domingo, 25 de abril de 2010

¡¡Piratas!! IV y V





Capítulo 4: De donceles guerreros y el comienzo de la conquista

El navío avanzaba rápidamente creando grandes olas a su paso, los marineros no tenía intención alguna de dejar que otros les robaran la isla que acababan de conquistar, cuando estuvieron a una distancia apropiada ordenó a su hermano que se hiciera cargo del barco enemigo mientras él desembarcaba para detener la incursión terrestre, el más joven asintió con gesto serio, aún era un muchacho, sin embargo había vivido toda su vida a bordo, por lo que conocía los entresijos de un barco más de lo que se conocía a sí mismo.

Mientras tanto su hermano mayor ordenó a un grupo de hombres que le siguiera, y en unos botes llegó rápidamente al lugar del ataque descubriendo asombrado cómo más de la mitad de los hombres que habían acudido a defender sus barcos, estaban muertos. Siguió con los marineros detrás, el rastro de la sangre que les llevó hasta el pequeño grupo que había causado el desastre, realmente parecían desesperados puesto que habían asaltado las despensas de los locales a su paso.

Se acercaron con cautela, el que perecía el líder aún tenía la espada desenvainada y cubierta de sangre, de hecho incluso su ropa lo estaba, ordenó a sus hombres que rodearan a la tripulación enemiga y se acercó a su jefe sigilosamente. Habían entrado como si el mismo diablo los persiguiera arrasando con todo a su paso, aunque realmente parecía que ellos eran demonios, se manchó de sangre rápidamente, todo su traje azul se convirtió en granate y el elaborado maquillaje se fue al traste, cuando consiguieron estabilizar la situación y antes de que posibles refuerzos llegaran ordenó que cogieran todo lo comestible que encontraran, mientras él se mantenía en guardia. Maldijo su suerte cuando un cañonazo que no provenía de su junco retumbó en el mar, se volvió encontrándose cara a cara con un tipo que se había acercado con una espada en ristre, paró el mandoble y respondió de igual forma.

Sus bellos ojos almendrados se abrieron con sorpresa cuando su ataque fue interceptado, aunque teniendo en cuenta el cañonazo que se había escuchado pocos momentos antes no era tan extraño, pero no podía culpar a Klaha, ese era su trabajo. Observó al bello hombre que tenía delante, la cara estaba salpicada de la sangre de aquellos que habían osado interponerse en su camino, sin embargo aún podía distinguir la pálida piel bajo el líquido rojo, nunca en toda su vida había visto pelear con tal saña, aunque no se podía negar la efectividad de su ataque, ya tenía la camisa desgarrada y una herida en el brazo, los ojos negros destilaban pura rabia mientras atacaba sin descanso, sabía que en cuanto diera un poco de respiro a su oponente perdería la pelea.

Cuando por fin pudo frenar el avance del joven consiguió aprovechar un hueco en su defensa y comenzar el contraataque hiriendo los dos brazos del de cabellos de azabache y consiguiendo inmovilizarle, la espada con empuñadura oriental de color azul oscuro cayó al suelo cuando las extremidades superiores de su dueño fueron rudamente sujetadas, aunque el dolor no consiguió que su expresión facial cambiara.

Gackt miró a su alrededor comprobando contento que sus hombres había conseguido diezmar y apresar a los atacantes.

-Llevadlos a los botes, serán nuestros prisioneros hasta que decida qué hacer con ellos.-

Mientras remaban, casi se echó a llorar al ver el estado en el que su otrora bello junco había quedado, aunque se lo pensó mejor, no iba a mostrar debilidad ante su captor. Cuando llegaron al navío del otro pirata fue obligado a subir a empujones y casi de inmediato sus manos fueron duramente apresadas mientras le empujaban en dirección a donde se encontraba lo que le restaba de tripulación, en el centro muy herido pudo ver a Közi que trató de esbozar una sonrisa para tranquilizarle, aunque no lo consiguió en absoluto, al verlos todos reunidos Gackt se decidió a preguntar por el capitán.

-¿Quién es el capitán?-

Dio un paso al frente sin darle tiempo a Közi, que había tratado de levantarse para ponerle a salvo. Observó asombrado al pelinegro, realmente no había esperado que fuera él, aunque en cierto modo se alegró, lo separó del resto ordenó que los llevaran a los calabozos, aunque antes Klaha agarró a un pelirrojo de cabello rizado y aspecto peligroso que estaba muy herido llevándoselo consigo, miró interrogante a su pequeño hermano sin recibir respuesta, pero decidió dejarlo pasar.

Tiró del brazo de su prisionero obligándole a caminar llevándole hasta su propio camarote, no sin antes ordenar que acondicionaran el junco para su hermano y pusieran rumbo, cuando oyó las órdenes no pudo evitar que una lágrima se desprendiera de sus bellos ojos haciendo palpable su tristeza por la suerte de su barco, aunque tampoco tuvo mucho tiempo para entristecerse, puesto que rápidamente fue arrastrado al interior de un oscuro camarote. Al entrar prendió tres velas de uno de los candelabros, no le gustaba mucho la luz.

-Espero que no te disguste que no prenda más luces, pero no me agrada la luz.-

No recibió respuesta pero no lo dio importancia, se limitó a examinar más a fondo al hombre que tenía ante sí, la sangre y suciedad no conseguían empañar su belleza, aprovechando que no podía defenderse comenzó a soltar los cierres del vestido azul que cayó hasta donde las ataduras se lo permitieron mostrando el pálido pecho, acarició la espalda sorprendiéndose de la suavidad y aún más de que la expresión del joven no hubiera cambiado, aunque eso pronto sería distinto. Se volvió hasta estar de frente y acarició una de las delicadas mejillas.

-Antes leí el nombre de tu barco, y que yo sepa solo hay un pirata capaz de merecer la reputación que acompaña a dicho nombre, solo hubo un armador que pudo haber puesto un título semejante, ¿no estás de acuerdo, capitán del décimo infierno?

Ciertamente te había imaginado de otra manera Mana, y aún quiero descubrir si el resto de tu cuerpo es tan blanco como tu espalda.-



Sonrió ante el sonrojo que en bello doncel no pudo evitar, luego cortó las ataduras y de inmediato el joven trató de huir sin éxito pues lo apresó sujetando a la vez sus brazos y cintura con una mano mientras con la otra desprendía totalmente la prenda revelando los pantaloncillos negros y las medias de encaje de igual color que envolvían unas bellas, largas y estilizadas piernas tan hermosas que le hicieron jadear ante la idea de sentirlas rodeando su cadera. Mana pataleó ligeramente tratando inútilmente de liberarse y abrió la boca avergonzado al notarse expuesto.

Ni siquiera se molestó en arrojarle sobre el lecho, simplemente lo arrinconó contra la mesa abriéndole las piernas e introduciéndose entre ellas, Mana asustado trató de cerrarlas pero solo consiguió acercar el fuerte torso de Gackt aún más a su cuerpo quedando de ese modo absolutamente indefenso. Sonrió al saberse victorioso y besó la garganta pálida notando la sangre latir bajo la fina piel mientras desataba las altas botas de tacón, las retiró besando los labios rojos. Cuando sintió la boca del hombre sobre la suya recordó que se le había olvidado cerrarla, pero ya fue demasiado tarde y la lengua enemiga invadió su cavidad.

Durante un instante, hasta que el aire se terminó, una terrible batalla de lenguas se llevó a cabo, una cosa era que hubiera sido vencido, otra que él mismo se rindiera, peleó tan duramente como lo hacía en el campo de batalla pero su evidente inexperiencia le convirtieron en un fácil rival, lo cierto es que no era virgen, sin embargo nunca había recibido un beso, todos sus encuentros sexuales se habían reducido a eso, sexo puro y duro.

El hombre le acarició magistralmente rompiendo su usualmente expresión imperturbable con una facilidad que le desconcertó. Gackt sonrió notando los escalofríos que provocaba mientras deslizaba las medias de su amante acariciando, a la vez la delicada piel de la cara interior de los muslos, aunque no dio tiempo al joven pelinegro gemir o jadear, puesto que asaltó su boca de nuevo. Luego, amarró sus muñecas de forma suave pero firme, sin dañarle pero no dejando opción a que se soltase y agarrando sus piernas le obligó a apoyar la espalda sobre la pulida superficie de madera que era la mesa aprovechando para retirar rápidamente la ropa interior.

Mana al verse completamente a merced de su adversario no pudo evitar que las lágrimas acabaran con los restos de maquillaje que aún portaba.

Desesperado trató de soltarse y huir dando una patada al hombro del hombre que le miró con furia, aunque esta se suavizó al ver las lágrimas, se había fijado anteriormente en el tatuaje que el moreno poseía en su muslo, uno de los tantos que había para marcar a los esclavos, ese en particular era usado para las prostitutas exóticas que los corsarios llevaban en sus barcos hasta las colonias de ultramar donde se vendían a casas para ser exhibidas como bellezas de lejanas tierras, por lo tanto le había extrañado su reacción aunque teniendo en cuenta el trato que recibían tanto por parte de la tripulación de los barcos como por los clientes de las casas, no le parecía rara en absoluto.

Con mucho cuidado lo tomó entre sus brazos llevándolo hasta el lecho, lo metió entre las sábanas y tras despojarse de sus ropas él mismo le acompaño, por precaución no soltó sus muñecas pero recostó el frágil cuerpo contra su pecho y lo acarició tratando de tranquilizarle.

-Imagino que tú no llegaste a puerto, ¿mataste al capitán antes de que eso ocurriera?-

Mana le miró con sus grandes ojos negros llenos de algo que parecía ser miedo, y es que el castigo por matar un corsario bajo bandera de la reina era la horca precedida de horribles torturas, en ese instante recordó que no le había dicho su nombre.

-Soy Sakurai Gackt, no un corsario a las órdenes de nadie.-

Pudo ver la sorpresa en la cara del joven al que abrazaba. Sinceramente habría esperado oír cualquier cosa antes que aquella, no podía creer que ese hombre que le sujetaba fuera el hijo del legendario Yoshiki, un hombre que había sido el único modelo que había tenido durante su cautiverio, cuya figura inspiradora le había hecho aguantar hasta convertirse en lo que ahora era, o más bien en lo que había sido hasta hacía más o menos una hora. Notó una caricia más en su cara.

-No voy a hacer nada si me hablas, pero igual si te lo hago si continuas con esa mudez.-

-Yo… bueno, lo maté con ayuda de parte de su tripulación, los que no me siguieron fueron echados al mar.-

No le gustaba hablar de esa época, desde entonces todos sus ciclos del celo se habían visto reprimidos por su miedo al contacto físico, solo Közi tenía permitido tocarle aunque como le conocía y apreciaba se abstenía de hacerlo a menudo, de hecho en ese momento notaba el incómodo ardor en su vientre que le comunicaba que estaba comenzando uno de esos ciclos, trató de hacer caso omiso temiendo que el hombre a su lado se diera cuenta de ello y tratara de tomarlo, sin embargo no contaba con que su propio cuerpo, motivado tal vez por la cercanía del fuerte cuerpo de piel tostada, respondería calentándose y haciendo que su miembro se endureciera poco a poco.

Gackt sonrió al notar la reacción del delicado cuerpo, aunque cuando vio cómo el chico, pues aunque fuera Mana capitán del Dix Inferno, no dejaba de ser un joven asustado, se echó a llorar de nuevo, esa misma sonrisa se escurrió de su cara como la pintura ante el agua y es que el pelinegro no quería ser la puta de nadie nunca más y le aterraba sobremanera su propia capacidad para tener hijos. Y de pronto el heredero de los clanes de piratas más importantes de Asia se descubrió a sí mismo consolando a su enemigo que había resultado ser uno de los más temibles adversarios del Pacífico.

-Tranquilo, te juro por el nombre de mi madre que no te dañaré.-

Agarró la cara mirando los enormes ojos.

-Por favor, confía en mí.-

Mana no supo qué pero hubo algo que le hizo confiar en el fuerte hombre, tal vez fue esa misma fuerza la que, irónicamente, le hizo sentir seguro.

Asintió débilmente dejando que aquel bello hombre de ojos castaños volviera a tomar sus labios, esta vez pasó de ser un simple roce a un beso lento, delicado que permitió al más joven saborear la esencia masculina del otro. Se tensó de nuevo al notar las manos frías en sus muslos cuya piel estaba tan caliente que parecía arder pero las caricias y besos proporcionados por esa lengua tan hábil y los belfos hechos para el pecado lo tranquilizaron de nuevo haciéndole sentir por primera vez que el sexo no era un error, dejó que separara sus piernas ubicándose entre ellas luego soltó sus ataduras y Mana comenzó a acariciar tímidamente la espalda morena del hombre que de un momento a otro le haría suyo.

Bajó besando y lamiendo la garanta hasta llegar al pecho, donde prestó atención a los delicados y duros pezones dejándolos extremadamente rosados causando suaves expresiones de placer por parte del joven que sumergió sus finos dedos en su cabello, una vez los hubo saboreado a gusto continuó su descenso con la punta de la lengua delineando el contorno de su ombligo.

Acarició con las yemas de los dedos la piel blanca como la nieve que cubría los músculos de los muslos justo antes de hacerle levantar las piernas, cuando lo tuvo así, completamente expuesto bajó la cabeza mordisqueando el borde del tatuaje para a continuación besarlo suavemente. Esta acción hizo que Mana abriera sus bellos ojos sorprendido, para el hombre que dentro de poco iba a tomarlo su pasado no era importante, pensó para sí mismo que era un día con demasiados llantos cuando las lágrimas invadieron sus ojos y humedecieron las mejillas, apartó una mano del cabello de Gackt para secárselas, algo que llamó la atención del Sakurai. Levantó el rostro viendo cómo Mana enjugaba su cara, no sabía qué había hecho mal.

-¿Qué…qué ocurre?-

El moreno se maldijo por no ser capaz de evitar tartamudear como un imbécil.

-Nu...nunca m...me hab...bían t...trata...do de e...sta fo...forma, yo…gracias.-

Un poco más tranquilo retomó su tarea y comenzó a lamer el miembro ya duro, besando primero la punta y continuando hacia los testículos. Cuando sintió la humedad entorno a su miembro no pudo contener un fuerte gemido y gritó al sentirla succionar sus testículos, era el mayor placer que había experimentado en toda su existencia. Al oír el grito movió su húmedo músculo hacia la estrecha entrada ya mojada por la excitación e introdujo lentamente la lengua, Mana ni siquiera era capaz de gemir o emitir algún tipo de sonido, puesto que el placer que invadía su mente era tal que ni siquiera podía respirar con normalidad, eran demasiadas sensaciones juntas, la lengua de Gackt en su interior, los dedos en su erección y el roce de su suave cabello entre los muslos lo estaban volviendo completamente loco. No pudo esperar hasta que estuvo listo, puesto que su propio pene le dolía queriendo adentrarse en ese estrecho pasaje que tenía a su disposición, se levantó apoyándose en las manos y colocó la punta de su miembro rozando a Mana.

-Al principio te dolerá un poco, pero pasará pronto.-

Mana sonrió ante la caballerosidad de Gackt.

-Lo sé, tú solo hazlo.-

Asintió solo un momento antes de envestir con fuerza la entrada que no se adaptó a él, el moreno contuvo un grito mientras él gemía con la cabeza enterrada en su hombro, durante un instante Mana no fue capaz de sentir nada más que ese mar de dolor en el que se encontraba, sin embargo el hombre sobre su cuerpo en vez de continuar con las envestidas enterró la cara en el cabello negro que le cubría el hombro y respiró profundamente tratando de calmarse para no destrozar al joven que le estaba llevando con su estrechez, directo a la locura cuando notó que el dolor disminuía, en parte por su sorpresa al ver que Gackt no se lo follaba sin piedad y en parte por esa misma espera que estaba consiguiendo que sus paredes se abrieran acogiendo el miembro del capitán Sakurai.

Mientras tanto en el camarote de la cubierta de debajo, el hombre de rizos pelirrojos conocido como Közi se hallaba en una posición en la nunca se imaginado que estaría, completamente atado e indefenso en la cama de un adolescente que pasaba un trapo húmedo por sus heridas con muy poco cuidado mientras deliberadamente, rozaba las yemas de sus dedos con la piel de su vientre y pecho, nada más llegar a la habitación se había deshecho de su ropa y le había amordazado, tras eso había comenzado a limpiar las llagas sangrantes que él mismo había provocado demostrando una habilidad médica un tanto discutible.

Mordió la mordaza tratando de evitar que un gemido de dolor escapara de su boca cuando la punta del paño rozó una zona especialmente sensible, donde se situaba su herida más profunda y dolorosa, aunque de pronto el movimiento del redondo trasero del chico sobre su miembro le hizo regresar a su habitual línea de pensamientos pervertidos y olvidar el escozor de la cura, porque aunque el joven muchacho aún estuviera vestido, lo cierto era que su fina túnica blanca no dejaba prácticamente nada a la imaginación, y para qué iba a negarlo, él no era de madera. Cerró los ojos cuando un nuevo movimiento hizo que su pene comenzara a endurecerse, iba a ser una madrugada muy larga, demasiado para su gusto, o eso pensaba.

_ _ _ _

Aún continuaba con la mirada perdida en la tela azul del interior de las cortinas cuando el hombre que le había dejado solo regresó, cogió una espada y se la ató al cinto antes de mirarle con sus profundos y peligrosos ojos de hielo.

-Te quedarás aquí, cuidarás del barco junto con Hizaki.-

Quería protestar, era SU plan y ni siquiera podía ponerlo en práctica, de hecho así lo hizo, se levantó rápidamente de la cama y miró con una expresión furibunda en su bello rostro a Kamijo, creador de esa situación.

-Es mi plan, y quiero ir.-

No fue una pregunta, fue una afirmación categórica, pero solo provocó que el pirata solo le mirara de arriba abajo con una expresión que le hizo sentir desnudo e indefenso.

-No sabes luchar, en la incursión solo serias un desecho inútil, una carga.-

Kaya le miró con sus grandes ojos azules repletos de asombro y contrariedad suponiendo que había una manera ligeramente más cuidadosa de decirlo, aunque no tuvo mucho tiempo para reflexionar puesto que el de cabellos rizados abandonó rápidamente la habitación y ni siquiera le dio tiempo de alcanzarle antes de que oyera la llave girar por dentro de la cerradura, le había encerrado en el camarote, trato de llamar la atención gritando, pataleando y pegando puñetazos a la puerta lo más fuerte que podía, pero no le sirvió de nada, puesto que con el ruido que hacían los marineros mientras ajaban los botes y se subían a los mismos para desembarcar, ninguno de ellos habría podido escucharle, sin embargo tenía el presentimiento de que a nadie le hubiera importado en lo más mínimo.

Tras un rato dejó de oír los ruidos de fuera y se tumbó furioso con el bello capitán, a pesar de su enfado no tardó en dormirse acurrucado bajo las mantas que olían a la esencia de Kamijo, cuando despertó no pudo precisar cuánto tiempo había pasado, sin embargo sí que pudo oír pasos y gritos en la cubierta, gritos de alguien que reconoció como Hizaki-hime, después la ronca voz de dos hombres le sobresaltaron y se levantó rápidamente de la cama y corrió hacia el armario del que su amante había extraído la espada, sin embargo al abrirlo solo encontró una pistola y un trabuco que no tenía ni idea de cómo dispar. Al oír cómo la puerta comenzaba a ser forzada se apostó tras el biombo que ahora estaba plegado y cuando por fin se abrió los gritos subieron de intensidad, al menos hasta que un sonido que se asemejó demasiado al de un bofetón como para ser una coincidencia y después el ruido de un cuerpo chocando con el suelo fuertemente, y las lágrimas le hicieron asomar ligeramente la cabeza.

Entonces vio a Hizaki sin vestido, con la ropa interior rota casi por completo y la mejilla enrojecida mientras dos hombres mugrientos y andrajosos continuaban hablando, su oído había captado algo sobre una puta, pero cuando vio al pirata rubio en semejante estado fue como si su mente hubiera entrado en un trance en el que ni siquiera sentía, en ese instante uno de los tipos agarró la rubia cabellera de la princesa y tiró de ella hacia arriba con fuerza, cuando lo vio Kaya pensó que el hombre nunca debió haber hecho eso, puesto que en su mente sonaron todas las alarmas y sin preocuparse de nada se levantó apuntando con el trabuco de su mano izquierda al ser que sujetaba a la princesa y con la pistola de su mano derecha al que acababa de bajarse los pantalones, a ninguno le dio tiempo a moverse siquiera, era como si su cuerpo lo controlara otra persona, una que quería venganza por un joven al que ya consideraba parte de su familia.

Disparó, y a la distancia a la que estaba no falló, los dos gordos cuerpos cayeron inertes, uno de ellos parecía haber sido alcanzado en un pulmón puesto que comenzó a toser sangre y tardó un poco más en morir entre horribles estertores, pero su asesino ni siquiera se había molestado en comprobar que realmente habían muerto sino que se había acercado al joven que tirado en el suelo aún lloraba y lo había cogido para acunarlo entre sus brazos consolándolo con cariño.

-Ahora todo está bien, Hiza-chan, ¿de acuerdo? Todo está bien.-

Retiró los mechones de la frente del joven que asintió con la cabeza enterrada en su pecho, se abrazó un poco más fuerte a Kaya y se desmayó. El joven de ojos azules al notarlo agarró el cuerpo pálido y lo subió como pudo a la cama tapándolo perfectamente tras haberle quitado los restos de la bella ropa reconvertida en harapos, luego le dio un beso en la frente y procedió a sacar los pesados cadáveres del camarote del capitán. Cuando abandonó la habitación, descubrió que los tipos que acababa de matar no estaban solos, las voces de sus compañeros se oían tenues provenientes de los calabozos, agarró una espada manchada de sangre que había en el suelo y que pudo identificar como el arma de Hora, y se dirigió a la zona baja de la fragata antes de que mas enemigos al oír los disparos decidieran investigar. Se movió por los escalones como una serpiente sinuosa, las zapatillas de tela negra no hacían ruido sobre la madera del mismo color cuando llegó al último escalón contoneó su cuerpo retorciéndolo rápidamente para escurrirse tras una de las puertas metálicas llenas de herrumbre.

Dentro de una celda se encontraban Hora tendido en el suelo sangrando por la boca, junto a él varios hombres con el mismo aspecto andrajoso que los dos que habían pegado a Hizaki-hime, azotaban a varios miembros de la tripulación de entre los que reconoció a Ryoushin, en otra celda otro sujeto agarraba y manoseaba a Emiru que se resistía ante la mirada matadora que Machi exhibía inmovilizado y herido. Las puertas de las celdas estaban abiertas para su suerte, aprovechó eso y que los atacantes estaban de espaldas para lanzarse sobre ellos, cuando el que sujetaba al doncel castaño lo soltó para ir a por él, el joven pelirrojo que ya se había deshecho de sus ataduras y cargó con todas las fuerzas que le quedaban envistiendo al tipo aplastándolo contra la verja de la celda de enfrente, eso le dio el tiempo que necesitaba y pudo atravesar al primer tipo que salió de una celda, al segundo no lo habría podido matar de no ser por Hora que levantándose como pudo le agarró por las piernas precipitando su caída.

El joven de cabello bicolor fue pisoteado por otro de los individuos pero el doncel de cabello platinado fue más rápido y dio una patada en la puerta que estaba a punto de cruzar rompiéndole la nariz, luego aprovechó su desconcierto para cortar su cabeza, cuando la vio caer y rodar se dio cuenta de que acababa de matar a cinco personas y se echó a llorar tapándose el rostro con las manos, estaba tan conmocionado que apenas pudo escuchar las palabras de agradecimiento, al cabo de un rato oyó cómo le contaban lo que había ocurrido, fue justo cuando llegaron a cubierta de nuevo y supo que el grupo de tierra estaba en peligro, si aquellos hombres habían subido a bordo de aquella manera era que el puerto no estaba tan indefenso como él creía, entonces juntando a los siete que quedaban de tripulación, sin contar a Hizaki, tendrían que hacerse cargo del barco. Subió al puente de mando y sujetó fuertemente el timón, no estaba muy seguro de que hacer, pero frunciendo el ceño inspiró profundamente, había tomado una decisión.

-¡Marineros, leven anclas! ¡Rumbo sur suroeste!-

Los hombres miraron sorprendidos al amante del capitán, pero su voy imperiosa junto con la determinación que brillaba en sus ojos les convenció de que hablaba en serio e hicieron lo que había dicho. Cuando las anclas estuvieron levadas inspiró un última vez antes de girar el timón, sin embargo no fue tan terrible como había creído en un principio y no ocurrió ninguna desgracia como había imaginado, simplemente avanzaron lentamente hacia el puerto que estaba atacando y cuanto más cerca estaban mejor, se podían oír los disparos y demás sonidos de lucha, desde el fuerte las carronadas disparaban hacia el puerto, contuvo la respiración durante los pocos segundos que necesitó para decidir su siguiente paso.

-¡Preparad los cañones de la tercera batería de estribor, a mi señal!!-

-¡Sí, señor!-

Cuando oyó la respuesta decidida de los jóvenes marinos no pudo menos que sentirse orgulloso, por fin su vida tenía sentido, una razón de ser.

-¡Apuntad a las carronadas del fuerte! ¡FUEGOOOOOOOOOO!!!-

Los hombres que luchaban en el puerto tratando de cubrir su retirada peleaban con saña, sabían que no había escapatoria posible pues los botes habían sido hundidos, y es que al principio del asalto todo había ido como la seda, sin embargo los isleños y mercaderes habían sabido aprovechar su ocasión persiguiéndoles y atacando su retaguardia. Kamijo paró durante un momento para coger aire, aunque casi de inmediato paró un mandoble, realmente los soldados enemigos no eran un gran problema pero si las carronadas que había preferido ignorar, en vez de destruirlas desde el principio.

A su lado Jasmine fue incapaz de parar el último golpe de su atacante que hundió su sable hasta el hueso, el joven gritó de dolor y cayó de rodillas, pero cuando el sujeto fue a atacar a Yuki que se encontraba de espaldas, sacó fuerzas de flaqueza y asestó un tajo ascendente que partió el cuerpo de su adversario por la mitad. Aunque por supuesto no acabó ahí ya que un compañero del hombre al que acababa de asesinar trató de cobrar venganza, pero para su sorpresa el moreno contramaestre interpuso su cuerpo entre el de Jasmine y la hoja del enemigo parando la estocada mortal y provocando una gran herida en su pecho.

-¡¡¡YUKI!!!-

El desgarrador grito de Jasmine retumbó cuando se abalanzó sobre el cuerpo del herido rematando al tipo que se había atrevido a atacar a su contramaestre, luego abrazó el cuerpo tembloroso del ojinegro.

-Yuki, no te mueras, por favor, aguanta.-

Las lágrimas comenzaron a mojar la cara pálida del moreno que acarició la mejilla de Jasmine.

-Si tú me lo pides, seguiré aquí para siempre. Por ti viviré hasta el final de los tiempos si es necesario.-

Kamijo se dio cuenta entonces de que todo estaba perdido, su hermano corría el riesgo de desangrarse, su contramaestre y amigo de la infancia estaba a punto de morir y no había forma de que Hizaki pudiera hacerse cargo del Versailles, no sabía pilotar, sin embargo cuando los fuertes sonidos de disparo retumbaron en el puerto y la fortaleza comenzó a ser destruida no pudo evitar reconocer el inconfundible de los cañones del Versailles, sus cañones. Se volvió al igual que sus hombres, pero de inmediato reiniciaron el contraataque, ahora tenían por lo que luchar.

Bien erguido con ambas manos sujetando el timón Kaya acudió al rescate del hombre que extrañamente le hacía sentir cosas que jamás habría podido imaginar que sentiría, manejó hábilmente los mandos de la fragata sorprendiéndose de su propia capacidad, sin embargo cuando atracó en el puerto y las pasarelas fueron tendidas permitiendo el acceso de los marineros a bordo corrió hasta encontrarse con Kamijo y lo abrazó, luego sin mediar palabra se volvió gritando a Ryoushin y Emiru que atendieran a Jasmine, luego indicó a Hero que hiciera lo propio con Yuki, después subió las escaleras de nuevo y puso rumbo a mar abierto ante la mirada asombrada del castaño.

El sol comenzó a salir iluminando el cabello dorado de Kaya que pareció brillar aún más que de costumbre, Kamijo vio en él al ser más hermoso que había tenido el privilegio de observar y se dio cuenta de una de las verdades más indiscutibles que conocía: lo amaba, más que a su propia existencia, a pesar de las palabras desagradables y los castigos, lo amaba.

_ _ _ _

Corrió como un niño pequeño por la barandilla de su bella fragata de origen francesa, el Princesse era un barco sumamente bello y versátil, algo que como su capitán sabía más que de sobra, se agarró a uno de los cabos que sujetaban las velas de la verga dejando que el fresco viento del amanecer retirara sus cabellos, en los que se mezclaba el blanco y el negro.
El aire era frio a pesar de que se encontraban en el Caribe, puesto que apenas estaba amaneciendo, con sus ojos de un color azul tan puro como el del propio mar que surcaba otearon el horizonte vacio deseando llenarlo con aquellas velas de color negro que significaban que vería a su ser amado. Respiró hondo un par de veces tratando de calmar la ansiedad que embargaba su corazón, ya faltaba poco, muy poco para encontrar a su amado, cada vez estaba más cerca de poder reclamarlo como suyo, una vez fue un pobre niño sin nada, pero se había jurado que lo tendría todo y ahora solo le faltaba algo para que así fuera.

Le faltaba él.











Capítulo 5: Un nuevo rapto, un nuevo ¿amor?

Cuando los improvisados curanderos terminaron de atender la herida de Jasmine, el joven aún pálido como un muerto, subió hasta donde él estaba sentándose a su lado, luego compartieron su silencio ante la impresionante visión de Kaya guiando la fragata compensando su más que evidente inexperiencia con un talento natural increíblemente preciso. A pesar de que llevaba toda la noche despierto el cansancio no parecía hacer mella en él y se había negado a dejar el timón en manos de Kalm que estaba herido, y pese a lo que pudiera parecer los hombres habían aceptado el hecho con relativa calma, no podían olvidar que los había salvado, por mucho que no les gustara.

En un determinado momento observó como Jasmine se levantaba y caminaba hasta la posición del joven rubio, luego le abrazó con todas sus fuerzas llorando y agradeciendo que les hubiera ayudado, Kaya solo asintió con una sonrisa y correspondió al gesto con un brazo mientras con el otro rectificaba el rumbo. Fue entonces cuando se decidió a acercarse al joven, pero este estaba demasiado ensimismado manteniendo el barco en su dirección apropiada por lo que bajó a su camarote, entró en la habitación encontrándola más desordenada de lo normal, algo que ya esperaba tras el informe recibido por parte de sus hombres, pero para lo que no estaba preparado era para encontrar a Hizaki acurrucado entre las sábanas con restos de lágrimas en la cara. Se quitó la ropa sucia y él mismo preparó su baño, los cuidados de Yuki así como del resto de heridos y el funcionamiento del barco requerían a la mayoría de los hombres por lo que no había nadie para servirle, cuando se introdujo en el agua suspiró antes de comenzar a frotar su piel eliminando la suciedad, no tardó mucho pues estaba demasiado cansado.

Cuando acabó se fijó en que su hermano aún no había despertado y que estaba desnudo, por lo que tras ponerse unos pantalones ajustados hasta media pierna de color blanco agarró una de sus camisas y se la puso a la princesa durmiente, se acostó a su lado y acariciando los largos rizos comenzó a reflexionar. Mientras tanto varias cubiertas por debajo Jasmine que acaba de bajas mordía la venda de su brazo aprensión mientras veía a Ryoushin ayudado por las únicas dos mujeres de la tripulación, Kitty y Ayano coser la terrible herida de Yuki que se había desmayado por el dolor, la pérdida de sangre y el alcohol que le habían dado para sedarle.

Cuando terminaron se acercó tocando el pecho frio del moreno con una mano temblorosa, su piel, tersa sobre los músculos era sumamente suave y fina salvo en los contornos de la futura cicatriz por lo que no pudo evitar sentirse culpable, sino lo hubiera salvado no estaría en peligro de muerte, sabía que no merecía la preocupación del contramaestre, entonces cuando estaba a punto de subir a la cubierta de nuevo recordó las palabras de Yuki que sacudieron su mente como un relámpago “Por ti viviré hasta el final de los tiempos si es necesario”.

No pudo evitar que una lágrima cayera sabiendo que no merecía el amor que Yuki tenía para él, se dio la vuelta avergonzado pero la mano del hombre que acababa de despertar le detuvo obligándole a volverse.

-No llores Jas, jamás desearía ser el causante de tu tristeza.-

Comenzó a sollozar fuertemente ante la caballerosidad del pirata que haciendo una mueca de dolor lo acogió entre sus brazos dejando que llorara apoyado en su hombro, sabía que el joven y bello doncel se sentía culpable por no haber sabido reaccionar la noche anterior, pero no creía que un ser tan hermoso que parecía un ángel mereciera pasar tan mal rato. Jasmine había tenido amantes esporádicos antes, su habilidad médica le había permitido preparar brebajes que asegurara su esterilidad durante el contacto físico, pero nunca se había sentido preparado para una relación seria, y sin era cierto que se había fijado en el moreno, realmente era difícil no hacerlo, pero su cariño por él le había impedido acercarse, porque sabía que Yuki era un hombre de los que solo ama una vez y no quería romperle el corazón.

-No quisiera hacerte daño Yuki, mereces alguien que te merezca y corresponda.-

Acarició la mejilla de Jasmine retirando la lágrima y subiendo la cara para mirar aquellos grandes ojos color chocolate.

-Déjame mostrarte que el amor no es malo, déjame conquistar tu corazón.-

Le miró tan asombrado que no pudo evitar el beso que el herido le proporcionó, aunque esta vez sí que reaccionó por instinto respondiendo a los suaves labios dándose cuenta de que tal vez no era tan mala idea aceptar la proposición, tal vez incluso pudiera llegar a amar al pelinegro con la misma pasión que este le demostraba. Yuki sonrió mentalmente al notar como su amado le correspondía y profundizó un poco más el beso saboreando el interior de la deliciosa boca que se había rendido a él, mientras pasaba su brazo derecho alrededor de la estrecha cintura del doncel y el izquierdo por su espalda juntando aún más sus cuerpos e ignorando el lacerante ardor en su pecho. Jasmine gimió dentro del beso, era más que evidente que era todo un experto en llevar a sus amantes hacia la locura con un contacto tan simple como aquel.

Mientras tanto Hizaki comenzó a despertar encontrándose con la cabeza dormida de Kamijo, algo que le recordó a cuando era un niño pequeño e iba a la cama de su hermano porque tenía miedo a la oscuridad, también descubrió que llevaba una camisa que le iba enorme y que por la talla pudo deducir, era de su hermano, con cuidado retiró el flequillo de rizos castaños sin querer despertarle, pero lo hizo.

Kamijo le miró con sus ojos de hielo.

-Cuando vine me pregunté qué hacías aquí.-

-Kaya-chan me salvó.-

Se acurrucó contra el cuerpo fuerte de su familiar para sentirse protegido, que le miró algo inquieto.

-¿Te salvó?-

Inspiró antes de comenzar a relatar lo ocurrido.

-¿Sabes que unos hombres atacaron el barco?-

-Sí, me lo contaron los hombres.-

-Pero no te contaron que me atraparon a mí primero, intentaron violarme, cuando llevaron a la tripulación abajo me trajeron aquí y forzaron la puerta, pero Kaya-chan los mató con tu pistola y el trabuco de papá. Nunca en mi vida había pasado tanto miedo.-

-No me lo había contado.-

-Agradezco que me haya dejado decírtelo yo mismo.-

Acarició la cabeza de Hizaki-hime en un gesto cariñoso que no repetía desde que el rubio era pequeño y que este agradeció. Se quedaron en silencio, cada uno pensando en su ser amado, mientras un joven de cabello bicolor y grandes ojos cobalto que le daban una expresión dulce e inocente que distaba mucho de su carácter real, terminaba de trazar las líneas de ruta en un mapa que recientemente había adquirido, estaba cerca, lo sabía, la inconfundible presión en su pecho se hacía presente de nuevo lo que quería decir que pronto podría ver a su princesa.

Se levantó rápidamente antes de que avistaran el puerto en el que se iban a abastecer, uno perfectamente seguro y que, si sus cálculos eran correctos, acogería al Versailles en breve, apenas podía controlar su nerviosismo, hacía más de cinco años que no veía al joven rubio, ya no era aquel niño asustado y bajito, se había convertido en un hombre con un objetivo, un objetivo de ojos negros y rizos de oro.

Había fijado el rumbo pero tras casi un día sin dormir por fin había delegado la tarea de conducirles a un puerto seguro a Kalm, el auténtico timonel ya repuesto de su herida anterior y había bajado al camarote del capitán encontrándose con una imagen cuanto menos enternecedora, el bello doncel acurrucado contra su hermano dormía como un bebé, mientras el temible pirata sin su máscara de crueldad parecía casi un ángel. Se tendió al lado contrario del que estaba situado Hiza-chan y cerró los ojos embriagado por el masculino aroma que el hombre desprendía. Cuando atracaron Kamijo despertó por el ruido descubriendo a las dos bellezas rubias que más amaba entre sus brazos, los sacudió con delicadeza haciéndolos despertar, ambos jóvenes se asearon y vistieron, ante la perspectiva de desembarcar prefirieron vestirse de colores recatados, en ese caso de negro y azul respectivamente, luego acompañando a su capitán bajaron con algunos pocos hombres, los demás ya curados tras el ataque comenzaron a reparar el barco bajo la supervisión de Yuki y Jasmine.

Hizaki enseguida se separó de la pareja alegando que tenía que conseguir perfume y otros afeites corporales, como jabones y maquillaje, aunque más tarde se arrepentiría de ello, caminó por las calles buscando alguna tienda que ofreciera algo de lo que necesitaba, pero en lugar de ello se perdió y no se dio cuenta hasta que estuvo fuera de la galería comercial, allí le esperaba alguien que jamás había creído volver a ver.

-Hola princesa.-

Desenvainó su daga con la rapidez del rayo lamentando no haber llevado su espada, sin embargo, pese a su agilidad, el hombre de ojos azules le había apuntado con un largo sable que pudo reconocer como el que había sido su primer arma, los ojos se le llenaron de lágrimas de rabia, recordando cómo el joven que le observaba con expresión satisfecha y arrogante le había robado su herencia, el barco de su padre correspondía al primogénito, es decir a Kamijo, la madre de Jasmine no era marinera, por lo que no le podía dejar en posesión nada, pero la suya si lo era y por lo tanto le había legado su fragata, sin embargo Teru aportando su condición de fértil como prueba de su incapacidad de capitanear un barco pirata se había convertido en el capitán del Princesse y lo odiaba por ello, o al menos eso se decía a sí mismo ignorando la impertinente vocecilla que le hablaba desde un lado de su cabeza.

-Qué quieres.-

Ni siquiera empleó tono de pregunta mientras con los dientes apretados medía la fuerza de su adversario. La respuesta simple le desconcertó, pero aumentó su furia provocando que atacara sin medir las consecuencias.

-A ti.-

Lanzó un grito antes de correr hacia Teru que le esperaba con la espada en ristre, la refriega no duró mucho puesto que el hombre de ojos azules consiguió sujetar la mano de la princesa apretando hasta que soltó el pequeño arma que cayó al suelo, luego colocó el afilado filo de la espada contra el fino cuello del rubio obligándole a alzar el rostro.

-De rojo estás más bello.-

Con su mano libre acarició la piel que el discreto escote dejaba a la vista, seguía tan suave como la recordaba por lo que no pudo resistirse a deslizar su mano por el interior del cuello hasta llegar a los pequeños y rosados pezones por debajo de la ropa interior, le acarició descaradamente sonriendo ante la incomodidad del doncel que sin embargo no podía hacer nada, pero al ver como los ojos negros se llenaban de lágrimas decidió parar y guiarle delicadamente hasta el bote que lo llevaría a la fragata que ya debía de estar lista para zarpar, y esa vez lo iba a hacer con su legítimo dueño, aunque antes recordó dejar un pequeño presente para Kamijo. Cuando llegaron a la familiar escala se arrepintió de haber escogido semejante atuendo, puesto que no fue nada cómodo subir, sin embargo hacia la mitad una mano pálida apareció ante él ayudándole a completar su ascenso, una mano que reconoció como la de Juka, el segundo de a bordo de su enemigo que sin embargo le guió caballerosamente por la cubierta hasta la puerta del que debería haber sido su camarote cuya puerta fue abierta de inmediato por el capitán de ojos azules. Le indicó que entrara no sin antes dar órdenes a la tripulación.

-Levad anclas, Juka ya sabes a donde nos dirigimos, tranquilo princesa, dentro de un mes volverás a ver a tu hermano, él sabrá dónde buscarnos.-

Luego apoyó la mano en su espalda empujándole suavemente para que entrara, y sin más remedio lo hizo. El cuarto estaba muy cambiado desde que lo había visto por última vez, la cama seguía siendo la misma, pero la madera antiguamente pintada de blanco había sido lijada hasta que reveló su auténtico color oscuro, los adornos se habían pintado de azul que contrastaban con las cortinas rojas sangre bordadas en dorado por la zona de los bajos, pared decorada en color caoba daba calidez al lugar, una calidez que antes no había tenido y los armarios nuevos del mismo material pintado en verde aliviaban la sensación de pequeñez con bellos adornos en dorado simulando pájaros y flores, el escritorio macizo rebosaba de papeles, mapas e instrumentos de medición en cuyo centro destacaba una brillante pluma verde probablemente de loro. Lo que más le llamó la atención fue el vestido rojo que había colgado en una percha de pie al lado de uno de los armarios.

-Es para ti princesa, quiero vértelo puesto, aunque ahora prefiero verte sin nada.-

Se volvió asustado viendo como Teru dejaba el sable en el interior de un mueble que hacía las veces de armero y se volvía hacia él, no tendría ni una sola posibilidad de atacarle si decidía avanzar, como de hecho ocurrió, por lo que tratando de moverse hacia atrás cayó sobre el lecho de terciopelo carmesí, pero el joven de cabello bicolor contuvo su excitación limitándose a encender lámparas de perfume que llenaron la habitación son su fragancia de rosas y jazmín. Se acercó a la cama sentándose a su lado e impidiendo que Hizaki-hime huyera, lo acercó a su cuerpo notando su temblor y preocupándose por ello, el Hizaki que conocía jamás habría temido tanto estar a su lado, algo extraño estaba ocurriendo, acarició sus mejillas notando humedad en ellas, le miró y vio que estaba llorando.

-¿Qué te ocurre, princesa? El Hizaki que yo conozco nunca se muestra débil ante un enemigo.-

Pero el joven en vez de contestar se acurrucó contra él como un cachorrillo asustado sin dejar de lado el llanto, causándole un extraño sentimiento de tristeza, suavemente comenzó a soltar los cierres del vestido, pero el doncel no parecía estar por la labor de cooperar y lo demostró comenzando a gritar y patalear con todas sus fuerzas aunque sin éxito pues el de ojos brillantes como el cielo de mediodía lo ató por los brazos con unas largas tiras de seda inmovilizándole contra el cabecero mientras retiraba el aparatoso vestido esquivando los tacones, soltó las botas también y tras forcejear durante un rato ató también los pies a las columnas del dosel dejándole completamente indefenso, entonces se sentó sobre los talones observando al joven que luchaba contra las ataduras aterrado.

La ropa interior era negra, constaba de un corsé de varillas de cuerno de narval con adornos de pequeñas flores de encaje, a juego con el pantaloncillo que en su centro tenía una única flor y junto con las medias hacía resaltar de una forma impresionantemente bella la piel de porcelana que en muñecas y tobillos comenzaba a enrojecerse dolorosamente por el forcejeo. Se acercó rápidamente tras quitarse la camisa y el calzado, y se colocó sobre el cuerpo del doncel pero sin tocarlo, apoyó las manos a ambos lados de la cabeza e inclinó la suya propia hasta tocar con la frente el hombro pálido.

-Tranquilízate, no te haré daño Hizaki, se que te va a resultar difícil de entender, pero debes confiar en mí, si deseara tomarte por la fuerza ya lo habría hecho ¿no crees? Ni siquiera habría necesitado desnudarte del todo.-

Poco a poco se fue calmando, era cierto que podía haberle hecho daño por lo que decidió optar por dejar de moverse y hacerse daño a sí mismo, sus músculos se fueron relajando y en respuesta notó como las ataduras de sus tobillos eran retiradas, después lo fueron las de sus manos y Teru lo acomodó suavemente contras su cuerpo, pero se puso nervioso de nuevo al sentir como los cordones que mantenían el apretado corsé en su sitio eran retirados también. Comenzó a deshacer el nudo para poder quitar la incómoda pieza de ropa, pero Hizaki pareció inquietarse otra vez.

-Shhh, solo quiero que duermas más cómodo, princesa.-

Asintió suavemente comenzando a temblar a causa del frio que mordía su piel, pero la sensación no duró mucho ya que casi de inmediato el capitán apartó las sábanas hasta que ambos estuvieron dentro, abrazó a Hizaki-hime contra su pecho haciéndole notar lo que había cambiado su cuerpo en aquellos años que llevaban sin verse. El niño asustado que era Teru había desaparecido hacía ya tiempo, pero aún así la última vez que se habían visto no era tan hombre como en ese momento, había madurado y él en cambio había pasado de tener el mundo a sus pies a temblar como una hoja ante un simple contacto como aquel, en otra época habría continuado luchando sin perder la frialdad, pero desde el ataque del barco, apenas dos días antes temía cualquier tipo de contacto que pudiera considerarse íntimo y eso le hacía sentirse asqueado de sí mismo.

-No tienes que sentirte de ese modo, princesa, no me mires de esa manera, leo tus ojos perfectamente. Sé que aún hay algo que no comprendo y que es la causa de que estés así, pero no te voy a obligar a que me lo cuentes, porque esta vez me voy a asegurar de hacer las cosas bien. Cuando te vi por primera vez deseé ser más alto y fuerte para probar que podía protegerte, la segunda vez deseé tener posesiones para tener algo que ofrecerte, ahora ya tengo todo eso, por lo que estoy convencido de que esta vez te haré mío, esta vez yo soy el príncipe.-

Abrió los ojos sorprendido viendo decisión en las pupilas cobalto que poco a poco se habían colado en su corazón, era tal la fuerza que desprendía el capitán usurpador que se sintió incapaz de decir o hacer nada.

Habían buscado a Hizaki por todo el puerto, e incluso en el barco pensando que podía hacer regresado sin decirles nada, sin embargo no había ni rastro del rubio, tras un rato se habían separado y en ese instante se encontraba en la zona más alejada de los comercios, caminando en círculos asustado, de pronto tropezó y cayó dándose cuenta de que el objeto que le había hecho desplomarse no era ni más ni menos que un pequeño estilete de plata parecido al que había usado Kamijo durante su secuestro, aunque ese tenía una cinta azul cielo, se levantó y agarrándose las faldas comenzó a correr desesperadamente gritando el nombre del capitán, cuando llegó a su altura su respiración era agitada y notaba un punto de dolor en el costado por lo que fue incapaz de hablar, pero cuando le tendió el arma los ojos azules claro brillaron de rabia, sabía quién había osado raptar a su hermano y lo pagaría con su vida si le tocaba un solo cabello.

Tiró de la mano de Kaya tratando de contener su ira, pues sabía que el doncel que le acompañaba no tenía la culpa de nada, aun así mantuvo un mutismo casi absoluto hasta que llegaron a bordo de nuevo, allí dio órdenes a Kalm para que pusiera un nuevo rumbo, y enseñándole la cinta que causó un estremecimiento en Hora que se hallaba al lado de su pareja, entonces Kaya notó una mano en su hombro y se volvió encontrándose con la cara infantil de Hero, un muchacho callado y que había pasado desapercibido para él hasta el día del ataque.

-¿Qué ocurre Hero-kun? ¿Por qué todos se comportan así?-

El muchacho habló con su voz delicada y cantarina.

-Esa cinta pertenece a Teru, el hermano pequeño de Hora-san. El padre del Señor Kamijo los compró a ambos cuando eran muy pequeños para que jugaran con sus hijos y con los años se encariñó con ellos como su fueran de su propia familia, pero cuando la madre de Hizaki-hime murió hace tres años Teru se las ingenió para convencer al padre del Señor Kamijo para que quitara a Hizaki-hime el Princesse, el barco que su madre le había dejado en herencia, y luego aprovechó para llevárselo convirtiéndose en el capitán por la fuerza. Hora-san desaprobó la conducta de su hermano y luchó contra él para impedir que se fuera pero no lo consiguió, Hizaki-hime se sintió traicionado y juró vengarse pero Teru también juró algo.-

-¿Si? ¿El qué?-

-Que le haría suyo.-

Miró con asombro al chico de cabellos castaños que se limitó a sonreír y a volver a sus tareas de enfermero, mientras que él se dirigía al puente, cuando llegó al lado de la figura imponente de su amante no dijo nada por temor a incomodarle, pero colocó su delicada mano sobre su hombro en un gesto de apoyo que Kamijo agradeció con un beso en la frente, luego pasó su brazo por la estrecha cintura del doncel y apoyó la cabeza de cabello rubio platino sobre su hombro a la vez que miraba al horizonte: Lo encontraría.

Abrió sus bellos ojos de chocolate al notar la luz del amanecer en ellos y maldijo por no haber cerrado las cortinas del dosel, aunque cuando vio a quien tenía a su lado se dio cuenta de que en realidad no tenía muchas razones para quejarse, el cuerpo pálido se veía increíblemente hermoso con aquella luz dorada, como si brillase y el cabello azabache resaltaba aún más, acarició las delicadas facciones sonriendo como un idiota al recordar la noche anterior, y no pudo evitar que su mente volase hasta la vez que cuando tenía diez años su padre le había explicado cómo había conocido a su mamá y le había parecido una manera monstruosa de conquistar a alguien, pero ahora lo entendía puesto que él había hecho lo mismo, ahora lograba entender lo del amor salvaje, pues era el que sentía por Mana, estaba de seguro de que nada en el mundo podría impedir que el moreno fuera suyo para siempre.

Comenzó a despertar dándose cuenta de que estaba en una cama que no era la suya, luego vio el pecho fuerte y tostado que consiguió provocar que una avalancha de imágenes invadiera su mente y los recuerdos de la noche anterior le hicieron enrojecer, se movió notando un pinchazo molesto en su entrada que logró hacer que se le pusieran las orejas coloradas a pesar de sus intentos de evitar que eso ocurriera.

-Sonrojado pareces un ángel. Ven, acompáñame, vamos a bañarnos en el mar cálido, te sentará bien.-

Lo guió cogiéndole de la mano y anduvo hasta una pequeña portezuela que estaba en la pared de enfrente de la entrada del camarote, luego la abrió mostrando que era un acceso al mar, probablemente un mecanismo de huida. El joven Sakurai Gackt agarró su cintura y se dejó caer arrastrándole, con sorpresa ahogó un grito justo antes de que las cálidas aguas del Caribe le cubrieran hasta la cabeza, cuando consiguió salir a flote se dio cuenta de que estaban justo enfrente de las playas de arena blanca de las Islas de la Bahía, nadaron desnudos a la sombra del barco protegiéndose del brillante sol de mediodía. Lo cierto era que el de cabello castaño tenía razón, el agua le había relajado, y poder nadar libre también, de pronto notó un tirón en su cintura seguido del roce con la piel morena del hombre que comenzó a besar su cuello, aunque sus caricias no subieron de tono ante la posibilidad de que alguien les viera, tras un rato jugando en el agua subieron de nuevo al camarote y tomaron un baño para quitarse la sal en la tina de madera pulida que estaba empotrada en el suelo de la habitación, luego tras secarse el capitán se vistió observando que Mana no tenia ropa limpia que ponerse por que decidió pedírsela a Klaha.

-Quédate aquí, enseguida volveré con ropa limpia que puedas ponerte.-

Mana asintió sin hablar como era habitual en él.

Salió y caminó tranquilamente hasta las escaleras que a continuación bajó hasta llegar al camarote de su hermano, pero al llegar oyó unos extraños ruidos que le hicieron preocuparse y por un momento recordó que su pequeño hermano se había llevado a un prisionero de aspecto peligroso, ¿y si se había liberado y estaba haciendo daño al pobre Klaha?

Se preparó con un cuchillo en su mano y abrió la puerta rápidamente, pero lo que se encontró le dejó sin habla, sobre la cama de su hermano estaba el hombre, sí, pero atado y amordazado, mientras Klaha que llevaba como único atuendo un cinturón de cuero y daba pequeños golpes al pecho ya enrojecido del pelirrojo a la vez que se penetraba.

_ _ _ _

Közi se encontraba en la situación más surrealista de toda su vida, estaba completamente indefenso ante un muchacho virgen en su primer periodo de celo, y a juzgar por su aspecto y los movimientos sensuales que hacía quería saciarse con él. Ciertamente en otra situación no le habría disgustado la idea, el joven era muy bello y el celo aseguraba que él mismo se iba a quedar satisfecho, pero el hecho es que pese a que le gustaba el sadismo, le gustaba si él era el dominante, algo que parecía no iba a ocurrir esa vez. El chico de piel pálida y cabello azabache se quitó la túnica blanca y las botas quedándose solo con el cinturón negro y una pequeña fusta, y revelando de ese modo su pene duro y rosado, se subió de nuevo sobre él rozando otra vez el húmedo trasero contra su miembro y haciendo ruidos muy sugerentes en su oído, sonidos que despertaron del todo a su amigo no tan pequeño.

Klaha estaba encantado, el pelirrojo además de guapo estaba bien dotado, había elegido bien a aquel con el que perdería la virginidad, llevaba ya varios días aguantando el celo por lo que al verle se había excitado casi de inmediato, tras quitarse la ropa que consideraba innecesaria y agarrar el pequeño instrumento de tortura se volvió a encaramar sobre el fuerte cuerpo y se frotó descaradamente hasta notar la erección directamente contra su ano, luego la rozó con la fusta escuchando satisfecho el gemido semi ahogado por la mordaza. Continuo golpeando la piel pálida logrando que enrojeciera mientras y mordía los pezones hasta sacar sangre provocando más gritos y gemidos ahogados, realmente le habría encantado oírle en su auténtico volumen pero no se atrevía a arriesgarse a que Gackt le oyera, conocía de sobra el sentimiento sobre protector de su hermano mayor y era capaz de despellejar vivo al hombre que le había “robado la inocencia”.

Tras un rato torturando al prisionero golpeando su piel y haciendo más movimientos sensuales él mismo no pudo aguantar más y comenzó a introducir el duro y grueso pene en su interior mordiendo la fusta en el proceso para evitar que se oyera algo, la sensación de ardor y presión solo consiguieron excitarle más si es que era posible y cuando lo tuvo todo dentro se inclinó mordiendo el brazo del hombre de cabello rizado, era doloroso, sí, pero hacía tiempo desde que había descubierto que le gustaba el dolor, cuando lo sintió menos apretado comenzó a moverse rápidamente apretando su recto compulsivamente hasta que alcanzó la ansiada liberación y sintió su interior lleno del ardiente líquido, pero no se movió, ni cambió de posición puesto que solo la visión del sexy hombre indefenso fue suficiente para calentar su cuerpo de nuevo y comenzó el vaivén otra vez notando como el miembro de su interior se endurecía de nuevo.

Era lo más increíble que había sentid en su larga experiencia sexual, aquel muchacho estaba logrando romper sus esquemas, continuó reflexionando hasta que notó una nueva corriente de placer y se liberó en menor cantidad que la vez anterior pero su satisfacción fue mayor, porque esa vez el placer había durado más, el chico no había apretado tanto su interior y este al estar lubricado con su esencia se había adaptado mejor a los rápidos embates, sintió el cuerpo delicado y cálido caer sobre el suyo mientras el chico jadeaba agotado, notó la mano en su pelo delineando las curvas rojas, era una sensación muy agradable y poco a poco notó como sus ojos se iban cerrando por el cansancio mientras respiraba el aroma del chico.

Cuando despertó el sol ya estaba en lo alto del cielo, y el miembro ahora flácido seguía en su interior y su dueño dormía tranquilamente, aunque no por mucho tiempo, se dijo a la vez que comenzaba a lamer el cuello y la mejilla del hombre que al sentir la humedad fue despertando, aunque lo que realmente lo desveló por completo fue un fuerte golpe de la fusta en su pecho, gimió encantado pero odiando la mordaza que le impedía expresar su placer, luego el chico se movió terminando de hacer que su pene se endureciera por completo. Era delicioso notar el miembro friccionando contra sus paredes y así lo expresó en una serie de suaves gemidos, estuvo a punto de gritar, pero se contuvo, aunque cuando su punto de placer fue duramente presionado olvidó todo y gritó sin ser consciente de que su hermano observaba todo con la boca abierta y es que sumido en el placer como estaba ni siquiera había advertido el ruido de la puerta.

Lo vio todo como si tratara de un sueño o más bien de una pesadilla, hasta que no se pudo contener más y estalló.

-¿¡Qué significa esto Klaha!? ¿Para eso lo trajiste, para follártelo como su fueras una puta cualquiera?-

No pudo evitar enfadarse con su hermano por hablarle de ese modo.

-¡No soy ninguna prostituta! ¡Y sí, lo traje para tirármelo, no sé si sabes pero este es mi primer periodo! ¡Y que yo sepa tú te llevaste a su capitán!-

La contestación de su hermano le golpeó como una bofetada, no esperaba que su pequeño hermano ya estuviera pasando el celo, no sabía si estaba preparado para verle crecer de esa forma, pera ya no había vuelta atrás por lo que se acercó y le abrazó, luego miro al pobre e indefenso Közi con expresión matadora.

-Perdóname Klaha-chan, se me hace raro no verte como un niño aún. Y tú, si le haces daño a mi hermano te juro que usaré tu piel de alfombra.-

Lo cierto es que el segundo de abordo pelirrojo habría respondido de no ser por la pieza de tela que cubría su boca. Luego observó como su amante le entregaba al aterrador castaño varios vestidos antes de que este se fuera, luego se volvió hacia él y soltó sus amarres, pero no le dejó moverse puesto que se tumbó sobre su cuerpo y cerró los ojos durmiéndose. …l solo se dio la vuelta y lo acomodó mejor durmiéndose también, había sido una noche muy larga, tal y como había creído en un principio.

_ _ _ _

Volvió al cuarto y entregó a Mana uno de los vestidos, el que más le había llamado la atención, era azul vaporoso y sencillo, largo hasta las rodillas, luego le entregó unas pequeñas zapatillas de tela también azules y un pantaloncillo blanco y se dio la vuelta para que se vistiera, cuando se volvió estuvo seguro de que había acertado con la ropa, estaba absolutamente sublime, le tendió u peine para que cepillase el largo cabello azabache, era un dios de la belleza.

Abrió sus ojos encontrándose con el pálido pecho de Yuki en el que destacaba el enorme vendaje, su cuerpo apenas cubierto por la sábana hacía las delicias del moreno, no habían hecho el amor, dada la terrible herida del contramaestre, pero había insistido en quedarse a dormir con él, y allí estaba acurrucado abrazándole como si de un muñeco gigante se tratara, el moreno que justo empezaba a despertar en ese instante le acarició perezosamente los rizos con gesto cansado, pero no dijo nada puesto que no era necesario, sus ojos expresaban todo el amor que sentía por él y eso le hizo sentir increíblemente protegido, como si nunca más fuera a sufrir una desgracia .

Se recostó de nuevo, pero esta vez echó las mantas por encima de los dos cuerpos tapándose hasta la barbilla ante la mirada divertida de Yuki, que se limitó a abrazarle con su brazo sano tratando de transmitirle por medio de aquella simple caricia el consuelo que sabía que Jasmine necesitaba.

-Duerme bien, Jasmine.-

-Igualmente Yuki.-

_ _ _ _

Se abrazó un poco más al cuerpo de Kamijo que le transmitía calor a la vez que el capitán pirata le arropaba un poco mejor, había decidido no tomarle ese día, porque no deseaba dañar a Kaya y sabía que toda la ira que tenía dentro se volcaría si mantenía relaciones sexuales por lo que había preferido prescindir de ellas y se había limitado a besar las mejillas y los voluptuosos y sensuales belfos de su amante justo antes de tumbarle junto a él. El chico rubio estaba contento mientras el sueño le envolvía en su cálido abrazo estrechado cómodamente por el hombre al que amaba. Se permitió pensar una última vez que mañana sería un largo día y por lo tanto debía descansar con el objetivo de estar listo a la hora de rescatar a Hizaki-chan.

_ _ _ _

Teru estaba feliz, ahora tenía todo lo que necesitaba al alcance de su mano, y lo más indispensable descansaba semidesnudo a su lado, era bien entrada la madrugada y sin embargo su euforia al saber que todos sus planes habían salido a la perfección le impedía dormir más de cinco minutos seguidos, por lo que en vez de intentar dormir de nuevo se había dedicado a analizar la bella cara durmiente de su princesa pensando en como sería hacerle el amor, verle tener hijos y envejecer juntos, sabía que no iba a ser fácil que diera su brazo a torcer, porque el joven rubio era más terco que una mula, su obstinación era equiparable a su belleza, pero también sabía que él mismo era aún más terco si cabe. Durante un instante rió ante la idea de cómo serían sus hijos teniendo en cuenta que sus cráteres, tanto el de Hizaki como el suyo propio no eran sencillos en lo absoluto.

Cerró los ojos rememorando lo hermoso que le había parecido cuando lo había visto por primera vez, luego los volvió a abrir viendo lo bello que era en aquel mismo instante con el rostro de suaves facciones libre de carga alguna, ningún tipo de mueca se reflejaba en él, solo paz, una paz que quería proporcionarle para siempre. Comenzó a dormirse teniendo esperanza, porque por fin tenía a su princesa y la guardaría para toda la eternidad, le proporcionaría un hogar, el que se merecía.

No hay comentarios:

Publicar un comentario