jueves, 6 de enero de 2011

El baile de los Vampiros I

Los personajes no me pertenecen y no gano nada con esto, solo se trata de diversión sin ánimo de ofender. La pareja será KamijoxHizaki, ya sabéis cuanto me gustan.




I. Encuentro a media noche


Era media noche sobre la bella ciudad de Venecia, las calles estaban vacías de todo signo vital, y es que ningún joven se atrevía a caminar por las estrechas aceras que flanqueaban los canales a semejantes horas de la madrugada, ninguno excepto el hermoso muchacho de grandes ojos de azabache que en aquel momento se movía con agilidad por el callejón apenas iluminado por los faroles de aceite casi extinto, sus largos cabellos dorados de brillantes rizos recogidos en una sencilla coleta se agitaban a cada paso que daba golpeando suavemente la tela de terciopelo granate oscuro que lo cubría , lo estaban persiguiendo, no lo veía sino que podía sentirlo.

Aceleró el paso asustado, con una mano agarraba su rosario de pequeñas cuentas de azabache mientras que con la otra sujetaba la falda que se arrastraba a sus espaldas para que no le hiciera tropezar, cuando llegó al borde del Gran Canal maldijo por no ver ningún gondolero cerca, al sentir los pasos acercarse, el miedo lamió su piel y lo creyó todo perdido, sin embargo de entre la bruma que de pronto se había formado apareció una góndola de aspecto fantasmal conducida por un hombre alto cuya cara estaba tapada por un sombrero negro de ala ancha, no obstante, cuando iba a subir pudo observar con desazón que se hallaba ocupada por el joven más atractivo que había visto en su vida que, en contra de lo que había esperado, le tendió la mano en un caballeroso gesto.

Al tocar los dedos esbeltos sintió como el frío se colaba bajo su piel hasta los huesos, aquella mano era la cosa más fría que había tocado en su vida, pero aquello no disminuía el enorme atractivo de su acompañante, tenía el cabello rubio platinado peinado hacia atrás y los ojos verdiazules, un color tan extraño como penetrante, que le hacía sentir como si con una sola mirada desnudara su alma entera, sus largas pestañas curvadas eran de un negro intenso que acentuaba aún más lo impresionante de sus pupilas mientras que las cejas perfiladas se curvaban casi con desdén aportándole un aire orgulloso con su delicadeza castaña, la piel blanca se asemejaba a la del mármol en su aspecto, pero no en la textura ya que al tocarla era tan suave como la seda. Su atuendo era igual de majestuoso que su cara, un abrigo negro largo de terciopelo cortado a la moda bajo el que se entreveía una chaqueta del mismo material bordada en hilo rojo, aunque lo que más destacaba era la camisa de cuello alto completamente de encaje, también azabache, solo sobresalía el corbatín de seda rojo sangre cuyo nudo estaba sujeto por un broche con el rubí más grande que el bello rubio había visto en su vida, pero el pantalón de montar en cuero desentonaba con el resto del rico atuendo, aunque no se podía negar que estilizaban sus piernas en consonancia con las altas botas de tacón también de cuero que se sujetaban con botones de oro a ambos lados de la pierna.

Durante el viaje ninguno de los dos cruzó palabra, simplemente se limitaron a examinarse mutuamente hasta que el joven de largos rizos rubios se cansó de mirar embobado a su apuesto acompañante, que al contrario que él lo siguió observando absorto prestando especial atención a su cuello inmaculado tan solo adornado con una pequeña cadenita.

Cuando la góndola se detuvo al lado de una moderna calle ligeramente más amplia que las demás, el hermoso joven de aspecto femenino observó sorprendido que frente a él se hallaba su casa, pero aún más sorprendido recordó que no le había dicho al gondolero donde estaba el Palazzo de su familia, se volvió con gesto interrogante hacia el atractivo rubio -¿Cómo…?- el hombre solo sostuvo la pequeña cadena que rodeaba su garganta y de la que pendía el emblema de su apellido –No ha sido difícil, pero perdonad mis modales, permitid que os ayude a bajar- A continuación se levantó saltando a la acera con gran habilidad y tendiendo la mano a su acompañante con una elegancia que provocó el sonrojo en el muchacho, un sonrojo que se aumentó cuando el hombre sostuvo sus manos contra el pecho acercando sus cuerpos y comenzó a susurrar junto a sus labios –Aún no conozco vuestro nombre y sería una verdadera lástima marcharme sin conocerlo, deseo encarecidamente haceros mi modelo pues ni la mujer más hermosa y pura podría igualaros en belleza.-

El hombre acarició ahora su mejilla provocando escalofríos por todo su cuerpo y solo fue capaz de tartamudear –M… mi nombre es Hizaki,- aunque recuperó el aplomo después de sacudir la cabeza -y no tengo ni idea de por qué habría de ser vuestro modelo.- El sensual rubio de ojos verdes enfocó sus bellas pupilas en las negras del joven Hizaki sonriendo –Soy Kamijo Yuuji, pintor.- El de vestido de terciopelo no pudo menos que asombrarse, el hombre parecía demasiado joven para ser el afamado pintor de reyes y papas, pero este no le dejó expresar su asombro pues besó suavemente su mejilla y volvió a la embarcación mirando como el objeto de su deseo entraba confuso en el pequeño Palazzo, una vez que supo que el rubio estaba a salvo indicó a su sirviente que lo llevara a casa –Vámonos Juka, por hoy hemos terminado.-

El aludido asintió retirando su sombrero y mostrando el por qué se lo había puesto, su cabello plateado brillaba con fuerza al igual que sus ojos de pupilas verticales plateadas, unos ojos que sin duda no era humanos -¿Por qué lo has hecho Kamijo?- el rubio sonrió –Por qué va a ser mi ángel.-

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