste que le había dejado a Kamijo cuando se había llevado a su princesa, lo que significaba que el de cabellos plateados se había encontrado con su enemigo, aunque en aquel momento solo quería huir de aquel horrible sitio, ambos corrieron sin pausa hasta estar fuera, ya que el plan de Juka era el de robar un barco ya preparado y escapar de Kamijo con su capitán, sin embargo el de cabello castaño se le había adelantado, eso explicaba por qué lo había dejado unirse al grupo tan deprisa, el capitán de ojos de hielo se acercó con una sonrisa.


-Hola Teru, cuánto tiempo.-


Al de cabello bicolor no le dio tiempo siquiera de responder con la réplica mordaz que llevaba años guardando para el francés porque lo siguiente que notó fue el puño de este impactando contra su cara y el duro suelo sobre el que su cuerpo se golpeó, su segundo con los ojos que parecían de mercurio líquido se adelantó para defenderlo pero Yuki el contramaestre de L’Espanaye lo sujetó fuertemente mientras le ponían los grilletes a la vez que el capitán de la fragata más bella de Francia tomaba por el pelo al que había raptado a su hermano arrastrándolo hacia el bote en el que habían llegado mientras el Versailles seguía disparando sin pausa para evitar el avance de la milicia que en teoría, protegía la colonia y que en aquellos momentos se hallaba o muerta o agazapada para salvarse.


Una vez llegaron al barco los encerraron a ambos en calabozos separados, al parecer Kamijo iba a tener su tan ansiada venganza. Tras ver como se llevaban a Asagi, Hizaki recogió el abrecartas en una mano mientras en la otra sostenía protectoramente al pequeño Momo-chan que inconscientemente escondió su cabecita en el pecho de su dueño, cuando el otro moreno de largos cabellos se acercó el joven pirata este se colocó en posición de defensa, sin embargo al ver la mano extendida del hombre pudo ver en ella su colgante de princesa como Kami lo llamaba por lo que acompañó al moreno sin soltar a su gatito, el trayecto hasta el Versailles fue en silencio, pero cuando llegaron pudo ver a su hermano esperándole al final de la escala, casi no le dio tiempo a posar ambos pies en su amada cubierta negra cuando sintió los fuertes brazos de su aniki rodeando su cuerpo y no pudo menos que echarse a llorar, había extrañado enormemente a su familia, luego se sucedieron los abrazos con Jasmine, Yuki en incluso Machi que no podía dejar de recordar cómo había acompañado en las travesuras a la princesa, finalmente entró al camarote en el que Kaya aún dormía, con cuidado besó su frente sin despertarlo, pero cuando ya se iba a marchar el doncel embarazado despertó y ambos se fundieron en un abrazo mientras el de cabello platinado no podía dejar de llorar por culpa de las hormonas alborotadas.


Cuando todo el reencuentro terminó, Hizaki con la excusa de descansar, se escabulló hasta los calabozos donde Teru dormía, al ver la figura de su raptor y amor prohibido no pudo evitar que a su memoria llegaran los ojos de azabache que tanto le habían impresionado y no las pupilas de cobalto en las que se suponía que tenía que pensar, entonces se levantó de las escaleras en las que estaba sentado, corrió de nuevo hacia la cubierta que en aquellos momentos estaba vacía, aunque sabiendo que no duraría mucho aquella quietud se apresuró a lanzar un bote al agua y bajar rápidamente, luego lo condujo hasta la playa que había visto desde su habitación en la casa del Contralmirante, mientras remaba se dio cuenta de que aquel ejercicio no era nada digno de una princesa. Al llegar corrió rápidamente por la arena, tenía algo importante que hacer, algo de lo que tal vez se arrepentiría sin embargo su corazón parecía haberse aclarado, no mucho ciertamente, pero sabía que una vez cumplida su misión todo cambiaría, esperaba que fuera para mejor.

Asagi no podía dejar de pensar en lo irónico que era el estar encerrado en aquel calabozo en el que tan solo unas horas antes había estado aquel maldito pirata de cabellos bicolor, suspiró sin poder creer que su vida iba a acabar tan repentinamente, justo después de conocer a un padre que odiaba más que a nada en el mundo, sin embargo, de pronto un ruido lo sacó de su ensimismamiento y levantó la cabeza que hasta ese momento había estado oculta entre sus rodillas, tal vez habían decidido no esperar a la mañana para eliminarlo, se puso de pié al ver la tenue luz de una única vela, también podía oír unos delicados pasos que no se correspondían con ninguno de los que podían emitir cualquiera de los rudos marineros de la tripulación de su progenitor o del Versailles, se acercó a los barrotes, porque la curiosidad le pudo, a sabiendas de que estaba exponiendo su posición, sin embargo pudo respirar tranquilo aunque sorprendido cuando vio a la persona que se acercaba.


La hermosa princesa rubia, llevando como único atuendo el delicado camisón blanco de encaje y unas suaves zapatillas de tela portaba en su mano derecha un candil y el la izquierda el llavero de las celdas, trató de hablar pero el chico se lo impidió, luego introdujo la llave en la cerradura liberándole, agarró su mano y lo sacó del pasillo de las celdas guiándole en una oscuridad casi máxima hasta la salida, una vez en la calle, el joven apagó la llama y corrió por sobre los adoquines sin hacer casi ruido arrastrándole de la mano, obligándole a correr, cuando sus ojos se acostumbraron a la falta de luz pudo ver que le estaba llevando hasta la playa salvaje de New Virginia, una vez sintió las botas hundirse en la arena dejó de caminar usando su fuerza para obligar al bello doncel a pararse.


-¿Por qué lo has hecho? ¿Por qué me ayudas? Yo te obligué a prometerte conmigo y apresé al hombre que amas.-


Hizaki acarició suavemente la mejilla pálida del hombre y con su delicadeza habitual abrazó suavemente el fuerte cuerpo del antiguo Contralmirante que sorprendido correspondió.

-También me salvaste en vez de condenarme a la muerte por ser y ayudar a un pirata, porque sé que sabías que no era un simple doncel perdido, no soy tan bueno fingiendo.-


-Solo es por eso.-


El moreno estaba desilusionado, había esperado algo más por lo que se golpeó mentalmente, era un estúpido pensando que alguien como el dulce rubio podía fijarse en una persona como él que además era uno de sus enemigos naturales. Empujó el pequeño bote que el doncel había preparado hasta el agua mojándose las botas en el proceso, aunque por supuesto eso era un dato sin importancia, se montó ante la mirada apenada del chico que trataba de poner orden en su corazón, miró una última vez hacia atrás viendo la mirada perdida en el rostro de su joven prometido y remó con todas sus fuerzas deseando alejarse de aquel incómodo silencio, el rubio veía como el hombre que había desestabilizado su vida se iba de la misma con igual fuerza a la que había usado al entrar, entonces tomó una decisión que cambiaría su vida, corrió mojándose las zapatillas y el camisón llegando hasta el borde de la barca, echó los brazos al cuello del hombre de largos cabellos y unió sus labios con los del mayor en un suave beso apretando contra el pecho del hombre la pequeña cruz de plata que acababa de atarle al cuello, después empujó un poco el bote y se quedó en el agua viendo partir a Asagi que supo en aquel mismo instante que no podría olvidarse del sabor de aquellos labios de cereza, amaba a Hizaki, continuó remando mientras el sol terminaba de alzarse en el cielo, al cabo de un rato observó los utensilios que había en la barca, una brújula, un mapa y una botella de ron junto con una bolsa de víveres, rió, todo lo indispensable para un pirata.


Tomó la brújula en una mano y el mapa en otra dejando que el mar lo meciera suavemente, debía admitir que jamás había sentido tanta paz, tras calcular y decidir a donde se dirigiría tiró los utensilios y agarró la botella, le quitó el corcho con los dientes pero cuando iba a echar un trago observó un rollo de papel que había sobre las tablas de madera que componían el suelo de la barca, cogió el papel y comenzó a leer.


“Supongo que escribí esto por si resultaba demasiado cobarde como para aclararme antes de que te fueras, lo cierto es que escribir esta carta también me ha costado mucho, yo, realmente no consigo comprender muy bien lo que siento, pero me alegro de haber tenido la oportunidad de conocerte, por extraño que suene. Pero hay algo en ti que me hace, no sé cómo decirlo, confiar, a pesar de todo y he de decir que espero con ansias verte de nuevo, te espero en el arrecife del León dentro de un mes, aun necesito aclarar mi corazón pero realmente deseo verte.
Con cariño,
Hizaki”
La sonrisa acudió a su cara y cambió rápidamente el rumbo para ponerse en camino hacia el arrecife, no tardaría más de una semana en llegar y tenía alimentos de sobra, después, esperaría.

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