domingo, 24 de enero de 2010

¡¡Piratas!! III




Capítulo 3 : Ascenso y Plan, Comienza la Aventura

Se sentó al lado del joven rubio, pasando sus manos por la espalda del muchacho que se estremeció ente el toque, luego soltó hábilmente los cierres del vestido abriéndolo y mostrando parte de la elegante ropa interior del joven que se revolvió ligeramente nervioso ya que no tenía mucha idea de qué iba a pasar, lo que había ocurrido antes con Hizaki-hime le había dado una idea, pero no estaba muy seguro de que acabara de gustarle.

El capitán se puso en pie y tomó su mano tirando de él hasta que cayó sobre su pecho mientras los pesados ropajes bajaban hasta el suelo por su propio peso, quedando así completamente al descubierto su pálida piel que hizo las delicias del pirata. Acarició los hombros y muslos del joven que asustado trató de retirarse y por fin tras tanto tiempo halló el valor para resistir, aunque no fuera el momento más apropiado para ello. Kaya empujó con todas sus fuerzas al capitán y echó a correr tratando de escapar del camarote, sin embargo cuando Kamijo logró recuperarse de la impresión que la reacción del joven le había provocado, corrió tras él atrapándole por la cintura, le sujetó como pudo hasta llegar a la cama de nuevo donde tras varios intentos consiguió inmovilizarle a pesar de los pataleos.

Trataba de librarse del fuerte cuerpo de su secuestrador con todas sus fuerzas, sin embargo solo lograba dañarse a sí mismo. Cuando el de rizos castaños logró inmovilizarle contra el colchón miró a sus ojos azules claros como el hielo y lo que vio le sorprendió, no había ni rastro de la furia de las veces anteriores en que había resistido, sino un extraño brillo que no supo cómo identificar, a continuación recibió un suave beso en los labios, mientras que poco a poco sus miembros comenzaban a relajarse y su boca correspondía el beso. La sujeción se fue aflojando cuando con sus propias piernas rodeó la cintura del hombre que estaba volviéndole loco.
Deslizó los largos dedos de pianista de su mano derecha por los suavísimos muslos del joven mientras que con la otra mano comenzaba a desabrochar las cintas del corsé azul, al poco rato rompió el beso ante la falta de aire y comenzó a mordisquear la aterciopelada piel del cuello, a la vez que el receptor de sus atenciones luchaba contra los botones de su camisa, se retiró para dejar al muchacho que le retirara la prenda superior mostrando su pecho pálido y bien formado.

Se sentía extraño, notaba su cuerpo más caliente que nunca y no sabía por qué, pero la cercanía del hombre le estaba descontrolando por completo, su cuerpo reaccionaba por instinto ya que su mente llevaba en blanco demasiado tiempo, besó el torso blanco mientras notaba cómo su pecho era expuesto por completo, entonces movió las piernas y notó un bulto dentro de los pantaloncillos de encaje y se puso colorado, eso solo le había ocurrido una vez cuando tenía trece años y le resultaba muy embarazoso, pero no le dio tiempo a pensar en nada más puesto que sus manos fueron apresadas mientras que su pecho se pegaba al del hombre y por sus sensitivos pezones recorrieron corrientes de placer que le hicieron gemir fuertemente.

Sonrió al ver los ojos cerrados en esa bella cara que en conjunto componía un cuadro en honor a la lujuria, se agachó y lamió una de las tetillas ya coloradas mientras oía más sonidos de placer brotando de esos voluptuosos y rosados labios que le provocaban con su belleza, se quitó los pantalones y a continuación retiró por completo el corsé y los pantaloncillos, luego recorrió el torso y vientre del muchacho dando pequeños besos y soplidos, una vez que llegó a las piernas retiró lentamente las finas medias, oyendo satisfecho los gemidos de impaciencia.

Se descubrió completamente desnudo con las piernas abiertas al máximo y recibiendo caricias y atenciones en todas sus zonas erógenas, mientras su pene se levantaba haciéndole sentir aún más avergonzado, trató de levantarse pero no le dio tiempo ya que su miembro fue fuertemente succionado provocándole un grito de placer, se movió en la cama dando espacio al pirata para que se tumbara, luego se volvió a mover hasta que tuvo el pene de su amante delante de us cara. Totalmente colorado y excitado lamió suavemente la punta roja, el sabor no era muy agradable, sin embargo el momento no le permitió echarse para atrás, abrió su boca por completo e introdujo el duro pene en su interior succionándolo en su totalidad.

Kamijo abandonó por un segundo el miembro de Kaya para emitir un profundo gemido ante las acciones del propio joven, nunca había encontrado a nadie parecido al chico rubio, era increíblemente bello, tanto como Hizaki-chan y también sumamente apasionado, algo que en un principio le sorprendió ya que no había esperado ni por asomo que se prestara tan rápido a tener sexo con él. Le gustaban los chicos nobles porque eran más cultos y porque solía disfrutar rompiéndoles los sueños, pero en ese ser adorable que tanto placer le estaba dando con su boca había algo especial. Movió su lengua entre los testículos hasta llegar a la entrada, un poco más dilatada de lo normal por lo que Hizaki-hime había hecho con ella en el baño, la introdujo poco a poco abriendo ligeramente el estrecho pasaje, aunque no pudo continuar puesto que su pene fue succionado un poco más fuerte y no pudo evitar derramar su semen en la boca del culpable.

Saboreó con curiosidad la esencia del pirata, lo cierto es que no era tan desagradable como pudo haber imaginado, la tragó toda y sintió cómo tiraba de sus brazos hasta ponerle a su altura, luego le beso degustando los restos de su propia semilla. Sintió como abría sus piernas introduciéndose entre ellas y rozando su miembro nuevamente duro con el suyo, echó la cabeza hacia atrás y gimió fuertemente apretándose contra el fuerte cuerpo masculino absoluta e irremediablemente excitado, separó más sus piernas ofreciendo su delicado y virgen cuerpo al pirata que había conseguido llevarle a ese nivel de descontrol.

Cuando Kamijo vio la rendición tan excitante que el joven acababa de protagonizar no pudo esperar más y comenzó a presionar en la estrecha entrada hasta que consiguió entrar por completo, emitió un gemido de placer que acompaño al desgarrador grito de dolor de Kaya. Un dolor atroz recorrió su columna y no pudo contener un fuerte grito que resumió lo que sentía, mientras las lágrimas comenzaban a brotar de sus ojos fuertemente cerrados, el dolor era tan fuerte que apenas pudo notar el abrazo al que fue sometido.

-Tranquilo, relájate, el dolor pasará, la primera vez es totalmente normal, puedes arañar mi espalda mientras te duela.-

Trató de hacer lo que le había dicho el hombre y rasguñó la fuerte espalda al notar cómo las envestidas comenzaban, no eran muy fuertes y sin embargo le hacía llorar, poco a poco su pasaje suave y apretado se fue abriendo y de pronto el pequeño punto de placer en su interior fue presionado por el duro miembro causando que una nueva corriente recorriera su columna esta vez de placer, y así se aseguró de comunicárselo con un fuerte grito en su oído. Al oírlo repitió una y otra vez su movimiento notando el pene del chico presionando completamente duro contra su estómago, duró menos de lo que había esperado puesto que en cuanto agarró el húmedo miembro entre sus dedos, Kaya, inexperto como era, llenó su mano de semen y apretó su entrada hasta tal punto que no pudo resistir y llenó las entrañas del joven con su semilla.

Reposó su cabeza en los almohadones mientras Kamijo se dejaba caer a su lado aún abrazándole, le hizo darse la vuelta hasta que quedó apoyado en su pecho, luego acaricio su espalda y le acomodó para dormir, estaba tan sumamente cansado que ni siquiera pensó en lo que acababa de ocurrir y cerró los ojos sobre el hombre que se había llevado su virginidad. Kamijo extendió un brazo tapándolos a ambos con las sábanas y se durmió también.

Hizaki, se revolvió inquieto tratando de dormir agradeciendo que por fin los gritos hubieran cesado, cerro sus ojos oscuros y dejó que su mente vagara hacia el recuerdo de aquellas pupilas cobalto que con su arrogancia le habían robado el corazón, mientras sus rizos rubios se desparramaban por la almohada.

A varias cubiertas por debajo un joven de largo cabello castaño descansaba su cuerpo pálido y delgado sobre el fuerte del hombre que acababa de tomarle, el de la roja cabellera, como cada noche desde que había llegado al barco le reclamaba como suyo, y aunque al principio se había mostrado sumamente contrariado finalmente había descubierto que Machi podía ser sumamente tierno pese a su apariencia. El joven marino había encontrado en el pequeño Emiru un bello y complaciente compañero, al que, a pesar de su negativa, comenzaba a amar, beso la frente del doncel que ya se había dormido y cerró los ojos dejándose llevar por el cansancio.

Yuki por decimosexta vez en esa noche se levantó de la cama y por fin se decidió a abandonar el camarote, salió sin camisa ni botas a la cubierta y miró al cielo, esa noche había luna llena, caminó por encima de la madera a paso lento y subió las escaleras del puente con parsimonia justo antes de darse cuenta de que no estaba solo, una delicada figura de rizos castaños se recortaba con el brillo del astro de la noche, Jasmine, el ser más hermoso que había conocido estaba allí de espaldas a él apoyado en la baranda.

Se acercó cuidadosamente y en silencio consiguiendo asustar al joven y bello doncel, que se volvió y desenvainó rápidamente un estilete de plata que a punto estuvo de rebanarle el gaznate, aunque por suerte sus reflejos padecían de insomnio al igual que él y pudo detener el ataque sujetando la fina muñeca del segundo de abordo que al verle respiró agitado.

-¡Yuki! ¡Por Dios no te acerques de ese modo!!-

Sonrió y soltó suavemente el brazo de su superior que se había puesto colorado.

-De acuerdo, Jasmine.-

El tono grave y masculino de Yuki le puso los pelos de punta, y su sonrisa socarrona consiguió sacarle un fuerte sonrojo. Retiró rápidamente su mano en cuanto la notó libre y ocultó el arma en la manga de nuevo. Se movió para marcharse pero fue detenido por el contramaestre que pasó un brazo por su cintura y le acercó a su fuerte cuerpo, a través de la fina tela del camisón pudo notar el calido torso desnudo del hombre y su respiración se aceleró. Yuki no sabía que le acababa de impulsar a hacer eso, pero no había vuelta a atrás, así que hizo volverse al hermoso joven que estaba entre sus brazos y acarició su cara con dos dedos, podía ver la incredulidad pintada en los enormes ojos castaños, así que respiró hondo y beso los dulces labios que estaban a su disposición cerrando sus ojos de azabache.

Jasmine se quedó completamente quieto a causa de la sorpresa, Yuki al notar que no era correspondido se retiró rápidamente y se fue corriendo sin mediar palabra dejando al pobre doncel confuso y pensativo. Cuando llegó a su camarote cerró la puerta y se apoyó en ella, nunca en su vida había sentido nada igual, se deslizó hasta quedar sentado mientras las lágrimas rodaban por su cara, jamás ninguna herida le había hecho llorar, ningún enemigo y Jasmine con una simple acción había roto todas sus defensas, se sentía patético.

No se levantó, se quedó dormido en esa horrible posición que luego le pasó factura por la mañana. Mientras tanto Yuu sin saber que hacer se había retirado también a su camarote, por la mañana pensaría en que hacer, se dijo, sin embargo el beso le había revuelto algo por dentro haciéndole sentir cosas que jamás había notado. Se acostó pero no pudo aguantar mucho rato en la misma posición, necesitaba aclarar sus ideas, sin embargo no le pareció oportuno llamar a Kami a esas horas, y sabía por experiencia propia el lio que Hizaki era capaz de armar si le despertaba a esa hora, por lo que siguió cavilando hasta que el cansancio le invadió por completo y cayó por fin dormido entre las suaves sábanas.

A la mañana siguiente lo primero que Kamijo vio al despertar fue la brillante y rubia cabeza de Kaya que estaba apoyada en su pecho, suavemente acarició el cuerpo del muchacho haciéndole despertar, acababa de decidir encomendarle otra tarea que no fuera la de fregar al cubierta, volvería a poner los turnos habituales. El doncel comenzó a despertar y se puso colorado cuando se dio cuenta de donde estaba y como, trató de levantarse pero fue detenido por el fuerte brazo de Kamijo que le apretó contra su cuerpo y le robó un beso.

-Desde hoy trabajarás en la cofa del vigía, con Hora que te enseñará como has de actuar, por cierto, no te acerques demasiado a él que Kalm, su pareja es muy celoso, y yo también.-

Cuando asintió se dio cuenta de que acababa de comenzar el estúpido ritual de aceptar todas las órdenes con un cabeceo. Se incorporó dándose cuenta de que no tenía ropa que ponerse, solo el vestido de la noche anterior.

-¿Qué ropa puedo usar? Solo tengo el vestido de anoche.-

-Ponte el vestido ahora, ve al camarote de Hizaki y pídele que te preste algo más apropiado para el trabajo que vas a desempeñar, espero que estés a la altura, el hecho de que desde ayer mantengas una relación conmigo no te exime de tu responsabilidad como miembro de la tripulación.-

-¿Relación?-

Kamijo le miró como si fuera estúpido y de hecho así se sintió él.

-Desde anoche eres mi amante.-

Le miró con los ojos como platos pero no dijo nada, después de lo que había ocurrido la noche anterior no se podía negar, le había regalado su virginidad al pirata e bandeja de plata y lo cierto era que por mucha vergüenza que le diera reconocerlo, realmente había disfrutado de ello.

Hizo lo que su recién autoproclamado amante le había dicho, aunque no se molestó en colocarse la ropa interior, al fin y al cabo nadie iba a mirar debajo del vestido. Salió y caminó algo incómodo ante las miradas burlonas de la tripulación, bajó hasta el camarote de la princesa notando una molestia entre las piernas que le hizo sonrojar. Cuando llegó al camarote encontró al rubio de largos rizos aún dormido, se acercó y le sacudió levemente, al ver que no respondía, le agitó con fuerza hasta que comenzó a abrir los ojos, cuando lo hizo del todo le echó una mirada tan dura y fría que por un momento deseó no haberle tocado, pero luego se armó de valor.

-Kamijo-san me ha enviado para que me prestes rota limpia.-

Se frotó los ojos aún cansado, normalmente dormía hasta bien entrada la mañana, y había sido despertado a la intempestiva hora de las nueve y diez, según pudo observar en su reloj de pared, con la pereza digna de una auténtica princesa se movió levantándose de la cama, revelando el corto camisón rosa que portaba, luego caminó hasta la tina y recordó que Ryoushin debía llenarla, por lo que salió a la cubierta donde ignoró las miradas de los marineros, y no era para menos, al fin y al cabo sus largas y bellas piernas quedaban al descubierto. Kaya sacó la cabeza, por la rendija de la puerta, admirando el valor de Hizaki-hime puesto que él jamás se habría atrevido a mostrarse así ante los marineros.

Bajó hasta las bodegas donde su sirviente dormía y sacudió la hamaca hasta hacerle caer, observó divertido como Ryoushin apretaba los dientes haciendo un auténtico esfuerzo por contener su ira.

-Quiero que me prepares el baño, ya. Si tardas un minuto más de lo previsto, desearás no haber nacido.-

El joven de cabello castaño pensó para sí que en momentos como aquel, realmente deseaba no haberlo hecho. Por supuesto no comentó nada y se fue a hacer el recado de la princesa.

Cuando Hizaki-hime volvió le interrogó con la mirada, pero antes de que pudiera pronunciar palabra un chico joven pelo castaño oscuro entró cargado de cubos y se tambaleó hasta la bañera llenándola, trató de acercarse para ayudarle pero fue rápidamente detenido por la princesa.

-Es su trabajo.-

-Pe…pero.-

-No hay peros que valgan, si no sabe hacerlo no es útil, al fin y al cabo me debe la vida.-

Kaya frunció el ceño y se giró absolutamente molesto hacia su acompañante, estaba harto de comportarse como un cobarde, de callarse siempre frente a todos guardándose sus opiniones y agachando la cabeza.

-No me parece bien que le trates de esa manera, por mucho que te deba la vida es una persona, ¿sabes?-

Se sorprendió del repentino valor del otro doncel, en cierto modo le alegraba haberse equivocado con él la noche anterior, pero por otra parte odiaba que le contradijeran, por lo que decidió contarle la verdad, Kaya tenía algo que le hacía confiar.

-Lo cierto es este es su castigo por tratar de asesinarme después de que le salvara, se enteró de que era pirata y haciendo gala de la exquisita educación inglesa me dio las gracias antes de dispararme con su pistola. Debería estar agradecido de que Kami no lo enviara al fondo del mar.-

Ryoushin se había sorprendido por la intervención del amante del capitán, aunque ciertamente sabía que merecía el castigo, no lo hacía más llevadero. Terminó de llenar la tina de madera y tras hacer una reverencia se retiró, pensó en bajar de nuevo a la bodega para dormir, sin embargo prefirió quedarse en cubierta por si la princesa decidía volver a llamarlo.

Mientras tanto Hizaki indicó a Kaya que se desnudara, e hizo lo propio observando divertido como el joven se sentaba lo más lejos que podía de él, debía de tener en mente lo que había ocurrido la noche anterior.

-No muerdo, Kaya.-

-Ya…no…no es eso…es que, bueno…yo...-

No se le ocurría nada que decir, después del tratamiento de la noche anterior le ponía sumamente nervioso estar en compañía del otro rubio, pero este solo le pasó una esponja con jabón para que se lavara, así lo hizo y tras aclararse ambos salieron de la bañera, se secaron y Hizaki-hime extrajo dos vestidos para ambos, Kaya observó el suyo, era de color rojo con finos rebordes dorados en el cuello y el bajo corto, según pudo apreciar era de corte chino, sin mangas y llegaba un poco por debajo de medio muslo, aunque la abertura casi subía hasta la cintura, luego recibió de ropa interior un pantaloncillo de raso rojo y nada más, sorprendentemente se alegró de no tener que ponerse corsé.

Se vistió y luego se dio la vuelta para mirar a su compañero, llevaba un vestido rojo, muy parecido al suyo aunque más ornamentado y se había recogido el pelo en un moño con dos agujas pero su flequillo y dos rizos caían sobre su cara, le tendió unas zapatillas de tela negra con sendas cintas que se ató a las pantorrillas, la escasa largura de su pelo impedía que se atara nada, pero recibió un pañuelo que hacía juego con el vestido, se lo ató a la cabeza para impedir que le pelo le molestara.

Sonrió cuando vio la imagen que el noble ofrecía, parecía un pirata de verdad, si se lo hubieran dicho unas pocas semanas antes se habría reído en la cara del bromista, y eso que apenas había pasado una noche con su hermano, estaba deseando ver cómo se comportaría al año siguiente. Le indicó que saliera y ambos subieron hasta la cubierta donde Kaya pudo encontrar a un muy furioso vigía que le esperaba.

-Mi trabajo es importante, ¿sabes? La próxima vez que tardes te las arreglaras tu solito, que seas el amante del capitán no te hace más especial.-

Se giró sin dar tiempo al joven para disculpase y subió por la escala hasta la cofia siendo seguido de cerca por el chico que durante un instante cerró los ojos y tragando saliva hizo frente a su miedo a las alturas. Una vez que estuvo arriba cogió un catalejo según Hora le indicó y comenzó a otear el horizonte en busca tanto de puertos como de barcos, mientras el vigía anotaba cosas en un pequeño cuadernillo y miraba unas cartas de navegación. Tras un rato notó un tirón tela de su falda y se giró hacia el hombre que le había llamado, tenía el cabello bicolor negro y blanco, los ojos oscuros y la piel muy blanca, vestía enteramente de negro, se acercó y sentó a su lado. Hora señaló unas pequeñas letras de las cartas.

-¿Qué pone? Ni el capitán ni yo conseguimos descifrar la mitad de las palabras, tu padre escribe muy raro.-

-Es un importante lord inglés.-

El retintín con que el rubio pronunció las palabras le sorprendió, pero no dijo nada, al fin y al cabo sus progenitores les habían vendido a él y a su hermano como esclavos, por lo que sabía un poco acerca de falta de cariño familiar. …l había tenido suerte al acabar en un barco como aquél, sin embargo prefería no pensar en su pequeño hermano. El chico acercó su cara al papel y habló de nuevo.

-Pone treinta nudos a babor de la Baie de L’Espoir. Es una colonia francesa, con un puerto mercante. Los franceses están poco avanzados en la defensa de los barcos de comercio, probablemente solo tengan unos pocos galeones pasados de moda. Espera, tiene que haber otra carta en la que venga un dibujo ampliado de la bahía.-

Comenzó a revolver dejando completamente impresionado al marino, había creído que el chico era un crio malcriado y arrogante sin un ápice de inteligencia o valor, sin embargo sus conocimientos de náutica, muy extensos teniendo en cuenta su condición social, habían conseguido sorprenderle. Al rato el chico esbozó una sonrisa de triunfo.

-¡Ah! Aquí está, mira, están detalladas las defensas, el hecho de que sea un puerto enemigo hace que mi padre anote absolutamente todo sobre él. Solo cuenta con un fuerte que apenas posee trece cañones de dieciocho libras, ni siquiera podrían hacer frente a una fragata de un palo con dos baterías.-

Miró aún más asombrado al chico, estaba proponiendo una estrategia de ataque, sin embargo no pudo cavilar mucho más ya que casi de inmediato el joven comenzó a hablar de nuevo.

-Mira, desde una distancia de dos brazas, apenas habremos entrado en la bahía pero los cañones podrán barrer a su batería sin necesidad de exponer el barco a su fuego.-

Una vez más no pudo contener su asombro ante lo que el chico proponía, por lo que tomó la suave y frágil mano, y agarrando un cabo suelto del velamen saltó con todas sus fuerzas arrastrando al joven que gritó asustado consigo, aterrizaron al lago del contramaestre que les observó con reproche, pero antes de que tuviera tiempo de reprenderles, tiró de nuevo obligando a Kaya a correr hasta el puente donde el capitán daba indicaciones al timonel.
Kamijo señaló un punto en el mapa que portaba en su mano derecha, a Kalm que asintió y rectificó el rumbo, después un pequeño tumulto en el alcázar les sorprendió, Kaya siendo prácticamente arrastrado por el normalmente tranquilo, Hora, portaba unos pliegos de papel que pudo reconocer como las últimas cartas de navegación que había adquirido, observó cómo esquivaban al contramaestre y subía hasta donde él mismo se situaba.

-Capitán, Kaya ha descubierto un puerto francés donde podemos solucionar el problema del abastecimiento.-

Miró al noble rubio sorprendido, habían pasado apenas tres meses desde que había embarcado, y hasta el dia anterior no había dado muestra alguna de integrarse ni un poco en la vida de abordo, sin embargo parecía feliz de hacer el trabajo en la cofa, sonrió pensando que aquel chico orgulloso y bello podía ser aquel que conquistara su corazón.

-Enséñamelo.-

Hora cedió la palabra al que había ideado el plan, que se puso colorado y comenzó a tartamudear ante la mirada inquisitiva del timonel y su capitán, al menos hasta que Hora le dio un apretón en el hombro dándole ánimos.

-Bueno, según esto es aquí a relativa poca distancia de donde nos encontramos, se llama Baie de L’Espoir y es un pequeño puerto mercante, sus defensas son un fuerte antiguo con una batería de trece cañones de dieciocho libras, y aunque no especifica el número de barcos de defensa imagino que solo serán un reducido grupo de galeones mal armados. Creo que desde una distancia de dos brazas se puede atacar sin poner en riesgo al Versailles.-

Cuando terminó por fin se atrevió a levantar la cabeza que con la escusa de mirar los datos, había mantenido bajada y se encontró con la mirada de hielo del capitán que tenía un gesto de sorpresa y un brillo que no acababa de identificar. Sonrió cierta y gratamente sorprendido y agarró uno de los mapas que el chico sostenía y lo examinó a fondo, luego le hizo una seña y comenzó a bajar a su camarote, Hora trató de seguirles pero fue inmovilizado por Kalm que le dio un apasionado beso delante de toda la tripulación, Kamijo sonrió ente la efusividad desplegada, llevaban poco tiempo de relación y el joven vigía había tenido muchos pretendientes, era lógico que su pareja quisiera demostrar a que tenía dueño.

Entraron y se sentó en su silla tomando a Kaya por la estrecha cintura y sentándolo sobre sus rodillas, acarició suavemente sus muslos que se veían a través de las aberturas de la falda, luego le hizo recostar la cabeza en su hombro y alcanzó el compás y la pluma para comenzar las anotaciones.

-Cuando mida, te diré lo que tienes que escribir, ¿de acuerdo?-

Aceptó la pluma dando a entender que iba a hacer lo que le había dicho, no tardaron mucho en terminar los cálculos, y tras hacerlo casi de inmediato, se levantó haciendo a Kaya hacer lo mismo, luego le obligó a tumbarse sobre la cama.

-Quédate aquí, iré a hablar con los hombres y luego volveré a avisarte.-

-De acuerdo.-

Se quedó simplemente mirando la parte de arriba de las cortinas de color azul por la parte interior y rememorando la noche anterior. Mientras tanto en la cubierta Jasmine no podía despegar sus grandes y bellos ojos castaños de la figura lúgubre del contramaestre a la vez que este, distribuía los grupos de asalto según las órdenes de Yuuji, él les acompañaría por lo que se había puesto un cómodo vestido violeta y había dejado sus rizos libres de adorno alguno, agarró el cinturón de cuero negro y fino y colocó el largo sable en él. Distraído pasó los dedos por la empuñadura de plata con una bella esmeralda en forma de ojo, luego parpadeó y se dirigió a su puesto pasando al lado de Yuki que ni siquiera le miró. Se sintió ignorado y triste eso último sin saber por qué, luego se sentó y esperó que llegara la noche.

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Con sus grandes ojos negros observó cómo la línea del horizonte se fundía con el cielo oscuro del anochecer, desde el puente observó su bello junco un hermoso híbrido con el casco de un auténtico junco y el velamen de un sampán chino, las velas azules casi del color de la noche eran un aviso para aquellos que tenían la desgracia de conocerle, se volvió y ordenó apagar las luces del barco, el puerto que iban a atacar era ingles y estaba fuertemente armado, lo cierto es que habría preferido no realizar esa incursión, sin embargo sus provisiones se podían contar con los dedos de una mano y no aguantarían hasta el puerto libre que había a varias semanas de allí.

Su segundo se acercó con un catalejo y se lo tendió, no podía ver la sonrisa del pelirrojo, pero sabía que estaba ahí, extendió el instrumento y observó el puerto, estaba repleto, sin embargo más de la mitad de los barcos ni siquiera tenían tripulación, sería más fácil de lo que había previsto, devolvió el catalejo a su segundo y bajó dejando al pelirrojo al mando del timón, siempre dirigía los asaltos personalmente.


Mientras tanto al otro lado del puerto un hombre joven de hermosos ojos castaños pasaba un brazo por encima del hombro de su hermano pequeño, acababan de reclamar aquel puerto derrotando las baterías de los fuertes, y aunque debería estar celebrando con sus hombres había notado algo extraño, apenas se veía bien, pero por un momento creyó detectar unas velas en el horizonte. Sonrió mirando al pequeño que orgulloso sostenía el primer sable que había robado, acarició su cabello azabache y aguardó, aunque no hizo falta esperar mucho rato, porque después de unos momentos el inconfundible fogonazo de un cañón y el fuerte sonido del disparo retumbó, en ese instante ordenó poner rumbo para interceptar al atacante.

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