miércoles, 6 de enero de 2010

Reyes Grises




Capítulo 2: Reyes Grises

Aceptó su mano más por miedo que por otra cosa, después de cómo se había deshecho de dos hombres armados no sabía a qué atenerse con Gackt, por lo que decidió seguirle la corriente. El de cabellos castaños lo guió hasta su propia casa. Al llegar delante de la puerta sacó las llaves del bolso y las introdujo en la cerradura, luego entró descalzándose alegre de estar ya a salvo, pero cuando iba a cerrar la puerta en las narices del vocalista, este la sujetó y le miró con sus pupilas que libres de lentillas se mostraban en su auténtico color negro profundo, un tono que le hacía estremecer. Se decidió a hablar tras pasar un rato examinando al guitarrista -¿Te salvo y ni siquiera eres capaz de invitarme a pasar? Tu hospitalidad ha decrecido notablemente en estos últimos años Manabu.-

Se estremeció de nuevo cuando oyó su nombre completo de los labios del hombre que poco a poco se había convertido en su pesadilla, pero abrió de nuevo la puerta indicándole que podía entrar, se descalzó antes de pisar la mullida alfombra azul y negra y se acomodó en un sillón de cuero mirando como el dueño de la casa iba a la cocina a por unas bebidas. Cuando volvió cargaba una bandeja con dos vasos de zumo de frutas que dejó sobre la bella mesa de cristal, cogió el suyo viendo como Mana hacía lo mismo, la habitación había cambiado desde la última vez que había estado allí, las paredes estaban pintadas de blanco con bellos adornos azules y candelabros anclados de plata con velas azules oscuro, había también algunos cuadros pintados por el propio Mana con marcos antiguos y sencillos, el sillón y la butaca eran nuevos al igual que la mesa, de hecho lo único que conservaba era la alfombra. Se giró al notar los ojos de su acompañante fijos en él, realmente quería que se fuera aunque tenía el presentimiento de que no iba a ser tan fácil, con Gackt no lo era nunca.

Cuando acabaron se levantó para devolver los vasos a su lugar, aunque no esperaba notar el brazo del cantante en su cintura y los labios sobre los suyos, los vasos junto con la bandeja cayeron al suelo cuando trató de soltarse del agarre sin éxito, cayeron los dos sobre el sillón de cuero mientras sus ropas les acompañaban en el descenso llenando el suelo por doquier. En un principio trató de resistir pero la habilidad con la que Gackt le dominaba era cuanto menos ridícula, apenas podía concebir que fuera tan sencillo inmovilizarle y mantenerle abierto de aquella forma, era absolutamente humillante no poder hacer nada mientras el hombre besaba todo su cuerpo y exponía su entrada –¡¡Ba…Basta!!- No pudo evitar jadear, pues pese a su resistencia el placer era demasiado. Oyó la voz de Mana y bajó hasta el pene semi erecto dándole un lametón, luego subió de nuevo y le miró –Ríndete a tus deseos, porque ya no hay vuelta atrás.- Lo último lo añadió justo antes de lubricarse y penetrar la estrecha entrada del moreno que gimió con la mente nublada, casi de inmediato comenzó el vaivén hasta que se liberó dentro de su antiguo líder. Ambos cayeron dormidos casi al instante debido al cansancio causado por el intenso ejercicio.

Cuando Mana despertó ya era por la mañana y estaba solo, pero su cuerpo era tapado por el abrigo blanco de Gackt al lado del cual había una nota sobre un paquete embalado, agarró la nota primero, era del vocalista, ponía que sentía haberse marchado de ese modo pero que había tenido un urgencia en el trabajo, luego le decía que abriera el paquete, así lo hizo encontrándose con una bandeja y unos vasos iguales a los que se habían roto la noche anterior, sobre la bandeja había otra nota en la que ponía:

Me tienes que devolver el abrigo. 8:00 p.m. Le gateau Vasque. Sonrió al ver el nombre del restaurante y solo fue capaz de decir

–Baka.-

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