miércoles, 7 de abril de 2010

Corazón Sangrante, Alma Rota III y IV





Capitulo 3

Kamijo abrió lentamente los ojos y acarició la delicada espalda de Hizaki cuya cara apenas se dibujaba en la oscuridad, era pronto, siempre dormía poco, no le gustaba mucho ciertamente, su acompañante se revolvió en sueños haciéndole sonreír, el joven rubio tenía la costumbre de dormir hasta bien entrada la mañana. Delineó suavemente el perfil del joven recordando la primera vez que le vio, la vez que jamás iba a ser capaz de olvidar, aquel día en que Hizaki sin saberlo se había convertido en su propiedad.

--Flash-Back—

Estaba sentado disfrutando de uno de sus amados cigarrillos, hacía poco que fumaba y ya se había convertido en un total adicto al tabaco.
Tan solo unos momentos antes había terminado un trabajo para su padre, no es que le importara mucho su progenitor, puesto que se había caracterizado por su nefasta labor de padre y esposo, sin embargo como único heredero consideraba lógico el preocuparse por la herencia, y por lo tanto había eliminado sin dudar ni un segundo a aquel tipo que en el futuro podría haberle resultado un incordio. Dio una larga calada sonriendo ante la sensación de la nicotina recorriendo su organismo y entonces fue cuando lo vio, al principio lo confundió con una niña, aunque cuando se acercó más se dio cuenta de su error, llevaba un peto vaquero con un osito de color azul cielo cosido en el centro del bolsillo del pecho, debajo tenía una camiseta de manga corta de un color tan blanco como su piel, aunque lo que más le llamó la atención fue el largo cabello rubio que caía sobre sus hombros. En los brazos llevaba un conejo de peluche de color rosa chillón casi más grande que él mismo y lo apretaba con tanta fuerza que parecía que le iba a romper la cabeza.
El pequeño parecía desorientado, y conforme se fue acercando más pudo ver sus grandes ojos negros brillar a causa de las lágrimas. Con sus cortas piernas, pues no pasaría de los cinco años, llegó a la altura del banco donde estaba sentado, dejó con gran cuidado el peluche, e intentó subir al asiento sin éxito alguno, entonces Kamijo que había observado sus intentos con gran interés, apagó su cigarro y se inclino hasta agarrar al niño por las axilas sentándolo en sus rodillas. Los bellos ojos oscuros se abrieron por el miedo y la sorpresa mientras re revolvía inútilmente entre sus brazos. Con una delicadeza extraña en él le limpió las lágrimas y miró atentamente como trataba de alcanzar su conejo de felpa. Se estiró y lo agarró sin dificultad entregándoselo al pequeño que de inmediato lo abrazó como si su vida dependiera de aquel peluche.

-¿Te has perdido?-

-No encuento a mi mama-

La acongojada voz del niño era un reflejo de su preocupación, por lo que lo tomó en brazos y con una sonrisa trató de tranquilizarlo.

-¿Qué te parece si te ayudo a buscarla?-

-¿De veda?-

El pequeño le miró esperanzado y le sonrió y abrazó cuando el asintió, era la primera vez que un niño le abrazaba y era la sensación más indescriptible que había vivido, decidió que quería sentir eso para siempre, quería a ese niño para sí.

--Fin del Flash-Back—

Mientras los primeros rayos de sol comenzaban a colarse por entre las cortinas Kamijo recordó la impresión que le dio cuando vio el asqueroso antro donde el niño, que se había presentado a sí mismo como Hizaki, vivía, era un lugar sucio y al poco de entrar al lugar que no merecía la calificación de vivienda, vio la razón. En el suelo sobre unos cojines sucios estaban los padres del niño, al lado de la mujer había una jeringa usada, y al lado del hombre una plancha de madera con un par de rayas aún sin consumir.
Fue entonces cuando tomó la decisión de comprar al niño, pero aún necesitaba la aprobación de su padre, por lo que se despidió del niño y fue a por su coche, se saltó todos los límites de velocidad para llegar a la “oficina”. A su padre no le había gustado la idea, odiaba que su hijo fuera homosexual, sin embargo, también sabía que sus últimos días se acercaban y que una discusión con el joven le traería problemas dentro de la organización.
Hizaki comenzó a despertar y Kamijo al verle no pudo evitar que a su mente llegara la imagen de esa misma carita llorosa cuando se lo llevó de su casa. Nunca había esperado sentir nada por nadie, de hecho había sido entrenado para no sentir jamás, pero una extraña emoción le embargaba cada vez que veía a su princesa. Era consciente del trato al que le había sometido, y de hecho no se arrepentía de nada, ni de lo que iba a hacer.
Comenzó a deslizar sus dedos sobre la pálida y sensible dermis de Hizaki que terminó de despertar al sentís las caricias de Kamijo, era evidente que el de cabello castaño no podía pasar más de un día sin sexo. Había comenzado a despertar al sentir los rayos del sol en su cara, sin embargo finalmente fue el propio Kamijo quien consiguió desvelarle, se removió ligeramente pero estaba agotado tras tres noches casi sin dormir y la horrible información que le había dado el castaño el día anterior, que no se sentía con fuerzas para resistir activamente.
Notó las manos por todo su cuerpo, como si de pronto aquel que le tocaba hubiera multiplicado su número de extremidades, sus piernas fueron separadas mientras era acomodado sobre su espalda, los labios de Kamijo viajaban por toda su piel mientras esta vez los dedos mantenían sus muslos completamente abiertos ofreciendo al espectador una excitante imagen. Kamijo sonrió, no podría imaginar una escena más erótica que ver a su princesa completamente rendido y abierto para él. Lamió con descaro el interior de los muslos y después besó la punta del pene aún flácido y movió la punta de su lengua entre los testículos del joven que gimió y estrujó las sábanas entre sus dedos. Hizaki se había prometido no mostrar ningún tipo de reacción al más puro estilo de Mana, sin embargo la suavidad tan poco usual, con la que estaba siendo tratado y las extrañas acciones de Kamijo, que nunca le practicaba sexo oral siendo más bien al contrario, estaban consiguiendo que su cuerpo reaccionara. Gimió de nuevo cuando su miembro fue fuertemente succionado, ya estaba completamente erecto. Tras ver como Hizaki se ponía completamente duro masajeó sus nalgas apretándolas y separándolas, luego metió de golpe dos dedos haciendo gritar al receptor de sus atenciones, no podía esperar más, necesitaba sentirse dentro de su estrecha princesa.
Sintió los dedos en su interior mientras el escozor y la molestia volvían, aunque duró muy poco ya que casi de inmediato el duro pene comenzó a entrar en él. Gritó de nuevo de puro dolor, ni siquiera le había preparado de una forma decente, y hacía casi dos días que no tenía sexo, por lo que estaba más estrecho de lo habitual. Las lágrimas comenzaron a rodar por la hermosa cara a pesar de los intentos de su dueño por evitarlo, odiaba mostrarse débil ante Kamijo, que se limitó a abrazarle acomodándole para mejorar y profundizar la penetración, Hizaki aún adolorido se aferró a la fuerte espalda de Kamijo y enterró sus uñas en la blanca piel rasguñándola y haciendo gemir al hombre que estaba sobre él.
Kamijo sintió la ruda reacción de su amante que solo logró aumentar su excitación provocando que comenzara a envestir más profundo si cabe. En un determinado momento la punta del pene de Kamijo rozó la próstata de Hizaki, que desprevenido, no pudo evitar emitir un gemido de placer, haciendo sonreír al hombre que le penetraba, que repitió el movimiento un poco más fuerte obligando a la princesa a gemir fuertemente, comenzando un rápido vaivén.
De pronto Hizaki-hime se encontró rodeando con sus largas y hermosas piernas la cintura del de cabello castaño, y moviendo sus caderas para ayudarle en las envestidas, estaba a punto de arrepentirse y de comenzar a luchar cuando Kamijo bajó la cabeza retirándose ligeramente y lamió sensualmente sus erectos pezones. Eso descontroló total y absolutamente al rubio que gritó y se abandonó al placer que muy a su pesar, su captor le proporcionaba.
Kamijo sintió su miembro aprisionado entre las apretadas paredes de su amante y mirando aquella bella cara con los ojos cerrados por las sensaciones y los restos de lágrimas, se dejó ir llenando el interior de su princesa. Hizaki sintió la semilla de Kamijo llenándole y volvió a gemir y liberó su esencia entre ambos cuerpos.
Sin salir de su interior, el mafioso se dejó caer sobre él mientras trataba de regular su respiración, cuando lo consiguió se deslizó fuera del joven y lo tomó en brazos, para llevarle al baño, donde tomaron una rápida ducha, todavía tenía asuntos que arreglar con el círculo.


Mana abrió sus enormes y bellos orbes azabaches, encontrándose con la mirada azulada de Gackt que en ese instante acariciaba sus cabellos con un gesto casi perezoso. Cuando había despertado lo primero que enfocó claramente fue el pálido y estilizado cuerpo de su joven amante, aún podía recordar la primera vez que lo había visto.

--Flash-Back—

Llevaba una rato fuera de casa, uno de sus mejores amigos, Atsushi había conseguido convertirse en miembro del Círculo, y les había invitado a todos a tomar unas copas, el ya llevaba varias de más y en ese momento iban por el tercer local, esta vez era una casa de putas muy parecida a la que el propio Sakurai poseía, abrieron la puerta del lugar y lo primero que vio tras adentrarse en el mar de cuerpos y humo de colores fue un delicado cuerpo andrógino vestido, si se podía considerar así, con una especie de túnica que de tela semitransparente azul oscuro que llegaba un poco por encima de medio muslo y sin mangas mostrando así sus esbeltas extremidades. El chico, pues a pesar de su evidente feminidad no había duda de su sexo, estaba siendo manoseado obscenamente por un sujeto cuanto menos repugnante.
No supo que le impulsó a acercarse a la pareja y a apartar al tipo de un fuerte empujón sacando al joven prostituto de allí por la puerta de atrás, ni la razón por la disparó al enfurecido hombre que les seguía, en medio del callejón. Entonces se giró a mirar al muchacho al que sostenía fuertemente por la muñeca, ni se había inmutado, de hecho no recordaba haberle visto hacer ningún tipo de gesto mientras le tocaban, en ese instante llegaron sus amigos, Atsushi estaba furioso.

-¡¿Por qué has hecho eso?! ¡¡Si querías una puta podías habérmela pedido hay un montón para elegir en mi local, y este ni siquiera es una mujer!!-

-¡¡Ya lo sé!! ¡¡Tienes algún inconveniente en que me tire a hombres también!!-

Atsushi lució sorprendido, pero cambió de tema.

-Entiende que aún no eres nadie Gackt, y yo tampoco, recién me han nombrado miembro y aunque llevo preparándome durante mucho tiempo para reformar el círculo y solo me llevará unos meses, primero debo esperar y aprender, y tu deberías hacer lo mismo.-

Entonces se giró para irse dando por concluida la conversación, pero se volvió mirándole de nuevo.

-Por cierto, lo acabo de comprar para evitarte más problemas, pero lo mantendrás como Kami mantiene a Hizaki. Se llama Mana.-

No supo que decir, pero agarró la mano de su futuro amante y tiró de él hasta llegar a su coche.

--Fin del Flash-Back—

Sonrió viendo a Mana despertar del todo, era tan bello. Al principio las cosas habían sido sumamente incómodas, el chico y su negativa a hablar le habían sacado de quicio, pero lo cierto es que Mana era sumamente obediente, al menos la mayor parte del tiempo. El joven de negra cabellera miró con curiosidad a su dueño, ciertamente era atractivo, y su trato aún en los momentos más duros había sido mejor que el recibido en el anterior puticlub, sin embargo seguía siendo un esclavo sin libertad ni derechos por muy buen trato que recibiera. Ya hacía unos meses desde que se había fijado en su amo y lo cierto es que de un tiempo a esa parte cada vez que le miraba una sensación extraña que no era capaz de explicar le recorría el estómago. Sacudió la cabeza ahuyentando esos confusos pensamientos y volvió a mirar a Gackt que había salido de la cama y se comenzaba a vestir.
Tras un momento había decidido apartar las sábanas y levantarse, aún tenía pendiente una reunión del Círculo, comenzó a ponerse la ropa interior y después cogió un elegante traje blanco, siempre guardaba ropa en su habitación para cuando se quedaba a dormir, se peinó y se puso sus gafas de sol favoritas. Finalmente miró a Mana con una sonrisa.
-Si quieres puedes quedarte aquí un poco más o si lo prefieres puedes bajar a tu habitación.-
Como respuesta recibió un simple movimiento de cabeza, se giró y abandonó el cuarto.
Mana, al ver a Gackt marcharse se incorporó en el lecho y salió notando frío en la piel, luego buscó su ropa, se la puso y se movió a paso lento hacia el cuarto que compartía con Jasmine.


Teru despertó cuando sintió a Asagi tomarle en brazos, se revolvió ligeramente conociendo las intenciones de aquel peligroso hombre que se afirmaba su dueño, ya lo había hecho otras veces. Al moreno le gustaba meterle en la bañera para hacerle reaccionar por las mañanas, algo que a Teru, obviamente no le gustaba. Asagi al ver a su jovencísimo amante despierto solo sonrió pero ese hecho no le hizo desistir de la idea de mojar al pequeño de cabellos bicolor. Teru saltó de los brazos de su torturador particular y corrió de vuelta a la habitación provocando que el mayor le siguiera rápidamente. Le interceptó antes de que cogiera su ropa y sin ningún cuidado lo arrastró hasta el baño, una vez allí le sumergió en la bañera. Tras un rato consiguió acostumbrarse a la temperatura del agua y se relajó entre las burbujas del hidromasaje hasta que desgraciadamente su paz se vio interrumpida por el pelinegro que le indicó que tenía que salir para volver al cuarto que compartía con el último joven en llegar, el más joven de todos, Hide.


Había despertado en brazos del hombre que le había llevado a ese lugar, mientras estrechaba a su muñeco preferido con fuerza. Estaba asustado, pero aquel señor, que se llamaba Toshi le había prometido que todo saldría bien, y lo cierto es que hasta el momento así había sido, solo esperaba poder ver pronto a su hermano, puesto que la noche anterior ni siquiera había podido hablar con él.
En ese instante Toshi-san se levantó y le dijo que tenía trabajo que hacer, se despidió de él y se marchó tras prometerle que volvería luego. En ese momento Hide estaba demasiado cansado como para moverse, por lo que se acurrucó entre los almohadones cambiando la posición del muñeco y se encogió cerrando los ojos y durmiéndose al instante.


Jasmine terminó de ponerse el último calcetín, hacía un rato desde que se había despertado con Yuki, que tenía reunión, de modo que él había vuelto a su habitación, donde tras tomar una ducha y elegir su ropa había comenzado a vestirse, lo cierto es que se imaginaba cómo estaría Kaya al despertar, al fin y al cabo había pasado por lo mismo hacía un tiempo.
Sabía lo que era amar a quién te ha destrozado la vida, a aquel que te ha torturado y quitado la dignidad una y otra vez, y realmente era incomprensible, pero era algo sobre lo que no podía decidir, no había estado con ningún hombre antes de pertenecerle a Yuki, al menos no en servicio completo, y dudaba que alguna vez estuviera con alguien más.
Aún recordaba cuando había empezado a amar al rubio, lo mal que lo había pasado, y sabía que su hermano necesitaba todo el apoyo que él no había tenido.


Kaya abrió sus bellos ojos azules lentamente encontrando que estaba solo en la cama, como casi siempre y no pudo evitar que las lágrimas cayeran sin control de su cara, se sentía vacío y roto, su ilusión como cada mañana había terminado, y su alma volvía a estar destrozada, pero ya no tenía fuerzas ni siquiera como para tratar de recoger los pedazos de su corazón, porque incluso estos pertenecían a Juka.
Chilló en la almohada toda la tristeza que le embargaba, y se sintió estúpido una vez más, por amar al hombre que una vez tras otra le había roto el alma, y a pesar de que no había herida física su corazón sangraba por alguien que no merecía su amor, el único que había sentido jamás, desde que era un niño pequeño, puro e inocente, que aquel hombre se había encargado de corromper. Se levantó secando sus mejillas y buscó su ropa de la noche anterior que estaba desperdigada por el suelo, se la puso y caminó hasta la salida adoptando la máscara de felicidad que desde hacía unos años le acompañara. Rezaba por que Jasmine ya se hubiera levantado, necesitaba como nunca un abrazo, y a pesar de su amistado con Hizaki-hime en aquél momento lo que realmente le hacía falta era la comprensión de su hermano.
Bajó las escaleras tanteando la pared, dado que aún no estaban encendidas las luces y prácticamente corrió hasta la habitación. Jasmine aún no había llegado, sin embargo la princesa estaba acostada en su cama aparentemente dormido, mientras abrazaba a su peluche preferido, aquel conejo que Kaya también adoraba.
El muchacho de cabello blanco se desvistió y tiró sin ningún cuidado la ropa en la cesta de la ropa sucia, esa semana le tocaba a él encargarse de lavar la ropa, por lo que no le importaba descuidarla en aquel momento. Caminó hasta el baño, entró y se metió a la ducha, abrió el grifo y dejó que el agua templada mojara toda su piel, luego, agarró su esponja, de color amarillo pálido y dosificó el suave jabón con olor a rosas, tras eso pasó la esponja por todo su cuerpo, y echó el champú sobre su suave cabello, hizo espuma y se aclaró. Salió del plato de ducha y agarró una de las toallas blancas enrollándosela a la cintura, se calzó unas zapatillas de felpa del mismo color y regresó al cuarto a la vez que entraba Jasmine tranquilamente, no era su habitación, pero pasaba más tiempo allí que en cualquier otro lugar.
El joven que portaba una camiseta violeta, su color favorito, y unos pantalones negros sueltos, así como unos llamativos calcetines de rayas, se acercó a su hermano y le tendió un conjunto blanco y negro que el otro aceptó tras ponerse los bóxers grises. Mientras tanto Hizaki se había despertado con el ruido de la ducha y estaba sentado son el pecho apenas cubierto por las sábanas doradas.


Yoshiki despertó cuando Atsushi retiró las cortinas permitiendo que los rayos del sol impactaran contra su cara durmiente. El moreno ya estaba completamente vestido con otro traje negro.

-Levántate, vístete y si te quieres duchar lo haces en tu habitación, allí Kaya te indicará en que rango de tareas estás, ¡Venga, no tengo todo el día!-

Yoshiki se guardó la réplica cortante e hizo lo que le había ordenado, mientras el hombre abandonaba la habitación.
Se sentía fatal, aún peor que la noche anterior, y la desesperación hizo acto de presencia una vez más, ya le molestaba esa perpetua sensación de su pecho. Trató de recordar el camino por el que había llegado a ese cuarto, pero le fue imposible, por lo que bajó por las primeras escaleras que vio, estas, daban a un largo pasillo pintado en un deprimente color hueso, había varias puertas de color morado cuya pintura estaba en muchos lugares saltada.
Caminó buscando una salida que le llevara a un lugar conocido, en ese instante una de las puertas, la que tenía el número nueve se abrió mientras un muchacho de cabellos cortos rubios completamente disparados de un lugar a otro y ojos de color marrón oscuro comenzaba a mirar a su alrededor hasta dar con él.

-¿Quién eres?-
Yoshiki se volvió todo sorprendido mientras el chico lo tomaba del brazo y tiraba de él hasta meterle en la habitación. No era muy amplia, había dos literas, una de las cuales estaba ocupada, en la otra en la cama de arriba un chico de cabello castaño oscuro con el flequillo teñido de rubio oscuro y un piercing en el labio dejaba colgar sus pies descalzos mientras sostenía una revista.

-Soy Yoshiki.-

Uno de los chicos de la otra litera se levantó y caminó hasta llegar delante de él, tenía el pelo negro corto y los ojos del mismo color, le tomó por la cara y luego le miró de arriba abajo.

-Es el chico nuevo, la puta privada de Sakurai-sama.-

A pesar de lo duro de su expresión su tono no era despectivo, y lo cierto es que no podía negar la verdad de las palabras del joven, realmente era la puta de Sakurai. El joven que le había metido en la habitación le miró con curiosidad.

-¿Y qué haces aquí? Los privados tenéis prohibido venir aquí, igual que nosotros subir a vuestras habitaciones.-

-Me he perdido.-

Entonces el muchacho del piercing habló por primera vez, parecía el líder.

-Shou llévalo a su escalera e indícale por donde puede llegar a su cuarto.-

El chico de pelo rubio asintió y le tomó de la mano llevándole hasta la puerta, salieron y caminaron por el pasillo hasta una esquina donde giraron, allí Shou le hizo parar, miró esperando no ver a nadie y entonces volvió a tirar de él, anduvieron rápidamente por otro largo pasillo que desembocó directamente en las escaleras por donde Kaya le había guiado el día anterior.

-Ahora solo tienes que subir.-

Yoshiki se giró hacia el chico y le echó una mirada de agradecimiento, Shou solo le miró con cierta envidia.

-Gracias…Oye, ¿Quieres subir?-

-Yo…no puedo, si Sakurai-sama se entera me castigará.-

Bajó la cabeza en un gesto de infinita tristeza, luego se dio la vuelta y echó correr hasta perderse en ese laberinto de pasillos. Subió las escaleras y allí enfrente vio al mismo ser andrógino del día anterior, lo reconoció a pesar de que llevaba un atuendo completamente distinto por su impresionante belleza y los rizos castaños, al verle, el joven le sonrió y le hizo un gesto con la mano, hasta que se acercó, luego le hablo con su hermosa y melodiosa voz.

-Soy Yuu, aunque ahora todos me llamen Jasmine, soy el hermano mayor de Kaya.-

-Yoshiki.-

-Ven, quiero enseñarte una cosa.-

El rubio hizo caso a Yuu que le llevó hasta un cuarto idéntico al suyo, excepto en los colores de la ropa de cama y en el número de las mismas, solo había dos, una con un edredón azul cielo, y varios peluches de ositos, la otra tenía un edredón naranja, tan brillante que hacía daño a la vista, sobre ella estaba aquel gigantesco muñeco de peluche del héroe de su hermano, un dibujo animado con el pelo tan rosa y llamativo como el del propio Hide. El pequeño, efectivamente estaba en la cama riendo ante las payasadas de Teru.
Yoshi corrió hasta abrazar a su hermano como si de ello dependiera su vida, mientras en una oscura habitación delante de la pantalla se sentaban un hombre rubio y otro moreno. Ya hacía un rato desde que había terminado la reunión y solo quedaban ellos dos.

-Tal vez deberías atar un poco más a Jasmine, Yuki, a este paso se te va a volver a ir de las manos.-

-Por dejar que tu chico sea feliz durante un minuto no te vas a morir, Atsushi y Jasmine está perfectamente, así tiene algo de libertad y se resiste menos luego.-

-Puede que tengas razón, pero primero tengo que educar a Yoshiki antes de poder permitirle esa clase de comportamiento.-

-No seas muy duro, son más sumisos cuando no te odian.-

-Contigo no funcionó, al final tuve que subastar a Kaya para que Jasmine se rindiera, ¿recuerdas?-

Yuki no dijo nada, solo sonrió y abandonó la habitación seguido por Sakurai que bajó hasta la habitación que Teru y Hide compartían encontrándose con Jasmine que salía del lugar, el joven se apartó rápidamente pero no consiguió evitar el fuerte agarrón de Sakurai-sama que le mantuvo en su lugar.

-Ni se te ocurra volver a hacer una tontería semejante.-

El joven solo asintió asustado y se fue corriendo a su habitación. Atsushi entro y rápidamente se colocó delante de la cama de Hide donde estaban tanto el propietario, como su hermano y Teru, los tres chicos temblaron de miedo, Yoshiki además de rabia. Con un gesto le indicó, además, que le acompañara. Trató de replicar, pero vio la mirada que el moreno echó a su pequeño Hide y obedeció sin chistar. Siguió al asesino de sus padres hasta llegar al horrible pasillo de cemento por donde había caminado el día anterior, una vez allí viendo las intenciones de su captor echó a correr en dirección contraria, sin embargo no pudo ir muy lejos, ya que casi de inmediato fue atrapado por la cintura, Sakurai-sama volvió a tirar de su pelo sin piedad provocándole un lacerante dolor en su cuero cabelludo y un fuerte grito en respuesta.

-Mira crío, no eres más que un puto niñato que está aquí para divertirme, y ¡OBEDECER!-

-Su…suéltame…por…favor.-

Yoshiki habló con lágrimas en los ojos, no solo por el dolor que le producían el tirón o el fuerte apretón de su cintura sino también por las crueles palabras del moreno, este aflojó el agarre de la cintura un poco y convirtió el tirón de cabello en una suave caricia, recorrió el pelo ondulado, rubio y largo de su amante con los dedos hasta llegar a la zona baja de la espalda, luego movió al chico que ya no se resistía hasta una de las puertas metálicas, la abrió y entró adentro dejando caer bruscamente el frágil cuerpo del muchacho que no podía dejar de llorar.
Sin ningún cuidado tiró de su ropa hasta arrancársela dejándole solo con los calzoncillos, Yoshiki tembló sobre el cemento helado, entonces el moreno se acercó tomándole del mentón y le obligó a mirar directamente a sus ojos mientras bajaba la cremallera de su pantalón y sacaba su miembro erecto.

-Hazme una buena mamada, y podrás volver a ver a tu hermano.-

Yoshiki abrió los ojos horrorizado y trató de echar la cara hacia atrás, sin embargo eso solo consiguió enfurecer a Atsushi que sin ninguna consideración volvió a agarrar el rubio cabello y estampó la cara del muchacho contra su húmedo y duro miembro, estaba muy enfadado y aunque sabía que Yoshiki no había ido a propósito a ver a Hide, su frustración a causa de la reunión y el hecho de que el joven no le hubiera pedido permiso para visitar a su hermano, solo hacían que deseara descargarse, y que mejor que el joven que ahora estaba a sus pies.

-Tienes dos opciones, o me la chupas como Dios manda o te lo hago por las malas y te lo juro, te va a doler.-

Yoshiki abrió la boca y dejó que el pelinegro metiera bruscamente el miembro una y otra vez de forma cada vez más violenta en su boca, sentía el amargo sabor mientras trataba de contener las arcadas, quería morder el pene de su boca y pegar al hombre, pero sabía que si lo hacía moriría.
Finalmente Atsushi llenó la llorosa cara del muchacho con su abundante semen, dejando que el joven se abrazara a sí mismo en el suelo, pero no pudo ni quiso evitar volver a excitarse al ver el frágil y fino cuerpo del rubio, así, semidesnudo y completamente expuesto, por lo que le inmovilizó sin mucho esfuerzo sujetando sus brazos con una mano y obligándole a abrir las piernas con la otra, luego arrancó la prenda que le separaba del placer y penetró el estrecho interior de su esclavo soltando un fuerte gemido de satisfacción que acompañó al chillido de dolor de Yoshiki.
Sintió como Sakurai-sama comenzaba a acercársele de nuevo y tembló, aunque lo que le esperaba era aún peor, sus brazos fueron fuertemente sujetados mientras sentía como abría sus piernas con dureza e inútilmente trató de escapar, de moverse aunque solo fuera un milímetro, sin embargo tuvo que maldecir una vez más su débil constitución, y lo habría hecho de no ser por qué sintió un fuerte tirón en su ropa interior, y la rotura de la misma. Entró en pánico y comenzó a hiperventilar cuando notó el duro pene de Sakurai-sama comenzar a invadirle, chilló cuando su cuerpo pareció romperse, fue como si miles de agujas ardientes se clavaran en su carne desgarrándola, su ano acababa de romperse por completo, era tal la agonía que ya no podía ni emitir un simple sonido, se limitaba a intentar respirar mientras el hombre seguía entrando y saliendo de su cuerpo sin piedad.
Cuando por fin el moreno de largos cabellos se liberó y salió de él su semen escoció en las heridas que el propio Sakurai había provocado. Yoshiki se encogió en el suelo llorando sin fuerzas ni para gemir a causa del dolor, de su estrecha y desgarrada entrada salía abundante sangre mezclada con el semen de su violador.
Este, se subió la cremallera de la bragueta y miró al muchacho que temblaba abrazándose a si mismo mientras lloraba en silencio sobre el frío suelo de cemento manchado con su sangre, y un extraño sentimiento se apoderó de él como la noche anterior, y tomó al pequeño en brazos, salió del cuarto de castigo y lo subió a su habitación, donde Kaya y Hizaki se encontraban jugando con el pequeño Teru y sus peluches que al verle entrar con Yoshiki en ese estado se acercaron preocupados.

-Curadle, lo quiero presentable para esta noche.-

No dijo nada más, y se marchó mirando una última vez al chico que destrozado recibía las palabras cariñosas de Kaya mientras que Hizaki se llevaba a Teru a otra habitación.
Habían estado consolando a Jasmine que se sentía culpable después de que Sakurai-sama se llevara a Yoshiki y después habían agarrado a Teru y se lo habían llevado a su cuarto, una vez allí habían comenzado a jugar con el pequeño a los peluches cuando de pronto apareció Sakurai-sama con el muchacho rubio herido en brazos.
Kaya se acercó a la cama donde el mafioso de pelo negro había dejado a Yoshiki y le acarició la cabeza diciéndole las palabras de consuelo que él había recibido cuando había estado en la misma situación, mientras Hizaki tomaba a Teru por los hombros para sacarlo de allí.


Dejó a Teru con Mana y bajó hasta el almacén de la primera planta donde se encontraba Shou curándose una herida que tenía en el muslo izquierdo, parecía dolorosa y la estaba desinfectando con una gasa mientras hacía muecas de molestia.

-Ha sido un cliente, ha roto el baso en la mesa y me ha clavado un trozo porque le he dicho que esta noche no hacía servicios, enseguida acabo, Hizaki-hime.-

-De acuerdo, aunque deberías decirle a Sakurai-sama lo que ha pasado, al menos antes de que hable con el cliente, hoy no está de muy buen humor, Shou-kun.-

-Se enfadará y acabará castigándome, aunque no hable con el cliente, Hizaki-hime.-

-Puedo interceder a tu favor.-

Shou miró sorprendido a Hizaki-hime, el rubio de largos cabellos era más joven que él pero según se había enterado llevaba allí desde que era un niño pequeño, el había llegado hacía unos pocos meses y solo había visto a la princesa cuando Sakurai-sama y Kamijo-sama se reunían, siempre le había parecido un arrogante, como los otros privados, sin embargo también le habían contado historias de su rebeldía, historias que nunca había llegado a creer. Hasta ahora.
De pronto le ofrecía su ayuda para probablemente montar un lío con Sakurai-sama, el no quería problemas pero la oscura y decidida mirada de su interlocutor le convenció, por lo que asintió suavemente.

-Ahora tengo que ayudar a curar a Yoshiki, pero vas a venir conmigo, y cuando acabe iremos a hablar con Sakurai-sama.-

-Pe…pero yo no puedo subir al piso de arriba.-

-Si vuelves al salón las cosas empeorarán, y si vas a tu habitación cualquiera puede hacerte daño, por lo que la única solución segura es la de acompañarme, arreglaré eso con Sakurai-sama cuando hayamos solucionado lo de tu herida y el cliente.-

Shou no fue capaz de objetar nada, por lo que al acabar de curarse, permitió que la princesa le tomara de la mano mientras él sujetaba el botiquín. Le siguió por los pasillos y escaleras hasta llegar a la lujosa habitación donde el bello Kaya les esperaba junto con el pobre y herido Yoshiki, que se seguía abrazando las rodillas moviéndose en un gesto compulsivo.

-Creí que ya no vendrías Hizaki, por cierto, ¿Qué hace él aquí? Sabes que tienen prohibido subir y nosotros mantener contacto con ellos, si Sakurai-sama o Kamijo-sama, o ambos se enteran estarás en un, quiero decir, en otro gran lío.-

-Shou-kun ha sido agredido por un cliente y vamos a decírselo a Sakurai-sama, no le veo problema alguno.-

Kaya no contestó pero frunció el ceño en una mueca reprobatoria, Hizaki-hime tendía a buscar el enfrentamiento con todo el mundo, parecía ser uno de sus pasatiempos, y eso solo conducía a que más tarde Kamijo-sama le castigara, lo cual no era bueno ni para la princesa ni para él puesto que luego tenía que curar a su amigo y soportar el mal humor de Juka que se quejaba constantemente del propio Kamijo. De todas las maneras, en ese momento era más importante Yoshiki que sus futuros problemas, por lo que indicó, tanto a Shou como a Hizaki-hime que ayudaran al otro rubio a tumbarse.
Yoshiki continuaba inmerso en su dolor, era tan profundo que no sentía nada más, ni siquiera oía las tranquilizadores palabras de Kaya, aunque cuando notó unas manos tocándole, tumbándole bocarriba sobre el blando colchón y intentando separar sus piernas comenzó a llorar agónicamente y a revolverse como si de ello dependiera su vida, estaba tan sumamente aterrorizado que le costó un buen rato comprender a Hizaki, cuando lo hizo se tranquilizó y escondió su cara en el pecho del joven que le abrazaba mientras Kaya y el chico que había conocido por la mañana, Shou, le comenzaban a desinfectar, era doloroso, pero no más que el proceso que había provocado esas heridas.

-Tranquilo, Yoshiki-kun, enseguida acaban.-

Aún con la cabeza escondida en su pecho el doliente asintió notando las relajantes caricias de la princesa en su cuero cabelludo, se sentían tan bien que estaba comenzando a dormirse.

-Si quieres dormir está bien.-

Ya no asintió, su respiración se había ralentizado, al igual que sus miembros se habían relajado facilitando el trabajo de los improvisados enfermeros. Cuando terminaron de aplicar la crema cicatrizante introdujeron al durmiente bajo las sábanas, ya se encargarían luego de informarle sobre las órdenes de Sakurai-sama, solo esperaban que no se derrumbara. Entonces Shou hizo la gran pregunta.

-¿Y ahora qué?-

-Ahora esperaremos a que Sakurai-sama venga, lo hará dentro de un rato, para ver cómo está su juguete.-
En efecto, no pasó mucho tiempo antes de que entrara el imponente moreno en la habitación, echó una mirada helada al joven sentado entre Kaya y Hizaki, que tembló asustado.

-¿Qué hace Shou aquí? Debería estar sirviendo a los clientes, junto con el resto de su habitación, y hasta donde yo sé no le he dado permiso para descansar.-

Fue la princesa quién contestó, justo como Atsushi esperaba.

-A Shou-kun le ha atacado y herido un cliente.-

-¿Quién?-

Shou tartamudeó al contestar.

-E…el señor Ta…Tajuri.-

Atsushi frunció el ceño al oír ese nombre, aquel hombre no hacía más que dar problemas, era el causante del noventa por cien de los altercados del local, sobre todo de los ataques a chicos, ya era hora de ajustarle las cuentas, llamaría a Toshi, se iba a encargar personalmente, parecía que últimamente le estaban perdiendo el respeto, y debía recordarles quién era Sakurai Atsushi.

-Lo arreglaré con él en privado luego, personalmente, ahora retírate, vuelve a tu habitación y cierra la puerta en un momento estará allí el resto de tu grupo, por lo que no debes preocuparte.-

Shou se levantó y se dirigió a la salida.

-Por cierto, ni se te ocurra volver a subir.-

-Hai, Sakurai-sama.-

Shou salió aliviado e hizo lo que su dueño le había ordenado.

-¿Yoshiki estará listo?-
El joven durmiente comenzó a despertar al oír la voz de su torturador y removió entre las sábanas notando un doloroso pinchazo entre sus piernas, se incorporó suavemente y miró asustado a Sakurai-sama que se acercó a él.

-Espero que esta noche estés presentable, llevarás un kimono como ayer pero espero que hoy tu comportamiento sea impecable, ¿no querrás que se repita lo de la mañana, no?-

Yoshi no contestó pero negó con la cabeza. El apuesto pero peligroso mafioso se volvió entonces hacia Hizaki y Kaya.

-Hizaki, sabes que me caes bien, pero Kamijo se enterará de esto, y esta noche lleva el último kimono que te regaló no olvides que es su cumpleaños. Kaya te digo lo mismo que a Hizaki, Juka sabrá de lo ocurrido, y tú también vístete de forma especial. Encárgate de la ropa de Yoshiki.-

Cuando el moreno se marchó tanto Kaya como Hizaki-hime se acercaron a ver si el joven rubio de pelo largo que estaba acostado, una vez que comprobaron que dentro de la situación estaba bien, cogieron una serie de trajes del enorme armario guardarropa y los colocaron sobre sus respectivas camas.

-¿De verdad me tengo que preparar?-

Yoshiki lucía entre adolorido y asustado.

-Si no lo haces será peor, ya has oído a Sakurai-sama.-

La voz disgustada de Hizaki no le tranquilizó en absoluto.

-Tranquilo, sabemos lo que es eso, ¿sabes? Pero no debes demostrar tu miedo, nosotros vamos a estar ahí durante la cena también, así que si estás nervioso o algo intercambia miradas con nosotros, puede que ahora te parezca un método estúpido, pero funciona de verdad.-

Esta vez sí logró calmarse un poco, acababa de descubrir que el dulce Kaya era uno de los seres no solo más amables, sino también más generosos y delicados del mundo, no sabía que decirle para agradecer su preocupación, por lo que no dijo nada, simplemente le observó con una mirada cargada de gratitud. Kaya le entendió perfectamente.

-Si no nos ayudamos entre nosotros, nadie más lo hará. Pero bueno, basta de charla, pruébate ese kimono, creo que te quedará bien, mientras yo también debo vestirme.-

Mientras Hizaki-hime terminaba de atarse el obi de hermosa seda carmesí, tenía delicados estampados en un tono más oscuro de la misma gama, aunque lo verdaderamente impresionante era la tela del kimono, también era seda negra en el cuerpo y estampada en las mangas que llegaban al suelo, más tarde entendería por qué, con las más bellas flores jamás imaginadas en una hermosa gama de color rojo, verde y dorado. Sorprendentemente aún no había terminado de vestirse, encima colocó una especie de uchikake bordado enteramente en rojo, granate y dorado abundando en su mayoría este color, la capa tenía una ligera cola, pero sus mangas que también rozaban el suelo estaban sujetas con unos bellos enganches de perlas en los hombros. En los pies portaba unos tabi negros y los geta rojos. Nunca había visto una vestimenta más rica o elaborada, al menos hasta que vio la de Kaya.
También era un kimono, sumamente hermoso, las mangas al igual que en el de la princesa eran diferentes del cuerpo, pero en su caso la falda tenía el mismo estampado, este se componía de diminutos bordados de flores en todos los tonos azules, desde el más pálido hasta el que rayaba el negro. El cuerpo era de un azul noche sumamente hermoso, pero desgraciadamente no se veía, debido al ancho obi de fondo blanco y estampado en azul cielo. Después al igual que Hizaki-hime llevaba una capa completamente blanca, ya que sus adornos estaban hechos con hilo del mismo color, también tenía las mangas largas hasta el suelo, pero en este caso se abrían desde medio brazo. Sus tabi eran blancos, y los geta negros.

Ahora solo faltaba él por vestir. Se colocó la ropa interior como había aprendido el día anterior, luego agarró la fina tela verde completamente bordada en ese color de arriba abajo y se la puso, como un autómata se ató el obi de fondo naranja con dibujos de flores verdes, blancas, rosas y amarillas y franjas negras, se hizo un voluminoso lazo antes de colocarse el uchikake verde clero y negro que en la zona de la cola llevaba flores de cerezo bordadas.
Se subió a los geta de madera barnizada oscura que contrastaba con los tabi verde pálido. Se miró al espejo y reparó en que al contrario que Hizaki-hime y Kaya él no se había peinado, la princesa llevaba un semirecogido que hacía caer sus ondas rubias sobre los hombros, y Kaya no tenía el cabello lo bastante largo, pero se había colocado un pequeño conjunto de flores azuladas muy parecidas a las de la tela. Hizaki frunció el ceño mirándole, y se acercó a él con un peine en la mano mientras el otro joven acercaba una banqueta.

-Hay que ver, ya vamos con retraso, siéntate que yo te peino.-

Le cepilló en largo cabello rubio antes de poner un sencillo adorno compuesto por dos ramitas de sakura y un delicado broche de plata que las unía y del que partía un collar de perlas negras que se situaba alrededor de su cabeza como si de una diadema se tratara. Luego le maquilló igual que el día anterior.

-Ya estás listo, vamos.-

Yoshiki asintió y les siguió fuera de le habitación, donde esperaban Mana, Jasmine, y finalmente Teru que sostenía la mano de Hide. Miró a su hermano, que vestía como todos ellos, su traje era naranja pálido, con dibujos verdes y marrones, el obi dorado destacaba por ser sumamente sencillo y la capa era de color rosa palo con bordados de igual color, todo era mucho menos estridente de lo que habitualmente portaba hecho que parecía contrariarle.
Al contrario que el resto llevaba unos zori, probablemente a causa de su edad, sencillos sobre los típicos tabi blancos. El niño quiso acercarse a él pero fue detenido por el adolescente que sujetaba su mano, que tiró de él para bajar hacia la sala donde seguro sus torturadores o amos como gustaban en llamarse esperaban.
Cuando entraron al salón pudo advertir que no era el mismo de la otra vez, era más suntuoso, las paredes estaban recubiertas de planchas de madera dorada con espejos de cuerpo entero incrustados, el suelo era un conjunto de alfombras con detalles rojos, verdes y azules al más puro estilo hindú, había pequeñas mesas de madera negra alrededor de las cuales se sentaban sobre cojines de colores los hombres mientras varios jóvenes entre los que reconoció a Shou, servían bebidas, todas las mesas estaban orientadas hacia un escenario tapado por cortinas de terciopelo negro, como si un espectáculo fuera a desarrollarse en su superficie.
En ese momento se dio cuenta de que tanto Kaya como Mana habían desaparecido, un poco los buscó con la mirada sin resultado alguno. Hizaki-hime tiró de él sacándole de su ensimismamiento e indicándole que continuara caminando, solo entonces miró al frente.
Allí entorno a una mesa de madera dorada y ataviado con sus mejores galas se encontraba el grupo mafioso más poderoso del mundo. Su infierno, el infierno que le había quitado la libertad.



Capítulo 4

Sujetó al hombre que sangraba profusamente tratando de huir mientras Toshi se colocaba el puño americano, el tipo trató de forcejear desesperado emitiendo patéticos sollozos entrecortados ante la incapacidad de gritar, lo cierto era que se habían asegurado de impedir que alguien le oyera aplastándole la laringe.
Lo primero que hizo su hermano cuando tuvo el accesorio totalmente listo fue comenzar a romper poco a poco los huesos de las piernas, mientras el agarraba los brazos clavando su pie en la espalda del hombre y tirando hacia atrás hasta que logró descoyuntar sus brazos estaba seguro de que si el tipo hubiera podido gritar se habría roto la garganta haciéndolo. Cuando lo soltó el cuerpo fofo cayó como un peso muerto, algo que dentro de muy poco tiempo efectivamente sería.
Miró a su hermano comunicándole con los ojos el cambio de puesto, Toshi pasó a sujetar al hombre mientras él se preparaba para pegarle, le dio un puñetazo con la mano desnuda, no había aceptado el puño que Toshi le había tendido, prefería hacerlo con sus propias manos.

Le rompió la mandíbula, e indicó a Toshi que le soltara, entonces el mismo le empujó duramente y le pisoteó las costillas hasta rompérselas sonriendo ante el chasquido que produjeron los huesos. Aburrido ya, extrajo su pistola predilecta, una Beretta de nueve milímetros, de su chaqueta y esta vez sí, aceptó el silenciador que su hermano le tendía enroscándolo con parsimonia, y ante la aterrada mirada del sujeto apuntó directamente a su frente, entre los dos ojos.

-Jamás debiste desafiar a Sakurai Atsushi, Tajuri.-

No dijo nada más, no era necesario, simplemente apretó el gatillo. El fardo sanguinolento en que se había convertido Tajuri Ryuuji se desplomó ante la helada mirada de los dos morenos que se volvieron caminando lentamente hasta el coche, Toshi se sentó al volante del impresionante deportivo negro mientras su hermano ocupaba el asiento del copiloto, metió la llave en el contacto y pisó el acelerador superando en pocos minutos el nivel de velocidad permitido. Atsushi había decidido dejar el cadáver en el mismo lugar en que había muerto, una calle bastante concurrida de día para los trabajadores del metro, una desgracia que casualmente el hijo del señor Tajuri fuera uno de esos jóvenes.
Ese era todo un desafío a “las fuerzas del orden” sin embargo no había ningún policía tan loco como para tratar de contrariar a un hombre tan peligroso como su hermano, y realmente aunque lo hubiera ninguno lograría relacionarles con la paliza, para eso había que tener en cuenta al comisario jefe de la Unidad Contra el Crimen Organizado que además de ser el policía más joven en obtener ese puesto, también era una de las incorporaciones más útiles y fieles del Circulo.
Llegaron rápidamente a la casa donde vivían, era un edificio de aspecto antiguo, construido al puro estilo de las antiguas mansiones nobles, el bajo y el primer piso del ala norte estaba acondicionado como club, el segundo eran las habitaciones de los privados y los cuartos donde el Círculo tenía sexo, mientras el resto era casa privada. Todo estaba montado de tal manera que ninguno de los chicos llegaba a conocer eso jamás. Aparcó en la parte trasera, por donde tenían su entrada Atsushi y él, ambos bajaron y se dirigieron al interior para ducharse y asearse, luego tendrían que celebrar el cumpleaños de Kamijo, agradeció que la calefacción estuviera puesta, estaba siendo un verano excepcionalmente frío.
Cuando bajaron del vehículo dejó que Toshi se adelantara, sabiendo como sabía lo friolero que era, él sin embargo prefería la lluvia al sol. Se descalzó sobre la mullida alfombra, toda la casa excepto la parte del club concordaba en decoración con su aspecto exterior que por otra parte no dejaba de desentonar entre los altos rascacielos de la moderna y elitista bahía de Tokio, sin embargo eso también la hacía inconfundible en los clientes ricos que la frecuentaban, esos que al día siguiente recordarían su lugar. Caminó en dirección opuesta a la de su hermano hacia sus habitaciones privadas, subió por unas escaleras de madera oscura como el resto del suelo, estaban solo iluminadas con pequeños apliques en las pareces que daban una leve iluminación imitando las antiguas velas, las pareces de color rojo cereza oscuro no contribuían mucho a eliminar el aspecto oscuro y ligeramente opresivo de las estancias, pero eso a él no le importaba, amaba los lugares mal iluminados.
Una vez arriba caminó por el largo pasillo hasta su habitación, la más lujosa del edificio, que además daba al jardín. Era muy larga y estaba dividida por biombos en dos zonas, sin prestar mucha atención acarició ligeramente el suave papel de arroz de las dos maravillosas reproducciones de “Pinos en la Niebla” su obra de pintura flotante predilecta.
Al fondo estaba situada una gigantesca cama de cortinas de seda roja hasta el suelo, las sábanas del mismo color también se desperdigaban sobre la alfombra de piel negra, a ambos lados del lecho había dos mesitas de cerezo exquisitamente pintadas con motivos vegetales, una única lámpara sobre la encimera de cristal era lo que le iluminaba cuando leía por las noches, en la otra estaban los libros. Bastante a la derecha de la cama haciendo un pequeño alto en el papel pintado barroco de color hueso y negro estaba la puerta del baño, muy parecido al de su otro cuarto, el suelo de mármol era negro, los accesorios de baño de color gris claro tenían además adornos en dorado, y en el caso del lavabo también el grifo.
Al fondo sobre una pequeña plataforma entre dos columnas de madera que sujetaban unas cortinas azules oscuro estaba una enorme bañera que pro el tamaño bien podía considerarse una piscina, sorprendentemente también era de mármol negro y tras semejante lujo estaba situado un plato de ducha, que conectaba con la bañera mediante un pequeño canal, para cuando no tenía tiempo de bañarse, justo como en aquel momento.
Se desvistió tirando la ropa por doquier, y abrió el grifo del agua fría, la sangre fue descendiendo de su pálido y hermoso cuerpo, se enjabonó y lavó su cabello, luego agarró u juego de toallas negras que destacaba sobre la pared azul y enrolló una, entorno a su cintura, y con la otra comenzó a secar su melena.
Volvió a la habitación tirando las toallas de cualquier manera sobre la cama para a continuación, dirigirse al armario de dónde sacó su último conjunto de gala. Un kimono negro su color favorito, el único que usaba para vestir, de seda bordada con intrincados dibujos en el mismo color evitando así que se viera en exceso recargado. El hakama también del color de la noche era sencillo, sin adornos, se ató el obi dorado y completamente elaborado, luego se puso un haori negro y oro que llegaba hasta los pies, los zori blancos y los tabi clásicos de madera, peinó la melena con los dedos y salió sin siquiera mirarse al espejo.
Se encontró con Toshi abajo, su hermano se estaba revolviendo dentro de su elaborado traje, el kimono era blanco con bordados verdes con el símbolo de la familia Sakurai en los brazos, el hakama negro y el haori sin mangas completamente verde, al igual que el obi pero en un tono más pálido, los zori y tabi eran como los suyos.
Sonrió divertido ante su incomodidad, pero no dijo nada, solo caminó orgullosamente por su sala de ceremonias totalmente a rebosar hasta el reservado donde ya esperaban los demás, se sentó y antes de que pudiera comentar algo se abrieron las puertas dejando pasar a los muchachos ten hermosamente ataviados. El solo tuvo ojos para el joven Yoshiki que le miró entre temeroso y cabreado.
Se acercó y tomó la mano que Sakurai-sama le ofrecía para ayudarle a arrodillarse a su lado, luego dejó que su brazo rodeara su cintura y dócilmente se recostó en el cuerpo de su abusador mientras recibía un suave beso en la frente. Estaba a punto de preguntar por Kaya y Mana cuando las luces se apagaron y un único foco iluminó el escenario, mientras las cortinas comenzaban a abrirse mostrando un bello decorado tradicional.
Aparecieron dos figuras blancas con una sombrilla cada una también de color blanco, las dos figuras llevaban simples yukatas, junto con altos geta y los pies descalzos. Avanzaron lentamente moviendo suavemente las sombrillas hasta que finalmente uno de ellos se desprendió de ella, salto de las sandalias y se arrodillo frente a un hermoso instrumento de cuerda situado en el suelo.
Cuando lo tomó expertamente un mechón azabache se desprendió de su moño haciendo contraste con su pálida piel, luego comenzó a pulsar expertamente las cuerdas del shamisen creando una bella pero desgarradora melodía mientras su compañero que había resultado ser Kaya se movía ágilmente. El joven de blancos y hermosos cabellos movió sus brazos haciendo que las largas mangas se agitaran mientras su cuerpo se movía como un junco mecido por el viento al son de una de las más bellas músicas jamás creadas.
Yoshiki se quedó atrapado viendo la belleza y fragilidad de los dos jóvenes reflejada en su interpretación, lo más hermoso que había visto en toda su existencia, por un instante, absorto como estaba, logró olvidar todos sus problemas, la tristeza ante lo que había sufrido y la angustia ante lo que sufriría.
Kaya se movió hábilmente y bajó de sus altas plataformas sintiendo el frío suelo del escenario en su suave piel lanzó hacia la derecha la sombrilla y caminó hacia Mana que había acelerado la melodía, se movió dando varias vueltas mientras la tela se levantaba ligeramente mostrando parte de sus bellas piernas blancas. Pudo ver la mirada de lujuria de la mayoría de los clientes, sin embargo hacía tiempo que ya no le molestaban, siendo de Juka no tenía que temer a aquellos tipos, era una de las pocas ventajas de ser su sirviente.
Mientras la música comenzaba a apagarse se arrodilló elegantemente escondiendo su cara entre sus brazos, a la vez que Mana le imitaba, las cortinas se cerraron en medio de una gran ovación. Se levantó seguido del moreno, ambos entraron en la sala de detrás del escenario que hacía las veces de vestuario y volvieron a colocarse sus pesados ropajes de gala, luego caminaron hasta llegar a la sala del círculo donde se sentaron al lado de sus dueños.
Juka sonrió y tomó su cintura con posesividad, también había visto las miradas que habían dirigido a SU Kaya, luego besó suavemente sus labios y le felicitó por la actuación. A su lado Gackt susurró cariñosas palabras al oído de su particular muñeca de porcelana que por supuesto nada dijo, sin embargo un sentimiento reconfortante ascendió por su estómago al oír los halagos delicados y al sentir las suaves caricias sin intención sexual, por primera vez en años no se sintió sucio y despreciable, y suavemente se recostó en el fuerte torso de Gackt que sonrió feliz ante la reacción de su moreno.
Mientras tanto Hizaki-hime se levantó caminando hacia el mismo lugar del que habían salido Kaya y Mana, en el escenario que se había vuelto a abrir había lo que Yoshiki pudo identificar como un Koto que como pudo descubrir al oír la melodía poseía treinta cuerdas, la princesa salió al escenario y enseguida comenzó a tocar Haru no umi demostrando una maestría especial, si hubiera sido libre, podría haber triunfado en el mundo de la música.
Interpretó la canción favorita de Kamijo como cada año desde que tenía siete años y fue iniciado en la música, por un instante se sintió libre, libre como un pájaro que vuela sobre las olas saladas del pacífico como si realmente pudiera ver el mar, ese que nunca había podido observar, que se había convertido en su más anhelado y desesperado sueño. No advirtió cómo una delicada lágrima de cristal bajaba por su suave mejilla de porcelana, de hecho el único que intuyó su melancolía era quien pese a todo le conocía mejor, el destinatario de la pieza que tocaba. Sus delicadas yemas rozaban apenas las cuerdas tensadas con una perfección sobrecogedora, cuando finalmente acabó fue como si el mundo hermoso que había creado se rompiera, por un momento si alguien hubiera entrado en la sala habría creído que ese lugar era cualquier cosa menos un prostíbulo, sin embargo finalmente la última nota se apagó y todo volvió a la normalidad. Mientras se retiraba instaló una máscara tratando de contener las lágrimas que pugnaban por caer de sus hermosos ojos, no obstante cuando se arrodilló al lado de Kamijo comenzó a sollozar en sus brazos.

Hizaki era sin duda alguna su intérprete favorito, tocaba con gran precisión y habilidad, pero también poseía un talento innato para la música. Oyó la canción con una sonrisa, esa vez la princesa había aumentado el número de cuerdas de su Koto haciendo que tocar el instrumento fuera aún más difícil, aunque mejorando la obra. Cuando terminó fue el primero en empezar a aplaudir y el último en dejar de hacerlo, siguió con la mirada a su princesa hasta que se sentó a su lado, le abrazó sabiendo cómo se ponía el joven rubio cuando tocaba esa canción, o cuando simplemente oía algo referente al mar.
Notó como la máscara se resquebrajaba y le hizo enterrar la cabeza en su hombro, mientras su elaborado haori comenzaba a mojarse poco a poco, pero no le importó, solo comenzó a acariciar los suaves cabellos rubios dejándole desahogarse tranquilo.

Yoshiki había observado atentamente las expresiones de los jóvenes y sus amos, luego cuando sintió la mano de Sakurai-sama subiendo por su espalda el miedo se apoderó una vez más de sus sentidos, sin embargo no ocurrió nada y el resto de la noche pasó mientras trataba de acallar el sonido de su estómago hambriento. Tras un rato los clientes se fueron retirando y los miembros del Círculo se levantaron saliendo uno a uno de la sala guiando a los jóvenes, el primero fue Sakurai-sama, por lo que él pudo ver antes que el resto a donde se dirigían aunque no le sirvió de nada porque no conocía el lugar.
Caminaron por un largo pasillo hasta llegar a una habitación decorada con un estilo tradicional puramente japonés, el suelo de tatami verde pálido soportaba en el centro una mesa cuadrada de madera negra de gran tamaño, alrededor de la misma había varios cojines rojos sobre los que se sentaron los miembros.
Sakurai-sama le había soltado antes de sentarse y se quedó parado sin saber qué hacer, sin embargo Hizaki-hime acudió rápidamente a en su ayuda, tomó su mano guiándole hasta una mesa más pequeña situada en una esquina sobre la cual había una serie de teteras y tazas.

-Coge la tetera roja y lleva la taza hasta donde está Sakurai-sama, luego sírvele el té.-

Asintió e hizo lo que la princesa le había ordenado procediendo a colocarlo todo en una bandeja, teniendo sumo cuidado al cogerla tratando de no caerse, nunca habría podido adivinar lo complicado que era caminar cargando algo sin bajarse de las altas plataformas. Anduvo hasta llegar a la mesa viendo que tanto Kaya como Mana le habían acompañado mientras que el resto comenzaban a coger las respectivas bebidas de sus dueños.

A un lado pudo ver a Hide-chan riendo mientras el tipo de cabello negro al que Sakurai-sama se había referido el otro día como Toshi le hacía cosquillas. Le echó una mirada de tristeza que nadie salvo el hombre de ojos azabache que estaba a su lado advirtió. Atsushi que acababa de encender su pipa levantó la cara triste del joven Hayashi y le indicó que podía estar con su hermano, al fin y al cabo todos los chicos se habían juntado en un círculo y estaban hablando, todos excepto Mana, claro.
Tras servirles habían cogido sus asientos y los habían juntado, luego se habían sentado para comenzar a hablar, poco después llegó Yoshiki que debido a su inexperiencia había tardado el doble, con su hermano en brazos. Se sentaron y empezaron a prestar atención a la charla. Jasmine con una mueca traviesa trataba de aterrorizar a Teru con un cuento de terror.

-…fue entonces cuando salió un marciano gigante antropófago que…-

-¿Qué es antopofagio?-

-Se dice antropófago, significa devorador de hombre.-

Tras contestar Kaya sonrió ante la mueca de asco del pequeño que sin embargo parecía feliz ante la historia, sin embargo el pequeño Hide había soltado un grito escondiendo la cabeza en el pecho de Yoshiki asustado.
-¿Es necesario que cuentes esas historias, Jasmine-san?-

-Eso mismo me pregunto yo, con lo bonitos que son los cuentos de princesas.-

-Vamos Hiza-chan no seas soso.-

El aludido frunció aún más el ceño ante la alegre contestación del pequeño de cabellos bicolor y se cruzó de brazos haciendo un puchero enfurruñado. Yoshiki rió ante la cara de la princesa que muy a su pesar terminó riendo también contagiando a Kaya, Jasmine y Teru, mientras Hide les observaba sin entender nada y Mana dio otro sorbo a su te con su clásica expresión imperturbable.
Finalmente todos acabaron tumbados respirando agitadamente excepto, por supuesto, la bella muñeca de porcelana que les miró con incredulidad mientras volvía a beber de su té, entonces se movió asustado por la rapidez con la que el joven nuevo se había levantado y puesto a su altura.

-Tranquilo, Mana-san, lamento haberle sorprendido.-

Su sonrisa le tranquilizo, no supo por qué, se había acostumbrado a desconfiar de las sonrisas y las buenas maneras, pero el chico estaba en su situación y parecía amable por lo que le miró atentamente y asintió dándole a entender que podía hablar.

-Quería felicitarte por la actuación, tocas muy bien.-

Asintió de nuevo halagado y cerró los ojos dándole mayor énfasis a su cabeceo.

-Yo también toco, ¿sabes? El piano y la batería, aunque todavía estoy empezando, pero no lo hago ni mucho menos tan bien como tú.-

Mana se acercó hasta él e inclinó su cuerpo, acercó su boca a la oreja del rubio y puso su mano delante, entonces hizo algo que pese a las pistas Yoshiki ni siquiera había imaginado, le habló.

-Gracias.-

La voz del moreno era sumamente suave, como la de un niño prepuber y concordaba con la imagen frágil que tenía en aquel momento con aquel kimono morado que en ese momento portaba, examinó un poco más a fondo la vestimenta, detrás de él los chicos aún continuaban tirados en el suelo y pudo oír las risas estridentes de los más pequeños, sin embargo prefirió quedarse en silencio con Mana, su ánimo no estaba para chistes y era agradable poder centrar su mente en algo, aunque fuera tan banal como la vestimenta.
Los ropajes eran muy bellos, de un suave color violeta con dicha flor bordada a lo largo de toda su extensión con hilo un poco más oscuro, el obi púrpura era de raso, pero lo sujetaba una bella cinta bordada lila atada a la espalda en un elaborado nudo con forma de lazo, no llevaba capa como ellos, pero la sencillez del propio traje hacían brillar al joven con luz propia, su largo cabello azabache estaba recogido en un bello y elegante moño sujetado por dos alfileres rojas, pero el flequillo caía rebelde sobre su cara resaltando la palidez de su piel.
Esta vez el maquillaje era morado y negro. A Yoshiki le pareció auténticamente bello y se sintió como una seta vestida de Rosa, realmente no se consideraba feo, pero tampoco era tan hermoso como Mana-san o Kaya.
Sintió un tirón en su ropa y cuando se giró descubrió a Hide que se moría de hambre, según el mismo afirmó, se levantó y agarrando la mano de su pequeño hermano caminó hasta la mesa donde estaba Sakurai-sama riéndose con sus compañeros de “trabajo”, visto así parecía incluso inocente, se arrodilló y con cuidado tiró de la manga del moreno.

Atsushi se volvió al notar un ligero tirón en la manga de su haori dorado encontrándose con la castaña mirada de Yoshiki, el joven estaba nervioso, se veía a leguas y llevaba a su hermano de la mano, hablo con tono tranquilo, no quería aumentar la inquietud de su amante.

-¿Qué ocurre Yoshiki?-

-Mi…mi hermano tiene hambre, Sakurai-sama, me gustaría saber si vamos a cenar pronto.-

Sonrió ante la pregunta.

-De hecho la comida está por llegar.-

Yoshiki se volvió y tranquilizo al pequeño Hide, le tomó en brazos y volvió con el resto de los chicos, se sentó y esta vez sí, se incluyó en la conversación, aunque no le dio tiempo apenas de hablar mucho ya que al cabo de unos minutos entraron varios jóvenes portando bandejas de comida, las pusieron sobre la mesa colocándolas encima de soportes de madera y cerámica, después colocaron los platos encima de mantelillos individuales, los palillos a los lados y se retiraron.
Hide que había visto entrar la comida pegó un grito de felicidad sobresaltando a todos y corrió perdiendo sus zapatillas en el proceso hasta la mesa tratando de alcanzar los alimentos pero fue detenido por Toshi que le estregó un plato ya servido para que lo sostuviera y comenzó a alimentarle él mismo. Se sintió arder al verlo, sin embargo no pudo hacer nada y se vio en la obligación de acercarse al asesino de sus padres para comer, se sentó sobre los talones y esperó que Sakurai-sama dijera algo.

-¿Qué prefieres de primero, sopa miso, soba con verduras y carne o arroz con curry?-

-Ehh…-

No sabía muy bien qué le apetecía, por lo que miró las bandejas, todas se veían deliciosas, y su contenido aún más por lo que tras dudar un instante se decidió.

-Arroz con curry.-

-Pues ya sabes, te sirves.

No pudo evitar sonreír con la cara que puso el chico ante su contestación. Yoshiki no comentó nada solo se incorporó ligeramente y agarró el cucharón, sirviéndose su plato favorito abundantemente. A su lado Sakurai-sama se había servido pasta, mientras que Gackt-sama y Mana-san le habían imitado eligiendo curry.
Toshi sonrió mientras continuaba dando la cena al muchacho, el de cabellos rosados había tratado de protestar al principio, y lo cierto es que no tenía edad como para que le dieran de comer, sin embargo el cansancio finalmente había podido con él, y ahora descansaba tranquilamente mientras el hombre que le acompaña le alimentaba, lo cierto es que no se sentía tan mal. Hizaki miró con algo de asco le arroz, la pasta le parecía muy pesada para una cena, por lo que se sirvió un tazón de sopa, Kamijo por supuesto había escogido su comida predilecta, y absorbía los fideos mientras miraba a la bella princesa, que comía elegantemente y le echaba miradas matadoras, como una madre ante un hijo maleducado.
Acabó de tragar y soltó una carcajada ante la mueca ofendida de Hizaki-hime.

-No me mires así hime-chan, ni que fueras mi mamá.-

Giró cara, ruborizado y enfadado ante el comentario, y siguió comiendo manteniendo lo que él consideró un silencio digno. Negó con la cabeza viendo la interacción de Kamijo y su princesa, con el tiempo habían mejorado, ahora eran divertidas, continuó comiendo su arroz disfrutando con el picante sabor, mientras que a su lado Kaya bebía la sopa a pequeños sorbos, mirándole pudo ver cuánto había crecido, la primera vez que le había visto era un niño más bajo para su edad de lo normal, demasiado tímido y algo patoso, pero con el tiempo se había convertido en un hermoso joven, elegante y extrovertido, y con un increíble sentido del ritmo. Cada día que pasaba necesitaba más su compañía, su presencia, no solo en la cama que también, sino en su vida diaria, quería estar con Kaya para siempre.
Le abrazó en cuanto vio que terminaba de comer besando su mejilla suavemente, luego levanto su mirada plateada encontrándose con la oscura de Yuki, que sostenía a Jasmine de la misma manera, mientras el joven de cabello rizado se recargaba en su hombro con aire ausente. Al poco rato llegó el segundo plato, verduras en tempura, sushi y umeboshi con arroz.
Sonrió, nunca había podido comer sushi, era demasiado caro y su familia no se lo podía permitir, por lo que en ese mismo instante se sirvió bastante, luego cogió un poco de wasabi de acompañamiento y comenzó a ingerir las pequeñas rodajas, feliz. Atsushi cogió una de las saladas y picantes bolas de umeboshi cerrando los ojos por el sabor deliciosamente fuerte.

Mana tomó un poco de wasabi del plato de Gackt puesto que nunca lo había probado, luego tras descubrir que le encantaba se sirvió bastante cantidad en su plato dejando solo un poco que Hizaki se apresuró a coger, después tomó el plato de verduras cogiendo bastantes y empujó unas pocas al plato de Kaya que le agradeció con la boca llena y siguió comiendo ante la mirada divertida de Juka que tomaba su ración de umeboshi alegremente, mientras tanto Toshi comía un resto de pasta y un poco del sushi que había quedado a la vez que con el otro brazo sostenía a Hide que finalmente se había rendido ante el cansancio y dormía plácidamente.
Cuando todos hubieron acabado, como si todo estuviera cronometrado, entraron con los postres, que hicieron felices por al menos un instante a los jóvenes, el primero era fruta, escogida por casi todos los miembros del Círculo, luego bollos de crema de Nagasaki que todos los muchachos excepto Kaya eligieron, y finalmente el caramelo de la esposa, un dulce que el joven peliblanco amaba más que nada. Acarró el palo del caramelo rosa y lo devoró tan rápido que Yoshiki tuvo que parpadear para asegurarse de que una vez hubo un postre en la mano de Kaya.
Sonrió mientras comía unos trozos de jugosa y ligeramente ácida manzana que el hombre de cabellos de azabache que se sentaba a su lado, había cortado para él.

Al poco rato se levantaron y apenas pudo dar un beso en la frente dormida de su hermano antes de que Toshi se lo llevara para acostarlo, luego Sakurai-sama tiró de él con más suavidad que la empleada la noche anterior y lo guió a la misma habitación. Cuando llegaron le empujó suavemente para que cayera en la cama, luego se arrodillo y le quitó las sandalias y los tabi, hizo que se levantara de nuevo y le agarró de la mano haciéndole girar para poder deshacer el nudo del obi que cayó al suelo.
Yoshiki estaba sorprendido ante la delicadeza con que era tratado, aunque por supuesto la prefería, por lo que trató de mantenerse quieto para no molestar a su torturador particular, notó cómo las prendas de seda se deslizaban hasta que sintió el frío en su piel, no conservaba ninguna prenda puesto que su calzoncillo había quedado destrozado por la mañana.
Cuando ese pensamiento recorrió su mente tembló, algo que no pasó desapercibido para su amante que sin embargo solo le abrazó haciéndole notar que ya se había quitado la camisa, le dio la vuelta y le empujó de nuevo para que volviera a caer sobre el lecho teniendo así una visión de lo más sugerente, sus piernas abiertas mostraban absolutamente todo.
Se puso colorado, pero no hizo amago de cerrar sus extremidades por miedo a que eso molestara al hombre que tan lujuriosamente le miraba.
Atsushi se quitó rápidamente el haori y se deshizo de él sin preocuparse, soltó el obi y se quitó el kimono tirándolo también, se acercó al joven hincando una rodilla entre sus piernas, besó los deliciosos y delicados labios, y acarició la suave piel de los muslos causando un estremecimiento del receptor de sus atenciones.
Lamió suavemente la dulce piel del cuello haciendo gemir al joven bajo su cuerpo, mientras con una mano comenzaba a acariciar el miembro haciendo que poco a poco se pusiera duro.
Yoshiki gimió con la mente nublada, por un lado la cercanía del otro hombre le ponía nervioso, los besos y caricias en su cuello junto con el suave vaivén de su pene contribuían a tenerle en ese estado, no tenía el control de sí mismo, por lo que guió sus manos hasta el borde del pantalón de su amante y comenzó a forcejear para quitárselo.

Al notar cómo el pequeño se empezaba a excitar y a tratar de retirar su prenda, Sakurai-sama se retiró ligeramente y se quitó lo que le quedaba de ropa, luego reanudó el apasionado abrazo comenzó a dar pequeños toques entorno a la entrada del joven, su dedo previamente lubricado tanteó y suavemente comenzó a entrar en el estrecho interior de Yoshiki que se removió adolorido, aunque por supuesto comparado con el trato recibido por la mañana eso era el paraíso.

Notaba su dedo muy apretado en el recto del muchacho, lo movió suavemente hasta que encontró la próstata del chico, acarició delicadamente el pequeño bulto haciendo gemir a Yoshiki y logrando que aflojara la presión que inconscientemente mantenía en su entrada, entonces introdujo otro dedo y los movió los dos sobre la próstata simulando una penetración. Gimió fuertemente, el placer recorría su columna haciéndole temblar y estremecerse, mientras sus manos se aferraban a la espalda pálida del moreno que le conducía a semejante estado.

El torrente de sensaciones le hizo perder la percepción con la realidad y unió sus labios con los del hombre más peligroso del país, Sakurai Atsushi.

Gimió fuertemente mientras sus piernas eran alzadas en el aire y abiertas por completo, a la vez su amante sonrió, esa vez había sido más fácil romper la máscara de Mana, se inclinó y lamió la punta húmeda del duro pene del chico que aferró la cintas de seda negra que retenían sus brazos, Gackt-sama nunca le había tomado si ataduras. Comenzó a recordar cómo había sido su primera vez con el castaño.

--Flash-Back—

Acababa de ver morir a su eterno cliente, lo cual por otro lado no le disgustaba en absoluto. Examinó al hombre que se lo había llevado de aquel lugar que tanto odiaba, era alto, bastante más que él, tenía los ojos azules muy hermosos, labios delicados y cabello castaño corto, vestía de negro portando una cazadora que colocó sobre sus hombros, ahí pudo notar lo delicada que era su fragancia. El coche aparcó delante de una casa enorme y hermosa, aunque como vería más tarde no era así por dentro, y el hombre tiró de él hasta llevarle al interior, una vez allí lo llevó por pasillos y escaleras hasta una bella habitación con una especie de pequeña piscina cruzándola desde el baño, y con una cama redonda de sábanas y cortinas blancas.
Cruzaron el agua gracias a un puentecillo de madera cubierto de madreselva, luego el hombre le arrojó sobre el blando colchón y se dio cuenta de para qué lo quería e hizo lo más estúpido que podía haber hecho, trató de huir.
Se levantó y echó a correr, cometiendo el error de no mirar por donde iba, de ese modo cayó al agua y fue rápidamente atrapado por su nuevo dueño, aunque no se lo puso fácil, pataleó todo lo que pudo e hizo varios arañazos al joven de cabello castaño.

--Fin del Flash-Back--

Una caricia especialmente hábil hizo que su mente se quedara en blanco y cuando el cuerpo moreno se situó entre sus piernas él mismo alzó su trasero para facilitar la penetración. Gackt introdujo su miembro en el siempre estrecho interior de Mana, mientras ambos gemían en el proceso, era sumamente agradable. Comenzó el suave vaivén provocando que el joven arqueara la espalda en cada envestida y tirara de las cintas, impotente como estaba para poder abrazarle, finalmente antes de que el chico de piel de porcelana se hiciera daño soltó las cintas negras e inmediatamente los largos brazos se deslizaron por su espalda juntando aún más sus cuerpos y acelerando la penetración.
Mana se descubrió a sí mismo completamente entregado a su amo, abrazándolo con brazos y piernas e impulsando sus caderas contra el miembro del otro, echó su cabeza hacia atrás y gritó de placer a la vez que terminaba entre sus vientres juntos y notaba el cálido líquido llenar sus entrañas. Agotado se dejó caer sobre el colchón al lado de Mana que trataba de regular su respiración con los ojos cerrados, al verle así tan pacífico y hermoso recordó la primera noche que disfrutó de su cuerpo.

--Flash-Back—

Estaba furioso el chico en vez de agradecerle había tratado de huir, lo cogió fuertemente de las muñecas haciéndole daño en el proceso y dejando marcas en la nívea piel, le tiró sobre la cama y mientras le sujetaba bruscamente buscó en la mesilla de noche unas esposas, se las amarró al cabecero de la cama retirándose para observar al chico que se debatía con las ataduras.
Luego, arrancó la túnica azul del muchacho deleitándose con la visión de su cuerpo desnudo, acarició las piernas desde los muslos hasta los tobillos donde desató las tiras de las sandalias y continuó acariciando los pies sujetándolos para flexionar y abrir las piernas. Besó los muslos blancos antes de retirarse y quitarse la ropa frente al chico que cada vez parecía más desesperado por soltar sus manos, una vez que estuvo desnudo por completo se abalanzó tocando la piel que tenía a su alcance, separó las piernas del moreno de nuevo y colocó su pene enfrente de la entrada del prostituto.
Se impulsó y penetró al chico sin ningún tipo de preparación, pero en contra de lo que había esperado no obtuvo ningún tipo de reacción, es más, el pequeño mantuvo su cara presa de un mutismo que desesperó al asesino que intensificó la fuerza de las envestidas para lograr algún tipo de reacción, pero no consiguió nada, era como follarse a una muñeca de porcelana.
A pesar de todo su interior era sorprendentemente estrecho y suave, aunque ahora se hallara desgarrado y aprisionaba su miembro con dureza, por lo que a pesar de su enfado finalmente llenó las entrañas del muchacho con su semilla por primera vez.

--Fin del Flash-Back—

Tras esa vez castigó duramente a Mana, que durante meses continuó con la mirada vacía, sin hablar ni mostrar emociones. Pasaron cinco años antes de que tras un castigo viera a su joven amante llorando encogido en la cama y no pudiera evitar abrazarle con todas sus fuerzas. Después le compró un peluche con forma de gato que el joven aún conservaba y su extraña y dolorosa relación comenzó a mejorar, dejó de maltratarle tan salvajemente y Mana comenzó a obedecer casi todo el tiempo.
Acarició un suave mechón azabache y recordó su propio cumpleaños que tal y como había pedido a Atsushi no había tenido celebración, era bastante más discreto que el príncipe, unos cuantos días antes, cuando Mana había emitido sonidos por primera vez y en vez de abandonarse como un muñeco flácido se había entregado apasionadamente. Mana dejó que Gackt-sama tocara su pelo, el único aparte de él que podía hacerlo y se acurrucó contra el fuerte cuerpo bastante más moreno que el suyo, tenía la piel bastante suave y el calor que desprendía era muy agradable por lo que rodeó el torso con sus brazos acomodando su cabeza sobre el cuello de su dueño que a su vez, rodeó su cintura mientras continuaba acariciando su melena negra, luego agarró un extremo de las sábanas de seda blancas, como siempre y tiró de él para cubrir sus dos cuerpos mejor, repitió la acción con la manta y el edredón, y dibujó con un dedo suaves líneas en la espalda hermosa de su amante hasta que por fin se abandonó en brazos de Morfeo.

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