domingo, 12 de febrero de 2012

¡¡Piratas!! (XII)





Capítulo 12: La tormenta perfecta II

Hizaki sentía los largos dedos de Asagi sobre su piel provocándole escalofríos, aquel contacto no se parecía en nada al que había tenido con Teru, pues las manos del moreno eran demandantes, aunque también entregaban a la par que exigían, realmente las sensaciones que las yemas del atractivo moreno le transmitían eran muy diferentes de la caricias tiernas e inocentes de su amado de ojos cobalto, era evidente que el antiguo soldado había conocido el calor de la pasión, bajo él, el bellísimo doncel de largos rizos rubios se sentía completamente dominado, el fuerte cuerpo masculino del moreno le tenía absolutamente subyugado, rendido como estaba dejaba que cada parte de su cuerpo fuera explorada por aquellos finos dedos que lo hacían vibrar, el hermoso doncel gimió abrazando apasionadamente al de melena negra rodeándolo también con sus piernas y juntando de esa forma sus cuerpos calientes, pero las caricias que lo volvían loco no cesaron sino que se intensificaron en la zona en que su miembro, ya muy despierto, rozaba contra el vientre de Asagi. Pero el rubio no pensaba quedarse mucho más tiempo inactivo por lo que con un fuerte sonrojo comenzó a acariciar el miembro de su amante provocando que esta vez los gemidos brotaran de la garganta del otro, después besó demandantemente sus labios como solo una princesa caprichosa es capaz de hacer, introduciendo su lengua para saborear aquella esencia masculina, pero al acabar el beso Hizaki estaba un poco celoso preguntándose en quién habría provocado que la lengua de su amado fuera tan habilidosa, pero sus recelos pronto fueron olvidados pues su cuerpo fue alzado hasta quedar sentado sobre el de Asagi que continuó besándolo, terminando de quitarle el vestido y sonriendo al notar que no llevaba ropa interior, después permitió que fueran las manos blancas del pirata las que soltaran su ropa poco a poco mostrando su cuerpo bien formado, fortalecido por el ejercicio que impresionó al muchacho, sobre todo al observar el tamaño del pene erecto, era bastante más grande que Teru por lo que durante un instante temió al dolor que sabía que podía provocarle, sin embargo al observar las pupilas gentiles aún más negras que las suyas se relajó sabiendo que el moreno era todo un caballero, por lo que, confiando en él, se rindió a sus deseos permitiendo que su pequeña entrada fuera explorada por aquellos expertos dígitos, a su vez el besaba el cuello y los hombros de su amante sintiéndose a salvo bajo su protección, no era difícil guardar aquellos sentimientos, al fin y al cabo ese hombre lo había mantenido seguro durante varios días en vez de delatarlo, por ello confiaba ciegamente en su amor.

Los dedos conocieron y estiraron los apretados músculos del ano que estaba a punto de poseer, entonces Asagi se sorprendió de su estrechez, nunca había tenido a un virgen y sabía que Hizaki no lo era, pero suponía que debía de parecerse mucho a aquello, después retiró sus dedos mojados comenzando a penetrar muy suavemente a la princesa, pues imaginaba que esa era tan solo su segunda vez, pero pronto el delicioso rubio tomó el control acelerando y profundizando el contacto que los dejaba sin aire, moviéndose con fuerza provocando así que sus sentimientos se desbordaran a la vez que trataban de respirar sin éxito, y es que las sensaciones eran demasiado abrumadoras, para ambos. Para Hizaki simplemente era una plena realización de amor, se sentía completo al entregarse al segundo de sus hombres, mientras que para el apuesto moreno era la primera vez, la primera vez que estaba con alguien que le importaba por lo que trató de ralentizar el momento lo máximo posible las envestidas, sin embargo el precioso rubio no deseaba esperar por lo que aumentó la presión sobre el miembro de Asagi haciendo que este perdiera el control por completo entregando todo lo que tenía. Sus gemidos se sucedieron sobre la cubierta y ambos se alegraron de que esa fuera una zona poco transitada pues de otro modo todos los barcos les habrían oído expresar su placer y entrega, sobre todo cuando finalmente ambos notaron los calambres del orgasmo recorriendo sus columnas vertebrales y pequeñas chispitas brillaron tras sus párpados mientras sus gargantas emitían prolongados gritos expresando todas las sensaciones que los llenaban, sacándoselas de su pecho. Entonces Hizaki se dio cuenta de lo perfecta que era esa noche, con suavidad apoyó su hermosa faz sobre el fuerte pecho del ex militar y cerró los ojos notando como aquellos largos dedos que tan solo unos instantes atrás habían conseguido hacerle vibrar, acariciaban sus mechones de rizos dorados con suma delicadeza provocando que el sueño le sobreviniera sin que pudiera remediarlo de alguna forma, una vez que estuvo dormido Asagi tomó su delicado cuerpo en brazos y lo transportó hasta el pequeño camarote del barco en cuyo centro había una cama bastante más cómoda que la mayoría de los catres que poblaban los barcos, donde depositó a su amado deleitándose con la visión de su bella cara dormida, después apoyó su propia cabeza sobre el pecho delicado del doncel y se durmió respirando su cálido y suave aroma.

Cuando el valeroso rubio despertó se descubrió solo en aquel pequeño camarote donde la cama igualmente diminuta ocupaba todo el espacio, se levantó algo avergonzado del punzante dolor que sintió en su estrecha entrada al mover los muslos pero pronto lo olvidó al ver el ungüento que estaba apoyado sobre sus ropas del día anterior que se sostenían precariamente de uno de los bordes del cabecero del lecho, se untó la crema relajante y después se vistió tan solo con la amplia camisola de su moreno que mantenía sus delicadas piernas desnudas, caminó tras peinar su cabello con un pequeño peine de hueso hasta la cubierta que descubrió vacía, sorprendentemente la vela estaba perfectamente desplegada y amarrada con curiosidad se acercó a la cadena del ancla que estaba echada, se inclinó por la borda tratando de averiguar lo que estaba ocurriendo pero en ese instante fue sorprendido y gritó cuando una mano se aferró a la cadena, a continuación un pulpo le cayó sobre el pecho comenzando a debatirse al estar fuera del agua lo que provocó más gritos del muchacho que cayó asustado notando los viscosos tentáculos rodeando su abdomen, pero en ese instante apareció en cubierta Asagi completamente empapado con su sable en la mano derecha, con el que cortó la cabeza al animal liberando a su princesa, después se acercó a él levantándolo con cuidado y besando sus finos labios que le correspondieron amorosamente, luego abrazó el frágil cuerpo terminando de mojarlo pero a ninguno le importó, simplemente se fundieron en aquel contacto. Al cabo de un rato de estar en aquella posición se separaron con reticencia y el mayor agarró de nuevo el feo gasterópodo enseñándoselo a su princesa.

-Mira mi amor, hoy desayunaremos pulpo.-

El aludido rió abriendo la diminuta bodega que más bien parecía una despensa y sacando de ella una desgastada cazuela de hierro a la vez que su apuesto amante preparaba la pequeña lumbre que había en cubierta, una vez tuvieron todo listo introdujeron el animal en el recipiente con varias patatas agradeciendo que dicho tubérculo tardara tanto en pudrirse, luego lo pusieron a cocer mientras se sentaban apoyados en el mástil a contemplar el cielo. En ese instante, al recordar los ojos de su hermano, aún más claros y brillantes que aquel mismo color azulado, se dio cuenta de que realmente extrañaba mucho la presencia de su familia, aunque debía ser fuerte, se dijo, pues en aquel instante era su futuro el que estaba en juego pero su intento de auto convencimiento no evitó que una lágrima rodara de sus ojos expresando su melancolía, Asagi que había prestado mucha atención a los gestos exhibidos por Hizaki no pude dejar de entristecerse, pero no por el hermoso rubio, que también, sino por sí mismo que jamás había tenido una familia por la que llorar, al menos no tras la muerte de su madre, y se dio cuenta de que una parte de él deseaba que sus relaciones con los Sakurai mejoraran, suspiró ante lo irónico que aquello le resultaba, unos pocos meses antes habría dado su vida por acabar con la de su padre y en aquel momento solo deseaba conocerlo. La vida era muy cruel sin duda, pero sobre todo muy inesperada.

Al cabo de un rato, cuando el valeroso doncel ya se había dormido el olor del pulpo ya cocido llenó la cubierta por lo que el moreno se levantó sin demasiadas ganas, caminó perezosamente hasta llegar a la altura de la cazuela, la cual destapó mostrando el contenido ya cocinado, luego, con la habilidad de un experto, y es que para sobrevivir en el ejército eran necesarios los conocimientos culinarios básicos, extrajo el desayuno de su recipiente colocándolo sobre una tabla de madera, pero cuando fue a tomar su cuchillo a fin de trocear los alimentos descubrió espantado que este debía de haber caído por la borda, ya que no lo hallaba por ningún lugar del pequeño barco. Entonces, sabiendo que si no se partían mientras estaban calientes, los tentáculos se ponían correosos, alargó el brazo alcanzando a asir la empuñadura del sable de Hizaki-hime que aún descansaba. Una vez tuvo tanto al animal, como al arma bien sujetos comenzó con el proceso de troceado, no obstante, en un determinado momento y al asestar un golpe más fuerte que los otros sobre la tabla, la empuñadura de aquel sable que no era suyo se desprendió de la guarda con un desagradable ruido.

Para su desgracia, mientras buscaba una manera de hacer que las piezas volvieran a encajar, el dueño del arma rota empezó a abrir sus hermosos y profundos ojos de azabache levantando sus curvadas y finas pestañas. Al comenzar a despertar lo primero que hizo Hizaki fue frotarse los párpados cerrados, luego se estiró descubriendo lo doloridos que estaban sus músculos tras el breve sueño en aquella incómoda postura que en nada se beneficiaba de la dureza de la cubierta de madera, sin embargo lo peor llegó cuando abrió sus bellos ojos del todo observando a Asagi delante de él que se había puesto más pálido que de costumbre mientras sostenía su sable en ambas manos, aquello habría resultado normal en cualquier otra ocasión, salvo por el hecho de que el moreno agarraba un pedazo de el arma en cada una de ellas. Comenzó a acercarse furioso tras haber emitido un grito de rabia que hizo temblar al usualmente valiente guerrero de larga cabellera negra.

-¿Qué se supone que hace mi sable roto en tus manos, Asagi?-

El aludido tragó saliva notando que pese a sus esfuerzos por modular el tono de voz, el hermoso doncel no lo había conseguido en absoluto, de hecho el tono grave solo había conseguido, junto con la mirada terriblemente enfadada de aquellas pupilas de carbón, que se pusiera aún más nervioso. Hizaki no podía comprender cómo era posible que hubiera llegado a semejante situación, sin embargo esperaba respuestas y sabía que el hombre que tenía ante él se las iba a dar.

-¿Y bien? ¿Qué vas a alegar en tu defensa?-

-Bueno, no fue intencional, eso te lo aseguro, solo estaba cortando el pulpo…-

Sus últimas palabras se vieron ahogadas por la fuerza del bramido que el usualmente dulce rubio emitió.

-¡¡Cortabas el pulpo con mi sable!!-

Asagi se encogió ligeramente antes de tragar saliva audiblemente y comenzar a hablar de nuevo con la voz temblorosa.

-Acababa de darme cuenta de que había perdido mi cuchillo y solo estaba a mano tu arma, no quería que la comida se estropease, entonces golpeé un poco más fuerte y la empuñadura se desprendió.-

Hizaki no comentó nada más, solo terminó de acercarse y tomando el arma rota y mirando la guarda que en ese mismo instante se separó de la hoja para su sorpresa y disgusto, sin embargo lo que vio hizo que todo su enfado se dispara, como si la suave brisa del norte que soplaba se lo llevara con ella, con mucho cuidado colocó la pequeña plaquita ovalada de plata sobre las brasas dejando que se calentara, después se envolvió la mano con un paño recio usado para limpiar la madera y tomó el pedazo incandescente que fue colocado sobre los tablones de la cubierta y presionado hasta que la forma completa se marcó, entonces ante sus ojos aparecieron una serie de letras y números que mientras estuvieron unidas al resto de la espada habían parecido simples adornos de filigrana, sin embargo en aquel momento eran simples coordenadas, o no tan simples pues había muchas de ellas. Casi de inmediato el joven rubio ordenó con voz imperiosa a su acompañante que le acercara un mapa viendo complacido como este le obedecía, y aún sabiendo que más tarde habría de disculparse por sus gritos anteriores, sonrió. Después al recibir el objeto junto con un estuche de instrumentos que el moreno le acercó por propia iniciativa, el muchacho de hermosas formas comenzó a medir con la ayuda de la regla y un compás las diferentes distancias partiendo de diversos puntos sin éxito alguno ya que no encontraba ningún tipo de referencia que las letras en teoría le habrían de darle. Dándose por vencido sacudió la cabeza, aquella había sido un pérdida de tiempo por lo que más decepcionado de lo que estaba dispuesto a admitir, se sentó apoyándose de nuevo en el mástil, no obstante Asagi al ver el gesto de abatimiento que su amado tan mal trataba de disimular agarró los pedazos del arma de nuevo apretando con fuerza la empuñadura, ni siquiera sabía muy bien lo que buscaba, solo, tal vez una simple pista, una mísera migaja de información, pero tampoco encontró nada.

Entonces, cuando al igual que el hermoso joven de rizos dorados ya se daba por vencido se fijó en que había apretado tan fuerte el mango que sostenía entre sus dedos que las marcas de este se habían impreso en su piel, lo dejó caer de la impresión y abrió más la mano sin poder creer lo que veía, luego corrió hacia la especie de bodega que tenía la pequeña embarcación, la abrió con impaciencia y rebuscó en ella hasta que encontró lo que andaba buscando, volvió corriendo hasta el pedazo de marfil, derramó el liquido oscuro por las líneas que lo adornaban y alcanzó el pedazo de pergamino que correspondía al ajado mapa, después solo tuvo que rodarlo por sobre la superficie que casi parecía tela al tacto y en esta aparecieron marcadas las muescas que una vez unidas constituían una cuadrícula de ajedrez, en ese preciso llamó a Hizaki para que se acercara.

-He encontrado la solución cariño, si te fijas las letras se corresponden con la fila y los primeros números con las líneas, solo tienes que buscar los tres últimos que son las longitudes y latitudes, y podrás obtener la dirección que buscas.-

En ese instante, mientras miraba la cara profundamente atractiva de su moreno con gesto asombrado, no pudo menos que recordar que no se había disculpado y agachó la cabeza avergonzado por lo mal que había tratado al hombre cuando no tenía ningún motivo pues un accidente, se dijo, lo tiene cualquiera, pero cuando estaba a punto de humillarse para pedirle perdón, sintió los dedos helados de su amado en la barbilla, levantando su rostro, este le sonrió dulcemente y lo abrazó haciéndole saber que en su infinita paciencia había perdonado el desplante.

-¿Por qué no mides eso después y vamos a desayunar? Casi es mediodía y aún no hemos comido nada, el pulpo estará ya frío, pero creo que todavía sabrá bien.-

Hizaki asintió caminando agarrado a su brazo hasta donde el animal reposaba, el moreno le alcanzó un par de platos de madera en los que repartió la comida y luego ambos devoraron su ración pues ninguno se había dado cuenta hasta entonces de lo todo el hambre que habían pasado, al terminar el hermoso rubio se abrazó al fuerte cuerpo del moreno en un gesto de vergüenza que sorprendió al antiguo marino aunque sabía por qué se producía, el comportamiento de antes no había sido adecuado, pero tan solo le correspondió como antes había hecho dándole a entender que en realidad no le había molestado, pues aunque de hecho así había sido, sabía que el hermoso doncel que se hallaba entre sus brazos tenía no solo un orgullo peculiar sino también un carácter igualmente complicado, por lo que simplemente le mostró su amor animándolo a terminar con las mediciones. El más joven de los dos agradeció con la mirada agarrando de nuevo los utensilios que le ayudarían a situar los puntos en el mapa, por lo que comenzó a contar en base a las casillas de ajedrez, pues la cabo de unos segundos de mirar la cuadrícula sin duda había llegado a la conclusión de que aquello era un tablero.

No sabía cuánto tiempo llevaba su hermosa princesa allí midiendo y apuntando en el mapa, pero el sol hacía rato que había alcanzado su cenit y no había señal alguna de que el joven hubiera conseguido llegar a buen puerto, pero al cabo de unos pocos segundos escuchó su llamada y se acercó presuroso, al mirar el papel observó que todas las líneas de coordenadas coincidían en un único punto, sin embargo para su decepción este se hallaba en medio del océano, o al menos eso parecía, pero su acompañante le sacó de dudas.

-Mira, este lugar tan solo lo conocen los piratas franceses, se llama Gonâve y es una isla inhóspita en la que se entierran los botines aunque está un poco lejos de aquí pero podremos aprovisionarnos en Tortuga antes de llegar.-

Asintió aunque la idea de parar a repostar en un puerto de piratas no le hacía demasiada ilusión, pero pronto sus preocupaciones cambiaron cuando el viento así mismo lo hizo, agitando fuertemente sus ropas, el muchacho tan solo cubierto por la camisola de su amante se abrazó tratando de infundirse calor sin demasiado éxito aunque cuando el fuerte viento amenazó con volcar la embarcación fue más importante su manejo al frente del timón, Hizaki en realidad nunca se había visto en las necesidad de pilotar una embarcación porque desde que tenía uso de razón en los barcos en los que había habitado siempre había habido un timonel, por lo que en esa ocasión estaba completamente aterrado, no obstante no tenía otra opción pues Asagi que era más fuerte que él debía encargarse de arriar la vela y levar el ancla que corría el resigo de hacerlos encallar ya que con el fuerte oleaje desatado se habían visto arrastrados, en pocos segundos habían pasado de estar tranquilamente anclados comiendo a estar siendo arrastrados por las olas más grandes que habían visto en toda su vida.

Asagi, tras guardar los restos del sable, el mapa y las herramientas de medición en un baúl en la pequeña bodega, trepó lo más rápido que pudo hasta que la escala se rompió por la parte de abajo dejándolo precariamente colgado, aunque aún pudo agarrarse de mala manera a la madera impulsándose hasta la verga, donde se sentó recogiendo y asegurando la vela, después se escurrió por lo que quedaba de la escala hasta que alcanzó el alcázar de nuevo, una vez allí se agarró como pudo a la borda caminando dando tumbos y esquivando olas lo mejor que pudo hasta alcanzar ancla, pero descubrió que esta se había enganchado en algún tipo de cúmulo de algas que impedían que se pudiera levar, solo tenía una opción antes de que el áncora los hiciera volcar, agarró el hacha y comenzó a golpear la cadena hasta que consiguió que uno de los eslabones se rompiera provocando que por fin el pequeño barco volviera a su posición normal, pero el fuerte movimiento provocó que saliera despedido golpeándose con una de las vigas del cabrestante quedando inconsciente.

Hizaki se gritó asustado al ver con uno de los rayos como el hombre no se movía, pero no abandonó el timón, si lo hacía sin duda perecerían, se mantuvo lo más firme que pudo completamente empapado por las altas olas y la lluvia sin tener demasiado claro si lo que caían por sus mejillas eran lágrimas o simples gotas de agua, sin embargo se irguió en toda su altura, por mucho que esta no fuera demasiada, navegando entre aquella terrible tempestad. Al llegar la noche la lluvia ya había comenzado a disiparse, dejando paso a una bruma que le impedía avanzar al no ver hacia donde se dirigían, pero al faltarle el ancla tampoco pudo dejar simplemente de navegar a riesgo de convertir la embarcación en un arrecife flotante durante toda la noche, así que simplemente siguió en lo creía una línea recta hasta el amanecer, cuando por fin comenzó a clarear, y aunque seguía sin tener ni la más remota idea de donde se encontraban dejó el mando por unos momentos yendo a comprobar el estado de su amado. Asagi estaba prácticamente ahogado, las magulladuras se sucedían por su cuerpo de los golpes que se había dado una vez inconsciente, y al parecer tenía un brazo dislocado a juzgar por el extraño ángulo en que se encontraba.

El muchacho de hermosos ojos de azabache y largos rizos rubios que se encontraban despeinados en aquel preciso instante, lo tomó como pudo arrastrándolo hasta el pequeño camarote, donde lo tendió sobre el lecho esforzándose por hacerle respirar correctamente, apretando su estómago hasta que consiguió hacerle expulsar el agua que había tragado, después lo secó lo mejor que pudo ya que el cuerpo del moreno era bastante más grande que el suyo, una vez que consiguió quitarle la mayor parte del agua comenzó a curar los morados con la mayor rapidez posible, y al terminar salió rápidamente para recobrar el control sobre la embarcación.

Despertó y lo primero que sintió fue hambre cuando su estómago rugió, pero pronto el dolor tomó la delantera cuando se incorporó bruscamente en la cama, tenía magulladuras a lo largo del torso y uno de sus brazos dolía como un demonio, aunque pronto lo solucionó agradeciendo las pocas clases de medicina que había tomado de muchacho pues estas le permitieron estirar y volver a colocar los huesos en su lugar aunque doliera horrores, después desgarró una ajada sábana que encontró en un arcón bajo el mueble, lo usó como venda para sujetar el brazo y así poder salir a cubierta donde encontró a su amado con unas terribles ojeras a causa de la noche en vela, presentaba un aspecto muy cansado pues no estaba acostumbrado a no dormir. Asagi se acercó abrazándolo desde atrás, sorprendiéndolo, pero justo a tiempo pues cayó agotado entre sus brazos, con mucho cuidado lo llevó hasta la cama en que él mismo había descansado hasta unos segundos antes y se dispuso a reemplazar a su amado a los mandos del timón extrayendo una pequeña brújula del mismo baúl del que sacó el mapa para guiarse y recuperar el rumbo, hacía mucho tiempo que no se encargaba personalmente de llevar un barco por pequeño que aquel fuera aunque disfrutó de la experiencia rememorando viejos tiempos , durante apenas un segundo cerró los ojos y pensó en su madre, la única persona a la que realmente había amado exceptuando a Hizaki, y notó una lágrima al reconocer por fin antes su orgullo lo mucho que la echaba de menos, en su corazón comprendía la tristeza del carácter rubio que dormía como un dulce bebé en aquellos instantes aunque él tenía más motivos para sufrir pues la mayor parte de su vida la había pasado completamente solo, al cabo de un rato sacudió la cabeza dejando de autocompadecerse para continuar con el trabajo de timonel, mientras tanto su estómago continuaba demandando alimento mediante ruidos cada vez más desagradables, extrañaba mucho unas buenas chuletas de cordero.

En la única estancia del lugar el bello durmiente comenzaba a recobrar el conocimiento sorprendiéndose ante el hecho de que lo había perdido, se levantó pero de inmediato hubo de sentarse de nuevo algo mareado, cuando por fin logró tenerse en pie anduvo hasta la figura de Asagi acurrucándose contra él en un gesto de dulzura que dejó boquiabierto al antiguo contralmirante, casi era inconcebible que aquel doncel de aspecto tan frágil y tierno fuera el mismo que casi se lo come el día anterior ante la rotura de uno de sus bienes, después suspiró suponiendo que el rubio era tan cambiante como el mar al que tanto amaba, con su brazo herido le rodeó la cintura y juntos miraron al horizonte pensando en el fututo que les depararía, aquello era un misterio, pero iban a estar juntos, de eso no cabía ninguna duda.

No hay comentarios:

Publicar un comentario