jueves, 14 de enero de 2010
¡¡Piratas!! II
Capítulo 2: La princesa Hizaki y el grumete Kaya
Caminó por la cubierta de su barco
tranquilamente, mientras su veterana tripulación se giraba a mirarle, todos estaban acostumbrados a su aspecto y manera tan sensual de caminar, llevaba un vestido largo chino abierto hasta medio muslo que dejaba a la vista sus morenas piernas perfectamente formadas, e iba descalzo.
Se rascó el largo cabello rubio y subió al puente sin molestarse en cambie su atuendo de dormir. Al lado del timón estaba su segundo, Toshi, un hombre de cabello azabache hasta los hombros que siempre vestía de negro, había sido su protector en el barco de su madre y ahora era su amigo. Le sonrió.
-¿Qué tal has dormido, Yoshi?-
-Ya sabes como estoy en estos días, así que no muy bien.-
Y era cierto, al igual que las mujeres los fértiles o gestantes tenían ciertos días del mes en que le era más fácil concebir los temidos y conocidos días del celo, Yoshiki se encontraba en uno de los primeros y por tato su libido era mucho más alto de lo normal obligándole descargarse casi constantemente, sin embargo su problema era precisamente ese, se negaba a acostarse con ninguno de sus hombres.
Estaba replanteándose la idea pensando que al fin y al cabo ninguno era tan feo, ciertamente algunos eran de lo más atractivos, pero el miedo a quedar embarazado aún le perseguía, ser el capitán de su propio barco, el Kurenai le había costado sangre, sudor y lágrimas, su condición de fértil se lo había puesto más difícil aún, pero gracias a la terquedad y el constante apoyo de Toshi, por supuesto, lo había conseguido.
En ese instante su vigía un muchacho nuevo muy entusiasta llamado Pata comenzó a chillar.
-¡¡¡BARCO A LA VISTA!!!-
Yoshiki aceptó el catalejo que Toshi le tendía y lo abrió buscando el barco mencionado, lo localizó y abrió los ojos espantado, era una auténtica mole en combate, mientras que su embarcación era una corbeta de dos palos que poseía dos baterías de veintitrés y dieciocho piezas cada una en el puente de cubierta y en la segunda cubierta respectivamente, así como un juego de remos el doble de grandes que los comunes, que aumentaban la rapidez potencial de la nave considerablemente, el barco que tenían enfrente era un navío de línea de primera clase de tres palos con tres baterías que en conjunto sumaban ciento dieciséis cañones en tres puentes tenía el doble de tripulación y de capacidad y las velas que como poco doblaban a las suyas, eran de estilo oriental de color negro, y tenían en ellas un símbolo de una calavera con dos ramas de sakura, el símbolo del clan mítico de piratas, los Sakurai.
Se volvió y comenzó a gritar órdenes, no tendrían ni una sola oportunidad contra el barco enemigo en caso de que este decidiera atacar, lo más probable, y ciertamente no quería que su reputación se viera afectada por un enfrentamiento en desventaja con el Capitán Sakurai.
-¡¡Comiencen la maniobra de evasión, viren hacia estribor!!
¡¡A todas las baterías, prepárense para devolver el fuego!!-
Mientras tanto a bordo del Heaven’s Heroine su capitán dejaba que su larga cabellera azabache se meciera suevamente con el viento del norte que en ese momento soplaba, sonrió, si Yoshiki quería huir tendría que recurrir a los remos dándole así la oportunidad de destruirlos.
Lo cierto es que había esperado mucho tiempo ese momento, llevaba buscando al rubio y más bello capitán desde que la legendaria Capitana Hayashi madre de Yoshiki y primer pirata mujer en capitanear un barco había luchado contra su propio padre.
Sabía de la fertilidad del joven que además le había producido su primera cicatriz y única en el vientre, cuidadosamente había planeado cómo interceptar el Kurenai. Se relamió los labios saboreando la victoria de antemano.
-Preparad las baterías dos y tres, no queremos destrozar su barco, que apunten a los remos y al timón. Acércanos para el abordaje.-
Su eficiente segundo, Imai, transmitió sus órdenes a voz en grito.
Yoshiki se dio cuenta del enorme problema en el que se encontraba. Toshi le miró preocupado.
-Si sacamos los remos a esta distancia los alcanzarán, si nos enzarzamos en combate nos barrerán con sus tres baterías, y si tratamos de modificar el rumbo destrozarán el timón.-
-Lo sé, aunque si en vez de lamentarte propusieras opciones inteligentes, nos iría mejor.-
Su brillante mirada castaña seguía clavada en la cubierta del Heaven’s Heroine, ya no necesitaba un catalejo para verla a la perfección.
Entonces lo vio, acababan de sacar la segunda y tercera baterías, se sintió humillado, ni siquiera se iban a enfrentar a ellos como iguales.
-Preparaos para el abordaje, fuego a mi señal.-
Bajó a cubierta, abrió las puertas de su camarote donde se puso unas botas y cogió tanto su pistola como el sable y salió a cubierta a aguardar junto a sus hombres mientras sus órdenes eran repetidas a voz en grito por toda la tripulación.
Imai se acercó a su capitán con una mirada de sorpresa al ver que el Kurenai no intentaba ningún movimiento de huida.
-¿Qué se supone que intentan?-
-Yoshiki ha tomado la única decisión que no comprometía a su barco, atacarnos antes de que nosotros lo hiciéramos, no tiene más opciones.-
-¡¡Es un suicidio!!-
No contestó pero sonrió divertido, le gustaba el carácter arisco de su oponente, era lo que daba interés al tema.
Entonces se desató el caos, tanto Atsushi como Yoshiki dieron la orden y los cañonazos comenzaron a ir y a venir, mientras el rubio capitán y sus hombres aguardaban estoicamente espada en mano el Kurenai quedó prácticamente inutilizado, aunque en proporción el más dañado fue su contrincante.
Observaba mientras a su alrededor volaban los restos de madera y la sangre, en ese instante dio la orden y sin pararse a mirar que su tripulación le seguía se lanzó con gran habilidad agarrando un cabo hasta dar con sus pies en la oscura cubierta enemiga, allí sin pensarlo ni un mísero segundo se dedicó a asestar mandobles a diestro y siniestro, estaba tan sumamente furioso que no tenía rival que se le resistiera, a su lado sus marineros actuaban con igual rabia y desesperación, trató de abrirse camino hasta el puente de mando donde con la espada ya preparada esperaba el causante de la situación.
Atsushi apretó los labios al ver la arriesgada y temeraria maniobra de su deseo, pero al verle luchar no pudo evitar sentirse orgulloso de su elección.
El joven de largos cabellos ondulados subió rápidamente la escalera que conducía a su odiado adversario.
Con agilidad y rapidez cruzaron los aceros, ambos eran sumamente hábiles, sin embargo la cercanía del fuerte cuerpo de Atsushi, el calor y el masculino aroma que desprendía estaban volviendo loco a Yoshiki que cada vez perdía más la concentración.
Finalmente el Sakurai consiguió desarmarle y arrinconarle entre la barandilla y su cuerpo.
Comenzó a hiperventilar, cuanto más trataba de alejarse más atrapado estaba, mientras Atsushi comenzó a recrearse en su incomodidad, el sonrojo de su presa era más que evidente, pasó sus manos por los muslos desnudos notando conforme subía la humedad y haciendo aumentar su vergüenza.
-Apresad a sus hombres y enceradlos en las bodegas del Kurenai, reparad el timón lo antes posible mientras remolcamos su corbeta esta noche. Imai toma el mando, tengo asuntos ineludibles que atender.-
Se giró hacia Yoshiki y le lanzó una mirada de deseo que provocó un tenue gemido de esos bellos, carnoso y sensuales labios rojos.
Agarró la fina mano de largos dedos y tiró del cuerpo de su próximo amate instándole a bajar y a entrar en su camarote, una vez allí lo arrojó sobre la cama y con una lentitud desesperante retiró las botas de las largas y hermosas piernas.
Yoshiki volvió a gemir necesitado sintiendo la tortura de Atsushi que en ese instante daba pequeños besos sobre la piel de sus extremidades inferiores, las separó y se situó entre ellas aún con la ropa puesta provocando que la mente del bello rubio se nublara por completo, estaba totalmente fuera de sí y arrancó con desesperación la camisa de su torturador que continuó castigándole.
A la vez que el exponía el fuerte y pálido torso su vestido fue completamente levantado dejando totalmente al descubierto su duro pene y su húmeda entrada.
En ese momento el auténtico viaje a la locura comenzó.
Yoshiki abrió los ojos, y manoteó en busca de su amante que en aquel momento besaba su vientre tan plano y suave que nadie que no le conociera podría adivinar que había pasado por dos embarazos, sonrió sintiendo los labios de su Atsushi recorriendo su piel hacia el miembro que gracias al sueño estaba más que erecto.
Abrió sus piernas y como cada noche desde hacía diecisiete años se entrego a su único amor que lo tomó con todo el sentimiento y la pasión que era capaz de demostrar.
Al acabar se abrazó al fuerte pecho blanco recostándose sobre él, y sin poderlo evitar los recuerdos volvieron a llenar su mente.
Tras el ataque al Kurenai y la increíble noche de sexo Sakurai Atsushi les liberó, a él y a su tripulación, el barco debido al ataque y a pesar de las reparaciones realizadas necesitaba una revisión a fondo, por lo que estuvieron varados sin poder ejercer su noble oficio durante casi tres meses si se incluía la larga y penosa travesía en busca de un puerto seguro.
Cuando su amada corbeta estuvo lista de nuevo su único objetivo era la venganza. Le costaron otros tres meses conseguir saber la ruta del Heaven’s Heroine y hallar un punto en la misma en el que fuera fácil tender una emboscada el poderoso navío.
Sorprendentemente y pese a las advertencias de Toshi dio resultado y esa vez el humillado fue el capitán Sakurai puesto que su impresionante barco envidia y temor del Pacífico quedó hecho serrín en su mayoría, tras eso se acostaron de nuevo, pero el rubio se aseguró de llevar el control, sin embargo a Yoshiki le ocurrió algo que jamás habría podido esperar: se quedó en estado.
Así la próxima vez que se vieron en vez de seguir el procedimiento habitual que solía consistir en destrozar el barco y comenzar a luchar para hartazgo de sus respectivas tripulaciones para más tarde acabar en la cama, Yoshiki se presentó frente Atsushi con un niño de cabellos castaños y algunos mechones rubios y unos lindos y llamativos ojos castaños al que había puesto el nombre de Gackt.
El pequeño apenas contaba con unos pocos meses pero ya causaba dolores de cabeza a su madre correteando por cubierta, pero sobre todo subiendo por las barandillas y agarrándose a los cabos.
El niño de piel ligeramente más morena que la de Atsushi, como era común en la familia Hayashi enseguida se ganó el corazón del rudo y cruel capitán que era su padre.
Les costó reconocer el amor que se tenían, pero cuando el pequeño Klaha nació todo fue sobre ruedas, cada cierto tiempo se separaban, pero eso solo hacía más apasionada su relación.
Yoshiki acarició su vientre, desde hacía unas semanas notaba que volvía a estar acompañado, mientras se dormía pensó en que se lo diría a Atsushi por la mañana, luego acomodó su cabeza en el hombro de su amante y cerró los ojos. Seguro que el moreno se alegraría de volver a tener niños abordo, sobre todo ahora que Gackt tenía su propio barco y se había llevado a su hermano consigo.
No era capaz de recordar cuanto tiempo llevaba en aquel barco, en ese momento solo sabía que le dolían las rodillas, los codos y las manos, hizo crujir sus dedos, volvió a sujetar el cepillo y retomó su tarea de limpiar la cubierta ante la mirada divertida del capitán y del segundo de abordo que le observaban desde el puente de cubierta.
Frotaba y frotaba mientras los marineros pasaban a su lado ensuciando lo recién fregado. Odiaba esa cubierta con todas sus fuerzas, el hecho de que la madera fuera tan oscura solo dificultaba su horrible tarea puesto que las manchas eran sumamente difíciles de encontrar, a su lado Emiru se secó el sudor de la frente antes de continuar, si no terminaban antes de media tarde ninguno de los dos tendría comida que cenar.
Desde que el barco había conseguido huir victorioso, tanto al dulce Emiru como a él les habían despojado de sus ropas cambiándolas por dos andrajosos vestidos, les habían dado dos cepillos de cerdas duras y les había ordenado que limpiaran la cubierta, al contrario que su adorable acompañante no estaba acostumbrado a esa clase de tareas, por lo que en un principio se negó en redondo, aún tenía cicatrices de los latigazos recibidos, por suerte se había desmayado al quinto lo que no había evitado los veinticinco restantes.
Cuando llegaron a la proa ambos se levantaron estirando sus adoloridos músculos, entonces para su desgracia, si es que era posible ser más desgraciado, el contramaestre se acercó poniéndose a la altura de Kaya.
-El capitán te llama, ve ahora a su camarote.-
Se sorprendió ante la mirada inquisitiva de Yuki, pero le miró con todo el desprecio que era capaz de reunir, ese que temía mostrar ante el capitán.
Caminó hasta la puerta de madera labrada, golpeó dos veces y esperó el permiso. Cuando lo obtuvo entró y anduvo por el reluciente suelo de madera blanca distinta del resto del barco hasta llegar al macizo escritorio de ébano tras el cual se hallaba el capitán Kamijo revisando unos mapas que pudo identificar como las cartas de navegación de su padre.
El castaño alzó sus ojos de color azul hielo clavándolos en los del joven que sin quererlo retrocedió un paso asustado. Antes de hablar Kamijo alzó una ceja ante el movimiento de Kaya pero no lo comentó.
-Desnúdate y aséate, en el camarote de Hizaki tienes todo lo necesario, luego le seguirás donde te diga para cenar con nosotros.-
Abrió los ojos sorprendido queriendo protestar pero una mirada de advertencia por parte del capitán le hizo replantearse la idea, asintió y se dio la vuelta hasta llegar a la puerta, luego giró la manija y salió, afuera se encontraba Hizaki-hime esperándole, por si decidía huir, para que no tuviera ni la más mínima oportunidad.
El rubio de largos cabellos me miró de arriba abajo y frunció el ceño, luego con un gesto le indicó que le siguiera. Así lo hizo.
Cuando entraron en el camarote de la princesa no pudo evitar abrir los ojos sorprendido, era más lujoso que su propia habitación en la casa de La Bahía.
Estaba decorada a la moda francesa en tonos blancos y dorados, había una enorme cama de dosel y cortinas de color rojo sangre, y un biombo que como pudo comprobar unos minutos más tarde, ocultaba una tina repleta de agua caliente. Con voz ruda la princesa le indicó:
-Quítate la ropa y métete en la tina, el agua está caliente y no quiero que se enfríe.-
Entonces Hizaki-hime comenzó a retirarse su elaborado vestido quedando completamente desnudo, luego le miró y frunció el ceño al ver que aún continuaba con ropa y se acercó a él arrancándosela sin piedad.
-¡Pe…pero qué haces!!!-
-He dicho que te desnudes, si no lo haces tú no te quejes cuando cumplo mis propias órdenes. Y la próxima vez que me contestes en ese tono lo pagarás caro.-
La mirada asesina de Hizaki era tan escalofriante como la de su hermano mayor y es que en muchas cosas no se parecían, pero cuando se enfadaban todas las diferencias que tenían desaparecían por completo quedando más que claro su parentesco.
Estaba sonrojado, nunca en toda su vida, al menos desde que era un bebé, había estado desnudo delante de alguien, y menos ante un extraño. La princesa repasó su cuerpo con la mirada poniéndole aún más nervioso y de inmediato comenzó a introducirse en el agua caliente soltando suspiros de placer.
-Ven, no me hagas salir para buscarte.-
Obedeció más por miedo que por otra cosa y trató de meterse en la tina sin rozar a Hizaki algo harto difícil teniendo en cuenta el espacio del que disponía. Una vez dentro sus esfuerzos resultaron nulos, ya que su compañero tiró de él hasta que su cuerpo estuvo acostado sobre el otro. Su respiración se sentía húmeda sobre el pecho pálido de Hizaki-hime.
Notó las manos de la princesa recorrer su cuerpo, bajando por su espalda hasta llegar a sus nalgas, tenía miedo de moverse pues ignoraba que podía hacerle el muchacho. Hizaki separó y masajeó los glúteos, luego deslizó un dedo en dirección a la pequeña entrada de Kaya, este saltó e intentó apartarse siendo hábilmente detenido, los dos jóvenes apenas se diferenciaban en estatura, sin embargo el de largo cabello no tuvo inconveniente en inmovilizar completamente a su acompañante de modo que pudo exponerle del todo. Tras conseguirlo continuó con sus caricias a la zona más íntima de prisionero que aún trataba de forcejear.
Cuando sintió el dedo colarse tan cerca de su entrada tomó la decisión de resistir, no sabía lo que después le harían, pero en ese momento los latigazos se le antojaban más agradables que una posible violación, pero para su sorpresa el joven le dio la vuelta y sujetó sus brazos dejándole arrodillado con la cara hundida hasta la barbilla, si se movía tada su cabeza se sumergiría y era consciente de la capacidad del pirata para ahogarlo aunque eso no evitó su forcejeo, que por otra parte fue totalmente inútil.
Intentó cerrar sus piernas, pero de nuevo la princesa fue más rápido, introdujo su rodilla entre las del más joven obligándole a separar más las piernas y siguió con su tarea.
Continuó dando pequeños toques en el apretado anillo, con cuidado lo fue forzando a abrirse al notarlo más relajado empezó a introducir su dedo ignorando los lastimeros gemidos que el doliente emitía. Se hundió un poco más mientras con otro dedo comenzaba a tantear con el objetivo de introducirlo también.
Cuando lo hizo Kaya gritó, una mezcla entre placer y dolor le invadió notó como los dedos de la princesa se movían dentro de él y volvió a gritar. Hizaki sonrió cuando vio que la entrada comenzaba a dilatarse con mayor facilidad y empezaba a mostrar un tono sonrosado.
Cuando lo vio completamente listo le hizo salir de la bañera siguiéndole de inmediato, más tarde ese masaje ayudaría a evitar posibles desgarros de un virgen, una vez fuera extendió el brazo agarrando una gran pieza de tela con la que envolvió sus cuerpos, luego hizo andar al otro muchacho hasta su cama donde ambos se recostaron.
Agradecía a todos los dioses que Kaya le temiera, lo cual evitaba así incómodos diálogos, aunque eso parecía haber cambiado.
-¿Para eso me han mandado aquí, para que me acueste contigo?-
Hizaki-hime parpadeó dos veces para cerciorarse de que no había burla en las palabras del joven.
-Claro que no, soy fértil al igual que tu, a quien debes satisfacer el a Kami.-
-¿Kami?-
Rodó los ojos antes de contestar.
-Kami es el capitán, y mi hermano mayor.-
Quiso protestar pero al igual que cuando estaba con su padre era demasiado cobarde como para hacerlo.
-Oh.-
Asintió comenzando a frotar sus cuerpos para secarlos, luego abrazó un poco más la frágil silueta noble oliéndola.
-Tu olor corporal es muy agradable, apenas necesitaras perfume, lo cual es bueno porque casi no me queda. Tendré que conseguir un poco en el próximo reabastecimiento.-
Lo último era más para sí que para su acompañante. Se levantó enérgicamente y sin siquiera cubrirse caminó hasta un alto armario situado tras el biombo, abrió una de sus puertas e introdujo medio cuerpo dejando al aire su blanco trasero y sus largas piernas. Kaya cuando se dio cuenta de a donde dirigía la mirada la desvió con un fuerte sonrojo, no estaba acostumbrado a esa clase de comportamiento desvergonzado.
Oyó al de cabellos largos murmurar mientras rebuscaba, finalmente pudo oír una exclamación de triunfo y Hizaki-hime sacó su cuerpo junto con un enorme cumulo de ropa. Se trataba de un vestido blanco y azul pavo real largo hasta los pies, compuesto de dos capas de tela, la inferior era encaje azul claro y la superior blanca de raso con bordados de flores azules más oscuras.
Posó la ropa sobre la cama mientras se dirigía a un cajón, lo que extrajo consiguió que a Kaya se le subieran los colores hasta las orejas causando risa en el joven pirata.
Básicamente era la ropa interior de color cielo para hacer juego, compuesta de unos pantaloncillos de encaje, un corsé que subía hasta el pecho con varillas muy parecido al de las mujeres, las medias también de encaje y las ligas bordadas.
Se lo puso al lado y sacó su propio conjunto de color rojo ante la mirada de sorpresa de Kaya.
-Estás pensando que el rojo es el color de las putas, ¿no? Puede que contigo si lo hicieran, pero a mí nadie me educó para que fuera una señorita de lo cual por otra parte, me alegro. Por cierto, si no te vistes ya, Kami se enfadará.-
A pesar de ser un prisionero no pudo dejar de admirar el valor y el desparpajo de Hizaki-hime, lo habría dado todo por ser como él.
Le hizo caso avergonzado comenzando a colocarse la ropa una vez que estuvo listo se puso el vestido, aunque no pudo atárselo él solo, pero Hizaki ya lo había previsto y se acercó a él haciéndole girar.
Con una habilidad sorprendente metió todos los enganches en sus correspondientes sitios, luego estiró con suavidad apretando la tela azul entorno al delgado y estilizado torso de Kaya.
-Ahora me tienes que ayudar tú.-
Asintió abrochando los pequeños y escurridizos broches del traje de Hizaki-hime, lo cierto es que le costó un poco y se sintió sumamente torpe, al menos en comparación con el joven al que ayudaba.
La princesa se había puesto un bello vestido rojo que dejaba sus blancos hombros al descubierto, era muy apretado hasta la cadera, donde se abría en una superposición de sedas transparentes que en conjunto creaban una falda vaporosa e insinuante, pero que no dejaba ver nada.
Los adornos en negro acentuaban el aspecto inocente y sensual de la prenda combinando, también con los guantes de encaje negro y la rosa del mismo color que Hizaki se colocó sobre la oreja izquierda sujetando su peinado que consistía en una especie de recogido muy simple en el lado derecho de la cabeza.
Las mangas amplias eran de la misma tela que la falda.
Decir que estaba sublime era quedarse corto.
-Vamos, la cena está por empezar.-
Asintió pensando si no se vería estúpido todo el rato afirmando y sin hablar, aunque tenía que reconocer que no tenía ni idea de que decir.
Caminaron fuera del camarote y agradeció que los marineros estuvieran ya cenando para no tener que ver las miradas dirigidas a su persona. La princesa le guió hasta un camarote situado muy cerca del aposento del capitán, estaba decorado como un auténtico salón de banquetes, había una bella mesa de roble macizo cubierta por un elegante mantel blanco, sobre él había una rica vajilla digna de un palacio, y la cristalería no se quedaba atrás, si la vista no le fallaba se trataba de cristal de bohemia.
En el centro de la mesa había una bandeja de plata con una cubierta del mismo material, tanto Jasmine como Kamijo y el contramaestre de pelo negro Yuki, ya estaban sentados, el capitán le hizo un gesto para que se sentaran, señalando la silla situada a su derecha para Kaya, el joven asintió obedientemente, de inmediato sirvieron la cena, constaba de dos platos, algo que para el joven noble era mucho más satisfactorio que esas en las que habitualmente tomaba de tres.
El primer plato era un consomé de pollo y huevo, hacía tanto tiempo que no probaba nada decente que lo comió rápidamente ante la mirada divertida del resto de comensales especialmente del capitán Kamijo, algo que sin embargo no advirtió, inmerso en su hambre como estaba.
Después sirvieron un cochinillo a la brasa que le hizo recordar lo que el hambre significaba, se había creído hambriento al ver el consomé pero el lastimero gemido de su estómago hizo que ante tan exquisito manjar no pudiera evitar sentirse desesperado.
Disfrutó enormemente de la crujiente piel y de la grasa de la generosa porción que comió con los dedos. La cena trascurrió en un mutismo casi total solo interrumpido por las miradas de interés que se echaban a unos y a otros.
Kamijo miró a Kaya mientras devoraba su ración, realmente se veía hermoso con esa cara de felicidad mientras comía con los dedos brillantes por la salsa y grasa, debía de hacer mucho tiempo desde la última vez que había comido cochinillo y realmente parecía ser su plato favorito.
Cuando terminaron de limpiarse Kamijo se levantó de la mesa con todos siguiéndole, hizo una reverencia y tomó la mano de Kaya, para luego proceder a retirarse sin decir nada.
Cuando salió de la habitación Yuki miró a Jasmine con terrible curiosidad mientras el bello joven le sonreía.
-Yuki, ¿qué ocurre?-
-Nada, os veré mañana Jasmine, Hizaki-hime pasad buena noche.-
La retirada apresurada del contramaestre llamó la atención de la princesa que sin embargo no comentó nada al respecto, aún tenía que hacer algunas averiguaciones, aunque estaba seguro de que no se equivocaba.
-¿Cómo crees que será la noche de Kaya, Jas? ¿Esta será la definitiva de Kami?-
-Ojalá Hiza-chan, ojalá. Bueno yo también me retiro, estoy agotado.-
Se dieron dos besos y el mayor salió elegantemente a pesar del cansancio dejando pensativo al rubio joven, realmente esperaba que Kaya fuera la persona idónea para su hermano, le adoraba, era quien más les había cuidado, a Jas y a él.
Cuando se habían bañado, había descubierto que el cuerpo del noble era cuanto menos perfecto, y además era un muchacho dulce y culto, aunque para conquistar a Kamijo Yuuji también hacía falta valor, algo de lo que Kaya parecía carecer.
Entraron en el camarote del capitán y esta vez pudo apreciar el tamaño total de la habitación, Kamijo tiró de él llevando detrás de escritorio rodeando el bello biombo de madera pintada al estilo oriental que separaba la cama de la zona de trabajo.
Era un lecho sumamente grande, con bellas cortinas de terciopelo negro que en el borde tenían elaborados ornamentos plateados, las sábanas también oscuras parecían de seda china, lo cierto es que el conjunto total era mucho más rico que cualquiera que hubiera visto antes, la fragata realmente merecía el nombre que llevaba.
El atractivo capitán observó al dulce doncel mientras le hacía sentar sobre la cama, el joven estaba nervioso, y él no sabía como comportarse ante la inexperiencia del chico, solo sabía qu iba a ser una noche muy interesante.
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