lunes, 4 de enero de 2010

Pink Spider (Hide Tribute)




No puedo dejar de llorar, ya he tratado de frenar las lágrimas en casa pero no ha funcionado, soy incapaz de deshacer el nudo de mi garganta y el dolor del pecho me atenaza, cómo me alegro de no tener que hablar, solo me limitaré a recordar nuestros buenos momentos.

Antes de bajar del coche me pongo las gafas oscuras y veo que los chicos hacen lo mismo, bajamos y veo a toda la gente reunida diciéndote adiós.

Quiero gritar, quiero sacar todo el dolor que llevo dentro y que me impide respirar bien, pero sé que me fallaría la voz, así que camino tranquilamente hacia la entrada tratando de guardar la compostura.

No puedo evitar preguntarme por qué nos has dejado, por qué te has ido, abandonándonos, para que voy a mentir, abandonándome de esta forma tan cruel.

No hay explicación, sin embargo te fuiste, supongo que porque no pudiste superar nuestra separación, pero esa no era la forma, quiero creer que había una alternativa.
Pata, Toshi, Heath, y yo estamos delante del templo nos disponemos a entrar para darte el último adiós.

Aún no puedo aceptar que te hayas ido, parece que fue ayer cuando te vi por primera vez, cuando hablé contigo y te propuse que entraras en X.
Tan solo hace unos días que hablábamos de volver a formar el grupo, que ahora no es nada sin ti.

Toshi que está a mi lado me pone una mano en el hombro y puedo ver sus lágrimas a través de los cristales de sus gafas de sol, me doy cuenta de que todos estamos pasando lo mismo.
Todos estamos sufriendo por una gran persona y un amigo excepcional.

Y ahora estamos aquí añorando tu sonrisa, tus rarezas, que te hacían extraño y especial, las extravagantes ropas, que tanto te gustaban.

Los aún más raros peinados y tintes de colores que nos animaban en el escenario y los ensayos, que te distinguían de todos nosotros, de todas las personas que nos rodearon, y que aún te distinguen de todas las personas que nos rodean y que nos rodearán.

Delante del altar del templo hay un conjunto de flores, de dudoso gusto que llamaría la atención de cualquiera, no solo por las extrañas formas de las flores, sino también por los inusuales colores brillantes que portaban.

Un ramo rosa.
Cortesía de Toshi.

Otro naranja.
De Pata.

Finalmente uno azul.
Un último regalo de Heath.

Los colores chillones que tanto adorabas.


Antes de acercarme a dejar el mío no puedo dejar de preguntarme por qué te fuiste, dejándonos solos cuando más te necesitábamos.
Cuando más te necesitaba.

La gente ha mirado raro cuando los tres han dejado sus ramos, que desentonaban con el resto de la sobria decoración.

Sin embargo me han mirado más raro aún cuando me he inclinado y he puesto el mío sobre el resto.

Es un ramo amarillo oscuro, no mucho aunque de lejos daba la impresión de serlo más dado que tiene puntos negros en toda su superficie.

No eran corazones como los del estampado de la guitarra, pero no eran necesarios para demostrarte mi cariño y afecto, pues estos eran de sobra conocidos.

Me prometí no llorar en público, pero no puedo evitar que las traicioneras lágrimas caigan de mis ojos por debajo de las gafas de sol.

Te quiero, te extraño, pero de qué sirve eso ahora.

Salgo del templo y prendo un cigarro mirando hacia atrás una última vez.

Los chicos nunca te olvidarán, ni yo tampoco, y me encargaré de que el mundo siempre te recuerde sonriendo, como a mí me gustaba verte.

Jamás dejaras de tener un lugar en mi corazón.

Adiós pequeña araña rosa.

Adiós Hide.

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