miércoles, 10 de marzo de 2010

Guilty I y II

Regalo para Honey ^w^



Guilty





Capítulo 1: Culpable

Observó con tristeza como los largos mechones de su cabello rubio comenzaban a caer cuando la maquinilla de afeitar pasó de nuevo por su cabeza, después entró en las frías duchas caminando mojado hasta la siguiente habitación, tan deprimente como la anterior, donde se puso el mono blanco de preso, lo habían condenado por asesinato en segundo grado a cuarenta años de cárcel, lo que quería decir que hasta los cincuenta y seis años no sería libre, los guardias le pusieron las esposas en las muñecas y los tobillos obligándole a caminar a empujones hasta el bloque cinco, allí los chicos no tenían ningún tipo de contacto con el exterior, solo con el resto de muchachos que cumplían el mismo castigo que él, una vez que estuvo en su celda le quitaron los grilletes y cerraron el nivel desde fuera, solo los guardias residentes junto con los reclusos se quedarían dentro, tan solo se abrían los bloques cuando había que introducir un nuevo inquilino de la prisión, una vez que estuvo en su celda se sentó en la cama del lado derecho, había dos colchones sobre unos somieres de hierro a cada lado del cuarto para evitar peligro de ahorcamiento y pasó una mano por su cabeza pelada, sería una larga estancia en aquel maldito lugar.

-¡¡CULPABLE!!-

La maldita palabra lo volvía a desvelar tres años después, se levantó de la cama agarrando la linterna y un ajado libro de poemas que ya sabía de memoria, aunque no pudo leer durante mucho tiempo ya que al cabo de un rato los guardias entraron a buscarlo, iba a ser trasladado al bloque siete de la prisión por su comportamiento conflictivo, pero no podía ser de otra forma, desde que su cabello había crecido, también había vuelto su aspecto de princesa en apuros y no le quedaba más remedio que el de defenderse casi cada día de los que trataban de violarlo en las duchas. Metió sus escasas pertenencias en una caja de cartón que uno de los guardias le entregó y cambió su uniforme por el negro del bloque siete con su nombre y numero de preso escritos en la espalda a la altura de los hombres, justo entre ellos, después los siguió con las manos y los pies atados por el largo pasillo de cristal blindado que le llevó a su nueva celda, esa era diferente, puesto que sí que tenía literas, dejó sus cosas en la cama de abajo y se tumbó una vez que sus extremidades fueron liberadas, en aquel instante entró en el lugar un muchacho de cabello negro liso largo hasta los hombros y se le tiró encima abrazándolo, trató de apartarlo pero no tuvo éxito alguno, el chico rió pegándose más a él.
-¡¡Oh, soy tan feliz de que seas tu mi compañero!! Cuando te vi en el pasillo deseé que fueras tú y mi deseo se ha cumplido, que bien que eres un niño lindo y no un bruto troglodita como el anterior, estoy seguro de que seremos buenos amigos, mi nombre es Hitsumi Yukihiko, aunque todo el mundo me llama Kaya, es mi apodo desde que era pequeño, me lo puso mi hermana porque yo le llamaba Nomiko en vez de Sakura, como se llama en verdad y a ella le molestaba que la llamara pequeña pulga y me puso Kaya que es un nombre sin sentido, pero con el tiempo me acostumbré y ahora me gusta como suena, ¿A ti no? ¿A que suena lindo?-
Lo apartó con cuidado, no quería hacer enemigos en su primer día, y observó los brillantes ojos del chico, que no parecían los de un asesino frío y despiadado, mientras trataba de procesar toda la información que acababa de recibir.
-Me alegro de conocerte, soy Hizaki.-
El chico, que en ese momento se hallaba arrodillado en la cama con las manos entre las rodillas asintió con un gesto de interés, como esperando que dijera algo más, sin embargo a él no se le ocurría nada más.
-Lo cierto es que Kaya si que suena bien.-
El muchacho de brillante cabello negro y claros ojos azules sonrió, y la sombría habitación pareció iluminarse por completo, entonces el rubio se fijó en que el mono de su compañero estaba recortado de tal forma que se convertía en una faldita muy corta que apenas tapaba las piernas delgadas y estilizadas de Kaya.
-¿Por qué llevas falda?-
-¿Esto? Es que no me gustan los pantalones, además he usado faldas desde siempre, por eso cuando pude apuntarme al taller de costura me reformé el traje, no soy el único que lo ha hecho Jeff se la hizo conmigo, Mana nos siguió después de un tiempo, entonces como si hubiera sido convocado apareció junto a la puerta un chico alto cubierto de tatuajes, al menos en la zona que se veía de sus extremidades, con el cabello largo hasta los hombros, teñido de un color rosa tan sumamente brillante que dañaba los ojos, recogido en una coleta, también llevaba falda por lo que supuso que se trataba de uno de los citados anteriormente por el joven que seguía mirándole con una sonrisa, luego se giró hacia el chico de pelo rosa y ambos compartieron una sonrisa cómplice, que pese a todo lo que había vivido le hizo temblar de miedo mientras se acercaban a él, uno se sentó a su lado y el de cabello rosa se subió sobre sus piernas acariciando sus mechones rubios y lisos.
-Si te rizaras el cabello te verías aún más arrebatador, solo te falta que Kaya te arregle el mono para hacerlo una falda como las nuestras y serás la cuarta princesa, te verás dulce y hermoso, ya estoy deseando maquillarte.-
No fue capaz de decir nada mientras en la oscuridad unos ojos de hielo lo observaban.







Capítulo 2: La condena

Trató de huir de ambos pero finalmente acabó convencido de que su única solución, era en efecto, vestirse de princesa, de ese modo estaría dentro de un grupo al que los demás no atacaban, unos niños con aspecto de niña no representaban una amenaza, ¿no? También averiguó por qué estaban allí encarcelados, Kaya había matado a tres personas, a nadie le había importado el hecho de que habían abusado de él repetidas veces, solo era un niño sin hogar ni dinero que no importaba a nadie, mientras que sus atacantes habían tenido buena reputación y familias independientemente del número de niños de los que habían abusado, Jeff había sido prostituto, vendiéndose por una mísera cantidad en una esquina, la vida era dura porque muchas noches ni siquiera tenía un lugar en el que dormir, además de que el pago no siempre era en billetes, entonces había ocurrido, un coche lo había atropellado y se había dado a la fuga dejándolo en un callejón oscuro, cuando unos agentes lo encontraron y registraron también descubrieron su último pago en heroína pura, en ocasiones vendía droga que él mismo cortaba, eso le había llevado a ese lugar, sin embargo veía en ellos lo que no veía en si mismo, inocencia, solo habían hecho lo que habían podido para sobrevivir mientras que él solo lo había hecho por puro egoísmo. Durante un segundo cerró los ojos para contener las lágrimas antes de que los dos muchachos fueran a por él, después los tres buscaron a Mana riéndose, que estaba abrazado a su compañero de habitación, Kei un chico mayor que ellos, alto y terrorífico, que sin embargo cuidaba del hermoso y frágil moreno con esmero cuando no se hallaba trabajando para un tipo del que tan solo había oído hablar entre susurros, todos le temían, su nombre era Kamijo Yuuji y al parecer era el ser más cruel de toda la prisión.
Caminaron rápidamente hasta las duchas y se desnudaron antes de entrar, dejaron la ropa sobre las banquetas de madera de la entrada y los cuatro se mojaron bajo el agua templada lavándose bien juntos para protegerse por si algún otro chico entraba, como de hecho ocurrió, apareció un grupo compuesto por varios de los mayores de por allí, uno de ellos era Kei que los saludó dado que los conocía a través de Mana, otro se parecía a él y según le dijo su amigo moreno se llamaba Seth y era el hermano menor de Kei, otro era un chico de piel blanca y marcados músculos poseedor de un impresionante cabello plateado que se llamaba Juka, lo conocía por las peleas que solía protagonizar en el comedor, a su lado iba un chico de su edad con aspecto de niño pequeño con el mismo tono de cabello pero ojos de cobalto cuyo nombre era Teru, el hermano pequeño de Juka, encarcelado por el mismo delito, que se agarraba de la mano de un chico andrógino y hermoso que casi les superaba con su aspecto de princesa llamado Jasmine que nunca se metía en problemas. Pero el más peligroso e inquietante fue él, entró el último y a pesar de estar desnudo su porte elegante y aristocrático era imposible de ocultar, tenía el cabello largo hasta media espalda en un suave tono castaño claro casi rubio, los mechones se curvaban en elegantes ondas que en aquel instante estaban recogidas en una coleta. Kaya se acercó más a él asustado.
-Es Kamijo Yuuji-
El joven sonrió al oír su nombre de los carnosos labios temblorosos de uno de los chicos con aspecto de princesa, con su paso majestuoso se acercó y los cuatro muchachos se movieron rápidamente para dejarle pasar, Kamijo parecía disfrutar del efecto que causaba en los demás, con delicadeza, casi con un gesto vago o perezoso acarició el hombro desnudo y mojado del muchacho rubio nuevo que se apartó como si le quemara, todo se quedó en silencio, al parecer nadie había rechazado jamás al de cabello castaño ni siquiera Jeff que solía rehusarse a mantener contacto sexual después de su experiencia, había tenido el valor de decirle que no, al fin y al cabo era el heredero de la mayor familia Yakuza de Japón, el único heredero, sin embargo el joven se sintió más interesado en el rubio de lo que lo había estado en alguien en mucho tiempo. Con suma lentitud giró la manija del agua mojándose sin dejar de mirar los ojos negros del hermoso rubio que a su vez apenas logró contener su sonrojo cuando la mano del chico bajó hasta acariciar el miembro que comenzaba a despertar, apoyó una mano en la pared y gimió descaradamente sin despegar sus pupilas de hielo de la mirada avergonzada de Hizaki, que salió corriendo de allí ruborizado y nervioso porque él mismo había comenzado a excitarse, tras él corrieron Jeff y Kaya, al parecer Mana tenía asuntos que arreglar con su compañero de celda por lo que se quedó.
Cuando Hizaki llegó a su cuarto cerró la puerta corrediza de barrotes con tanta fuerza que a casi no dio tiempo a sus amigos a entrar, se tiró de la cama abriéndose la toalla que se había puesto al salir de las duchas y tocando su miembro ante las miradas sonrojadas de los otros dos jóvenes, aquel maldito le había puesto cachondo, Jeff que se había puesto colorado miró a su amigo de cabello azabache tomándole de la mano para salir de la habitación, era mejor el rubio terminara con lo que tenía entre manos, la princesa ni siquiera se dio cuenta de que se habían ido y siguió gimiendo inmerso en su placer hasta que notó un dedo pasando por su glande de tal forma que lo hizo correrse con un fuerte grito, abrió los ojos echándose hacia atrás al ver de quién se trataba, era aquel maldito que le había provocado la erección, el chico mayor rió al ver su reacción y lamió su dedo donde tenía restos de semen causando un nuevo sonrojo en el rubio que se tapó como pudo con la sábana.
-Eres muy lindo, ¿sabes? Me ha sorprendido que tuvieras el valor de rechazarme, aunque pienso que ha sido un acto reflejo, no algo premeditado. Lo cierto es que solo pasaba a presentarme de manera formal, pero creo que tras lo que acaba de ocurrir ya no es necesario.
Espero que podamos mantener un contacto como este pronto, de forma más íntima.-
Sin más el chico se dio la vuelta para irse con tranquilidad ante la perplejidad del hermoso y aún jadeante rubio, al menos hasta que vio una bella foto de una mujer rubia tan parecida al chico que estaba sobre la cama que de no haber sido por los senos, ni se habría dado cuenta de que era en efecto una mujer. Tomó la foto entre las manos mirándola con interés.
-Es muy bella, creo que me la quedaré.-
Hizaki que había abierto los ojos espantado al verle tomar la fotografía trató de arrebatársela sin éxito mientras le pedía que se la devolviera, pero el otro chico solo sonrió llevándosela y cerrando la puerta desde fuera con el mecanismo automático dejando al pobre muchacho de grandes ojos negros de rodillas en el suelo llorando, aquella imagen era lo único que le quedaba de su madre.

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